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2.12.08

índice véritas

El semanario inglés The Economist elabora mesa a mes el Big Mac Index, una pavada descomunal que sólo sirve para que los negados con la economía digamos ‘apa’. Este índice mide el poder adquisitivo en cada uno de los distintos países donde se vende la famosa hamburguesa de McDonald’s. De esta manera, se compara el costo de vida por país y se determina cómo está cada moneda con respecto al dólar yanqui.

Si yo fuera presidente subsidiaria fuertemente, con subsidios cruzados además, el Big Mac para posicionar a la Argentina como el mejor país del mundo, con la moneda menos sobrevaluada, incluso mejor que el dólar mismo estaríamos, con el Big Mac a 40 centavos. O sino directamente cerraría los McDonald’s y, en carambola, le cagamos el curro a Vasky.

Con la misma lógica de los cerebros de The Economist, Natanael lanza en esta oportunidad, directamente del importador al público, el Véritas Index. Para ello se tomará como unidad de medida el producto Desodorante Unisex Veritas Original Aerosol 400 Ml. El viejo ladrillo, que hoy luce una imagen renovada, pero no por ello menos atractiva al bolsillo de las populosas familias que pueblan la patria.

Un litro de Véritas Clásico está saliendo en Disco Virtual 24,5 pesos: un regalo. La unidad según ese portal web cotiza en 9,80 pesos. Por su parte, sólo para poner un ejemplo, el valor de un Axe Musk es de 46.38 pesos el litro. El desodorante de 113 mililitros se consigue por 7.42 pesos. En litros, vemos que un Véritas se consigue por la mitad de tarasca que un Axe, y ambos están compuestos por los mismos nobles materiales. El Véritas tiene mejor aroma pero mala prensa.

Una de las variables de ajuste que las amas de casa y los monoparentales conocemos, con la lógica que nos da una crisis cada 3 años en nuestro país, es la variable Véritas. Oh, si la sabremos.

Pero el precio del Véritas en relación a los competidores no varía de acuerdo a la macroeconomía. Siempre vale la mitad. Por ello el índice no medirá el precio sino las unidades vendidas. Véritas es una empresa que funciona mejor en época de hiperinflación. Véritas es una empresa que nunca está en free shops, no le va en saga al lujo. Véritas tendrá su agosto en procesos devaluatorios, en periodos de contracción de la economía, en épocas de fuerte desconfianza de los consumidores y en tiempos de falta de crédito blando.

Este índice servirá entonces para medir varias cuestiones: el poder de compra de la clase media, el circulante líquido, la capacidad de ahorro y las expectativas, tan importantes ellas. Todo con un índice, barato como el Véritas.

Si aumenta el volumen de venta del Véritas Clásico, el país ya está en una recesión o entrará en ella el próximo trimestre. El enfriamiento de la economía es inminente. Sin en cambio la población se inclina mayormente por productos como Rexona, Axe o Impulse, la población está viviendo una etapa de crecimiento, con altas expectativas, con liquidez, crédito y seguridad jurídica. En resumen, somos confiables para el mundo, porque tenemos reglas claras, y las inversiones llegarán más temprano que tarde, logrando un círculo virtuoso con derrame derrame te sin te san derrame derrame te pum bajá.

El índice Véritas mes a mes nos dirá cómo estamos parados ante la crisis financiera internacional en el corto plazo y a largo plazo servirá para tener los pies en la tierra, midiendo las expectativas de un mercado volátil como el argentino, que claramente no afecta la capa de ozono, y al que no conviene arrojar ni al incinerador, ni al fuego.

7.8.08

Brasil, não me convidaram pra essa festa pobre

apa - Share on Ovi


El presente relevamiento no tiene fines comparativos en términos de competencia. Brasil es un gran país -y yo los quiero mucho a los brasileños-. Pero estoy cansado de escuchar que Brasil es tal cosa, que Brasil es tal otra, que Lula es un estadista, que nosotros nos perdemos el tren de la historia en cada estación, que la mar en carro.

El otro día escuché a un tal Bernardo Kosacoff, director de la CEPAL en Argentina, hablando de que los argentinos no tenemos un proyecto de país como Brasil, que ellos saben lo que quieren a cada rato, y que nosotros somos más improvisados que Garnero como técnico de Arsenal de Sarandí.

Entonces me tomé el trabajo de recabar las estadísticas sociales, que son las que importan en verdad, ¡de la misma CEPAL!

Los resultados son contundentes con el agravante de que además muchos de estos índices en la Argentina se despreciaron tras dos décadas de neoliberalismo mientras que el Brasil de Lula mejoró algo lo que venía siendo históricamente su deuda interna.

% pobreza: Brasil: 29,9. Argentina: 21.

% indigencia: B: 6,7. A: 7,2. Acá nos ganan

Índice Gini (distribución del ingreso) B: 0.602. A: 0,510. O es igualdad; 1, desigualdad.

% desempleo: Brasil: 9,4. Argentina: 8,4.

% analfabetismo B: 9,6. A: 2,4.

Mortalidad infantil (x 1.000 nacidos vivos): B 23.6. A: 13.4.

Mortalidad materna (x 100.000 hb.): B: 110. A: 77.

Mortalidad en menores de 5 años (x 100.000 hb.) B: 20. A: 16.

Malnutrición infantil en peso (x 100.000 hb.): B: 6. A: 4.

% de la población debajo de la energía alimenticia básica: B: 7. A: 3.

Disponibilidad de calorías de acuerdo a la producción: B: 3110. A: 2920.

Alumnos por maestro (primaria): B: 21. A: 17.

Habitantes por médico: B: 356. A: 316.

Gasto público dedicado a Salud: B: 2,4. A: 4,4.

% acceso a agua potable: B: 90. A: 96.

% acceso a cloacas: B: 71. A: 91.

Paridad de salarios entre géneros: B: 78,9. A: 84,7.

% de mujeres en el parlamento: B: 9. A: 35.

Salario Mínimo en dólares: B: 170; A: 310, el más alto de Sudamérica.

Nota 1: Reconozco que Brasil sin dudas es mejor que nosotros en 3 temas: empresarios, futbolistas y músicos populares.

Nota 2: me atajo: tampoco digo que somos un ejemplo de la humanidad, digo que no nos creamos eso que somos el peor país del mundo como nos hacen creer justo ahora que tenemos el mejor gobierno desde hace muchas décadas, oh casualidad.

20.6.08

macroeconomía al estilo perrito

Es una pavada, pero los números están ahí a mano y son del FMI -prespectivas para este 2007- y están levantados en Wikipedia. Los recortaré para generar una comparación entre los 2 países de la región con la que siempre nos comparan los economistas flojos de micrófono y los políticos de la oposición con modelos de país alternativos. Más el paisito. Nadie sale del todo bien parado, vale decir, pero sirve para ejemplificar algunas verdades y derribar definitivamente algunos mitos, al menos para mí, seguramente estos muñecos no cambiarán de estrategia por este otro emo peronista batallador en combates de poca monta.

Primero veamos el Producto Bruto Interno (PBI) de los 4 países a evaluar, que son los "precios nominales: la suma de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un año", y sus respectivos puestos en el ranking mundial.

10 Brasil 1.313.590 / 31 Argentina 259.999 /
44 Chile 163.792 / 85 Uruguay 22.951.

Vemos que Brasil quintuplica en dólares a la Argentina, que a su vez duplica a Chile, que a su vez ningunea a Uruguay en esta cadena de más grandes y más chicos. Brasil supera a los tres países juntos. Y, además, demuestra en los papeles esa tan famosa "décima economía del mundo" de la que tanto nos dicen. Argentina se destaca como la 31ª, no está mal para un país en crisis terminal.

Veamos este segundo capítulo evaluatorio, siempre rústicamente, desde la curiosidad sin muchos saberes técnicos. El Producto Bruto Interno (PBI) pero a valores de Paridad de Poder Adquisitivo (PPA). Esto es la suma de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un año, sí, pero en relación a su poder de adquisición, la guita que tenemos en el bolsillo del país, la economía real.


9 Brasil 1.835.642 / 23 Argentina 523.739 /
43 Chile 231.061 / 91 Uruguay 37.188.


Brasil, bien grandote, sube un puesto: nada mal. Argentina, bastantes escalafones. Chile se clasifica a las copas y Uruguay pelea por no descender, se va a la promoción. Pero estamos hablando de la masa de guita sin contar las superficies geográficas ni las gentes que la habitan (lo mismo que pasa en el PBI anterior). Es lógico entonces que Brasil sea una mole respecto a Uruguay, ¿no? Pero a mi estos números siempre me jodieron. Porque cuando se habla de lo macro no se habla de cómo se corta la torta sino de la torta en sí. Y a mí que me importa si la torta es grande si se la comén tres gordos. Digo, cuando nos comparan con Brasil y Chile omiten decir eso mismo, que la torta es grande, claro, la Argentina también es un bizcochuelo atendible, muy rico además. Sí. Queda claro eso. ¡Argentina respecto a su torta es el 23º país del mundo entero! Es dos veces chile. En la economía real le come las espaldas a Brasil. Mientras Brasil pasa un país, se ubica noveno, Argentina pasá casi 10 países. Es decir, que tenemos una moneda muy cuidada, tenemos una macroeconomía que respeta el peso, nuestra plata real. Kirchner lo hizo. Nada que ver con la convertibilidad que era todo lo contrario. Era inflar una moneda para pasar por ricachones. Ahora somos una familia que está bien, y puede ir a comer afuera, cambiar el autito e irse de vacaciones a la costa. En términos macro, claro, en terminos de país. Vamos a ver el ranking que más nos debería importar, el ranking de lo micro, el que muestra cómo vive cada uno de los hombres y mujeres que son parte de la familia de cada país. Vamos a ver cuántos primos pobres tenemos, y cuántos tíos tienen casas en los countries en nuesta casta argenta, pero además en los vecinos charrúas, trasandinos y brasileiros.


Hablamos del Producto Bruto Interno (PBI) a valores de paridad de poder adquisitivo (PPA) per cápita. Esto es muy simple, agarramos la torta y la dividimos por cantidad de hambrientos. La suma de todos los bienes y servicios finales producidos por un país en un año dividido por la población promedio del mismo año. Clarito no.


55 Chile 13936,453 / 58 Argentina 13307,59 /
64 Uruguay 11621,119 / 79 Brasil 9695,199.


Primero, Chile es el mejor alumno de la clase pero no gana ninguna beca para Oxford tampoco. En términos macro estás 55. Somos una región vergonzosamente desigual. Estos números son los que se miran cuando dicen que América Latina es la región más desigual del mundo. Porque tenemos riquezas, no como África o parte de Asia, pero en pocos monederos. Brasil es clarísimo. Clarísimo. Tan Claro como su compañía celular. A nivel riqueza real está noveno, a nivel igualdad está 79. ¿Y Brasil -los amo, aclaro- dicen que es ejemplo? ¿Qué tenemos que admirar de Lula? ¿Qué tenemos que seguir el modelo chileno? ¡Es lo mejorcito pero no es la panacea tampoco! Yo prefiero que me pongan de ejemplo a Uruguay, que sin economía real para sostener ninguna política monetaria efectiva -el peso uruguayo es muy débil- con la famosa garra charrúa se sacan de un plumazo de encima 30 países así nomás, botija. Será porque son mejores personas, porque son más generosos. Yo creo que sí.


Las reflexiones campo-gobierno / lo dificultoso de la distribución de la renta / lo difícil que es meter la mano en los bolsillos de los que que más tienen / y la clase media que cacerolea en favor de los que historicamente se quedaron con la plata de los argentinos como comensales de una paella económica. Todas esas reflexiones se pudrieron por caer de maduras hace mucho tiempo. Así que no digo nada.

28.4.08

qué ganas de no verte nunca más

Cuando se habla del mercado, del libre, y del no tanto, en realidad se habla de la libertad de empresas. En estos días vuelven a aparecer, como sombras de un ballet de hemipléjicos, los economistas de antaño, los que nos regalaron este hermoso país último, a panfletear lindamente las cosas que el Estado tiene que hacer, que en realidad irónicamente son las cosas que tiene que dejar de hacer, es decir, lo que vienen a decirnos es que el Estado debería dejar de ser un poquito menos Estado para que al fin las cosas empiecen a andar bien, porque estamos en una crisis terminal.

Y el Mercado entonces, desde esa lógica, es la falta de Estado, para ellos. Para ellos, los economistas ortodoxos, y los periodistas que son oposición porque les conviene, y los políticos que son oposición pero sin saber a qué es lo que tienen que oponerse para ser contrapoder. Para ellos, lo que deberíamos tener es más libertad de mercado, es decir, menos Estado, para que las empresas aprovechen esta situación favoravilísima que tenemos, y que estamos dejando escapar –aunque, a su vez, no dudan en pronosticar que durará 20 años, porque este que viene es el siglo de los alimentos, y sarasa-. Entonces ver un casi humorístico Miguel Ángel Broda bromear que ahora, debido a estas circunstancias, le podemos dar de comer gratis a todos los pobres y encima ganar mucho dinero me suena peligroso. No sólo me suena. ¿Pero quiénes ganarían mucho dinero? Sí, claro, las empresas, los poderes económicos concentrados, los pools, los bowlings. Y ganarían tanta tanta plata que le darían de comer a los pobres. Eso dice Broda, aunque se olvidó de especificar cómo se instrumentaría esta revolucionaria medida de mercado de darle de comer a los pobres con la renta extraordinaria de los que más tienen. Para eso, el Estado como tal debería dejar de intervenir en la economía, bajar las retenciones, hasta anularlas y poner un ministro de Economía que haya estudiado Economía. Eso fomentaría el ingreso de capitales, porque este sería un país previsible, de Derecho, con reglas claras, como la Chile de Bachellet, o el Brasil de Lula. (Los artículos están intercambiados porque los Economistas se creen que los países tienen el género del presidente que los rige.) Aunque su sueño es que no haya presidentes, sino gerentes, empresas, que dejen actuar otras empresas que a su vez generarán tanta riqueza que le darán de comer a los pobres. Y tendríamos un país genial como el de la Generación del 80, de 1880, porque ellos creen la Argentina era un gran país en 1880. Bueno, este discurso es el discurso que vengo escuchando de toda mi vida, me lo sé de memoria, podría ir a repetirlo ahora mismo a un programa de cable, y me saldría creíble.

Qué son las empresas entonces. Cómo son las empresas en nuestro país. Vamos a evaluar si nos conviene que en vez de gobernarnos los políticos que elegimos nos gobiernes las empresas que nos tocaron. Bien, las empresas se dividen en dos. Las grandes, y las pequeñas y medianas; las pymes son de nosotros, las megacorporaciones, son ajenas. Y quiénes deciden la renta nacional si dejamos el mercado abierto a su posible teoría del desborde, ¿las pymes, o las megacorporaciones con sus mercados oligopólicos, como Clarín, como YPF, como Grobocopatel? Porque a no confundirnos Clarín es una mega empresa oligopólica que en vez de vender autos vende columnas de opinión, que en vez de lucrar con los derivados de la uva merlot nos ofrece noticias sobre inseguridad, campo y corrupción estatal. Las empresas son, en esencia, en este país, extranjeras, por ser literalmente de otro país o por buscar beneficios de clase, de una clase que no se juzga argentina sino por una cuestión de tragedia histórica. Pero hasta las grandes marcas que alguna vez fueron nuestras, con orgullo, hoy ya no lo son. (Qué país raro este que alguna vez uno se podía vanagloriar de Aerolíneas Argentinas, sentirla propia, porque eran empresas propias, es decir del Estado, que somos todos, o empresas argentinas, pero con conciencia social, cooperativas, como Sancor. Qué raro.)

Las raras avenencias del destino –y la publicidad como eficaz formadora de pertenencia- lograron una rara modalidad de marca, la marca que es argentina, y machaza. Quilmes, Aerolíneas, YPF, La Serenísima, son tan argentinas que hasta la bandera usan. Aunque Quilmes es brasileña, Aerolíneas e YPF sean españolas, y Mastellone sea Danone por problemas de visado. Menem lo hizo, o ayudo a hacerlo. Pero las marcas siguen vendiendo su argentinidad, al palo, como emblema, mediante el fútbol y otros procesos nacionales por antonomasia. Nada parece ser más argentino que la selección argentina así. Pero son marcas, y no son argentinas; es decir, mejor dicho: son empresas extranjeras.

Para terminar quiero comentar un par de publicidades que vi en estos días. Las empresas argentinas identificadas con lo nuestro son tan grandes y buenas que usan sus superávits comerciales para comprar pauta en medios audiovisuales y darnos sanos consejos para que seamos una mejor sociedad. Desconozco si esto le permite desgravar impuestos, aunque no me extrañaría que mediante estas publicidad, que no son de la marca sino de sus Fundaciones Sociales, Nobles, ahorren plata. Pero vamos a ser confiados con estas empresas a las que le interesa el país, vamos a suponer que son tan grandes y buenas que nos dan un consejo, que quieren que seamos una mejor sociedad, que les preocupa no sólo el país, sino las gentes que lo habitamos, las personas. Una publicidad es de la brasileña Cervecería y Maltería Quilmes; la otra es de la españolísima YPF, Repsol. La primera es muy buena. Porque además están buenas de verdad algunas de las propagandas, en el sentido menos feliz del término. Un tachero pregunta si puede poner música a un parejita que se tomó unas copas, que vuelve a su casa de madrugada en taxi para no manejar, porque son re previsores. El tipo pone un temazo de Valeria Lynch y empieza a musitarlo y finalmente canta como un desaforado eso de qué ganas de no verte nunca más, qué ganas de cerrar este capítulo en mi vida, donde fuiste una aventura y nada más. La publicidad arriesga “peor sería volver manejando.” La otra, de YPF, es más institucional, aparece una ruta, con muchos árboles a los dos lados, muy de nuestra amada pampa húmeda y gaucha. Algarrobos, robles. Y en el medio de la ruta, desde el asfalto, de la nada, un árbol, un roble, un algarrobo. La de Quimes cierra con un “Si tomás, no manejes”; la de YPF epiloga “Si manejás, no tomes”. Nos dicen, ambas, “actúa bien, pero consumime a mí”, una detrás de otra, auspiciando el programa de Mariano Grondona, que dijo que Kirchner es un fascista intrademocrático, en Hora Clave, donde un diputado de la oposición, Fernando Iglesias, lo corrigió diciéndole que no, que era monárquico sin más. Ah, también estuvo Broda.

31.5.07

denme un crédito

Joseph Stiglitz -premio Nóbel de Economía del 2001- fue entrevistado por Marcelo “pero la gente dice otra cosa” Bonelli y fue tan hermoso lo que dijo que cuando terminó de hablar me paré y le di un beso al televisor.

Lo hago seguido, soy de darle besos a la caja boba, no es anormal en mí, aunque si debe ser anormal darle besos a la tele. Pero a lo que iba, había leído que era un tipo raro dentro de su especialidad Stiglitz, que era considerado un progresista, que era un crítico de los organismos multilaterales de crédito, que había seguido con atención la recuperación impresionante que la Argentina experimentó tras tocar fondo allá por 2001.

Recordemos algunas postales: cuasi monedas, asambleas barriales, clubes de trueque, 5 presidentes en una semana, programas periodísticos en el prime time de la televisión abierta, riesgo país, 250 pesos por cajero automático por semana, boom de exilios, fuga de capitales y siguen las anomalías.

Sigo, Stiglitz hizo un análisis de lo que es la economía argentina al día de hoy e hizo hincapié en un factor que considera clave –y que en boca de un economista es cuanto menos extraño-: combatir la exclusión y la pobreza, saldar la deuda social en el corto plazo. Además expresó que lo que se hizo hasta ahora guarda coherencia con la política macroeconómica de China, y de ahí que hayan sido los dos países que más crecieron en los últimos 5 años a ritmo sostenido –no habló de la India, ese otro gran ejemplo de economía que se superavita año a año-. Pero alertó sobre que estamos al borde de una meseta. Que ya salimos de la crisis. Que las medidas que se tomaron fueron óptimas para salirse. Pero ahora hay que tener una política económica a largo plazo para sostener en el tiempo el crecimiento y no dejar que factores internos y externos hagan que el crecimiento se detenga.

Lo primero que estableció en ese sentido es ampliar el crédito: aprovechando las reservas, la Argentina debería sacar una línea de créditos masivos. Pero también se detuvo en ese porcentaje de desocupados, dijo que es una masa de mano de obra que no se está ocupando y que necesitamos tener pleno empleo y una política de asistencia para los que sufren las necesidades más básicas. Y que esto es urgente. Y que es el gran desafío que la Argentina se debe. Y es raro escuchar estas palabras en boca de un premio Nóbel de Economía, ¿no?

Yo soy peronista y optimista y creo que Cristina puede encarar en este mandato que se le avecina ese cambio de paradigma: pasar de ser un país en crisis a ser un país con crecimiento sostenido. Y más sabiendo que Cristina y Stiglitz se llevan a las mil maravillas (y quien dice que no terminará siendo un asesor del Ministerio de Economía).

Artemio López, en un post necesario, resalta que en la lotería de las desigualdades estructurales los chicos son los que se llevan el pozo acumulado, y recordemos que los únicos privilegiados deberían ser ellos, los niños.

Teniendo en cuenta que las reservas en dólares del Banco Central son (al 28 de marzo) de 40.279.000.000 de dólares, vamos a hacer un facilismo –porque las reservas se acumulan en oro-.Vamos a considerar que el volumen de un billete de 100 dólares (el de más alto valor) es de 1,0075 cm cúbicos (=0,01 x 15,5 x 6,5 cm). El volumen de las reservas es equivalente a 4.058,10925 kilómetros cúbicos (y recordemos que de Ushuaia a La Quiaca hay alrededor de 5.100 km lineales). Pero vamos a intentar ubicar esos billetes en un espacio físico. Calculemos un manzana con una sola habitación grande de 6 metros de alto: un volumen de 60.000 metros cúbicos (=6*100*100). Para ubicar 40.279 millones de dólares en un lugar físico hacen falta entre 67 y 68 pisos de seis metros de alto que ocupen una manzana normal de la Ciudad. El edifico más alto de la Argentina está planificado en Rosario y tendrá 50 pisos (170 metros de alto). 67 pisos de 6 metros son 402 metros.

Si gastamos pisos de reservas en desarrollo social estaremos construyendo una base social más sólida e igualitaria.

Nota: tanto las cuentas como los comentarios sobre Economía son más ilustrativos que ciertos, por lo que me puedo haber equivocado en algunas cosas, pero lo importante es la intencionalidad, creo.