Hace algún tiempo le comenté al Corvino que iba a hacer una deconstrucción de la metodología del mondo bloggo, aunque él se haya olvidado, de seguro. Este post intenta ser un acercamiento con ideas sueltas de cosas que pienso del ambiente en el que nos movemos quienes leemos bitácoras con cierta asiduidad.
Es importante decir antes de empezar que considero al formato blog como un must de la comunicación moderna: en todo sentido. Se articula mediante un discurso fragmentado, que privilegia la novedad, haciendo énfasis en la subjetividad de quien lleva la voz contante. Es cierto, permite comentarios, para que ese Otro que es el otro, diga qué piensa sobre nuestra subjetividad. Pero también muchas veces –sino siempre- el comentarista reproduce ese estilo de comunicación moderna desde su comment. Yo posteo un plato hondo y otro va a festejar porque estaba pensando en que los platos hondos son necesarios y nadie tiene suficientes en su casa, o bien, otro Otro, dirá que le parece de mal gusto postear un plato hondo cuando hay gente que no tiene qué comer. Y es justo que sea así (¿quién le da lugar?), uno se arriesga a postear el plato hondo y al permitir comentarios tiene que soportar las lecturas subjetivas del Otro, es una artículo tácito del convenio marco bloggo nunca dicho ni rubricado.
Tal es el caso de la novedad privilegiada que si alguien quiere postear una seguidilla de posts coherentes entre sí advierte la disyuntiva de cómo postearla: sí al derecho o al revés. Porque lo que primero se va a leer es lo último –la novedad-, y quizás sea lo que el Otro debería leer último, dentro de la supuesta correlatividad temática. Uno debe ser editor de sus propios contenidos. Pero como el blog no nació para articularse hacia atrás, sino como un discurso hacia delante (y abajo) –en términos periodísticos sería la búsqueda irracional de la primicia-, lo que ya fue, pasó, e irá pasando indefectiblemente hasta que desparezca del home, y entre en ese limbo de los post perdidos, donde las ideas van dormir el sueño de los post justos.
Hablar hoy de blogs es muy arriesgado. Son un fenómeno aún novedoso y rizomático. De repente hace que Lola Copacabana escriba libros, que la aguda observación de un bloguer anónimo deposite una pastillita en los medios masivos de comunicación, que una chica consiga un novio o que un marino boliviano cuente desde alta mar su miedo a volar.
Pero eso sí, como dijo La Momia alguna vez, es un espacio narcisista, es un (no)lugar en el que los egos desarrolla su juego. Se mira cuántos comentarios tiene el otro, se estima cómo se puede hacer para que otros participen de nuestras ideas, se es muy benévolo con el otro para que el otro te escriba a vos cosas benévolas también. El agresivo es generalmente un outsider que ni blog ni nick tiene, y muchas veces se infiere que conoce a la persona detrás del bloguer y que sus agresiones revisten broncas no confesadas en vivo y en directo.
En la vida real soy bastante ermitaño, casi antisocial. Pero quienes quieren saber cómo ando, en qué pienso o qué intereses me movilizan, pueden -si quieren- ingresar en Aguafuertes Castrenses y, desde su lugar de entendimiento sobre mí, ir descifrándome. Desde el más general “está triste” hasta el más biológico “está vivo, porque ayer posteó algo”. Yo lo hago con los Otros.
De alguna manera también es una terapia moderna: el otro día pensaba que si no tuviera este espacio para postearle al mundo algunas de mis inquietudes –ya que no las hablo mucho- serían contraproducentes a mi equilibrio emocional, quiero decir, como catarsis, también sirve.
Y para mí la palabra escrita vive en otro país respecto a la palabra dicha, son ciudadanos que no conocen sus lenguas entre sí y que se comunican por señas universales. Yo puedo estar con mi rictus más oprobioso tecleando una comedia costumbrista, o bien puedo estar feliz, contento, conversador, y a la vez desarrollar las vicisitudes de una empleada de comercio que fue dejada por 4 maridos y que, entendido eso, al quinto, para que no la deje, lo mata, a là Mujeres asesinas, con bicarbonato de potasio en la galletitas del desayuno.
Por eso mismo es una especia de borrón y cuenta nueva escribir un blog, porque escribo y me deslindo. La escritura es una forma de decir cómo estás. Y como toda forma de la comunicación es una herramienta útil para congeniar lo que Spinetta llama tener algún acuerdo en el alma para poder aliviar el dolor en el jardín de gente.
En cualquier caso, es una actividad que se me hace necesaria, y que mientras tenga conexión a internet voy a seguir desplegando.