6.9.13

Lo trascendental del mal


Durante 6 años no se supo nada de Vince Gilligan. En verdad, el gran público no sabía quién era Vince Gilligan antes, para ser sinceros. Yo no sabía quién era. Ahora se sabe, finalizando la quinta y última temporada de Breaking Bad el personaje de Vince Gilligan empieza a ser reconocido por los no tan especialistas. Hasta 2002 fue productor ejecutivo, director circunstancial, escritor eventual y hombre todo terreno de X-Files, la serie que mezcló el romance y la vida extraterrestre/intraterreste. Es decir, cuando en la década global del noventa el octavo pasajero, en el subterráneo sideral, se bajó en la estación ‘Planeta Tierra’

Breaking Bad está llegando a su fin, como dijimos, y tiene en vilo a una cada vez más populosa conjunción de fanáticos. Cinco temporadas en la que vimos la transformación total de una modesta familia de un pueblo, Alburquerque, cerca d´El Paso’ a México, La Frontera porosa de las mil mafias, El Desierto, La Otredad.

El padre de familia, Walter White, contrae cáncer y decide tras una vida dedicada a la enseñanza secundaria de la química aprovechar sus conocimientos (importantes) para desarrollar una versión de la droga del momento, la metanfetamina, con niveles de pureza inéditas para el mercado. En el capitalismo la calidad es un valor inestimable que rompe la lógica de oferta/demanda, que va breaking bad, digamos, que va ‘volviendo malo’ al protagonista. Sin maldad ese hombre pasaría a ser una pieza más del sistema mafioso, un peón, o, como mucho, un alfil. ‘La maldad’ lo puede convertir en Rey. Aunque en la serie haya que matar al héroe para que el verosímil viva.

Breaking Bad logra algo nuevo: que el héroe sea villano, a un nivel de maldad que no logra adhesiones. BB obtiene el privilegio del rechazo: casi nadie quiere que ‘gane’ el protagonista, no genera simpatía si no repulsión, aunque obviamente lo querés porque lo acompañaste, pero querés que gane el ‘malo’, el policía, Hank, su cuñado. Pero no es Walter White, el químico, el único que muta. Todo va mutando de vez en vez provocando de manera sutil pero definitiva un cambio de la mirada del espectador sobre los protagonistas. Una temporada amás al personajes que en el siguiente año odiás, y viceversa, incluso volviendo a amar al mismo personaje que odiás, en la siguiente temporada.

El universo Alburquerque está plagado de símbolos que logran canalizar el fanatismo del publico al fetiche personalísimo: la cadena de comida rápida: “Los Pollos Hermanos”, “una taza de la DEA”, el arte publicitario del abogado Saul Goodman, determinada estética de casas rodantes vintage, el celeste meta (el ‘blue sky’), el sombrero que elige White para convertirse en Heisenberg, el atuendo amarillo más la máscara que usan para ‘cocinar’ híper pop, e infinitos etcéteras.

Otra cuestión a analizar es la manera que se ven las series hoy. Otro tema. Una generación entera naturalizó mirar los capítulos horas después de su emisión en los Estados Unidos. La urgencia por saber qué pasa mueve a toda una audiencia fiel a estar al día, lo que significa ‘antes que se pueda comercializar el producto’. Se hizo con otras series antes dentro del subsegmento de individuos atentos al entretenimiento: desde hace tiempo con varias series a la vez y finalizó historias con las mismas expectativas que BB alcanza hoy. Pero BB es la primera serie que tiene expectantes a importantes cantidades de fanáticos/televidentes. Como Mad Men o Game of Thrones. Pero Breaking Bad termina dentro de un puñado de domingos. A nadie le importará esperar a verla ni siquiera en cable. Menos que menos esperar al otro año para verla la televisión abierta. Y menos doblada. Es un hecho inédito y probablemente revolucionario que llamará a reconfigurar el modelo de negocios de los canales de televisión, que es un tema que no nos ocupa ahora.

Muchos consideran ya a Breaking Bad como la mejor serie de todos los tiempos, no sé si adhiero a esa corriente, lo cierto es que es una de las mejores, que suscita críticas favorables de todo el mundo y que generará un episodio final que tendrá en vilo a miles de miles de fanáticos alrededor del mundo.


Como llegar a la luna pero por otros medios. 

Sin héroes, moraleja, enseñanza ni empatía. 

El día del enemigo podemos declararlo.

Que un ciudadano de Coronel Pringles empiece a mandar cartas a Hollywood.