27.11.08

la hora de los no políticos

En estos días, sino me vence la modorra, voy a hablar de un libro de relatos de historias de amor, Corazones desatados, que me compré sin saber mucho qué me iba a deparar, sólo porque tuve la suerte de retener un nombre, Jorge Fernández Díaz.

Había leído de él unas editoriales en ADN Cultura, suplemento del que es director si mal no recuerdo. Pero lo que me había quedado en la memoria, y me impulsó a la compra, fue este texto que comparto.

Es una fermosura, disfrútenlo.

La hora de los no políticos

Por Jorge Fernández Díaz

Un gerente piensa que el arte y la política pueden gerenciarse. Así como un editor piensa que hasta cierto punto la vida puede editarse como un diario o un noticiero de televisión. Un viejo editor me dijo alguna vez: “El matrimonio es una larga crisis que se administra. Por más que estemos en el peor momento, un beso antes de dormirse, un beso al despertar y un ramo de flores los domingos. Si usted sabe editar la realidad, puede también editar su matrimonio”. Se refería a la posibilidad de manejar los tiempos y las cosas, desechando lo inconveniente y resaltando lo necesario.

Ojalá fuera cierto, pero la verdad es que nadie puede editar la vida, y que es infinitamente difícil gerenciar una pasión. Se la puede administrar, no voy a negarlo. Se pueden hacer negocios editoriales y pictóricos, pero esas operaciones del mercado nada tienen que ver con gerenciar el arte, que está hecho de la materia de los sueños y que es, por lo tanto, ingobernable.

No digo que la política sea asimilable a la literatura o a la pintura, pero les aseguro que también es un arte mayor y que su praxis necesita una vocación tan profunda y absorbente como la que se autoimpone cualquier artista verdadero.

En veinticinco años de periodismo no he conocido a un solo dirigente de primer nivel que no fuera un animal político. Un hombre sin tiempos libres, un enfermo de la materia que domina. Como esos cracks futbolísticos que al evocar su infancia solamente se recuerdan jugando a la pelota, día y noche, con una de cuero, con un bollo de papel o con una chapita, obsesionados gozosamente por desarrollar su vocación profunda. O como esos adolescentes que, abstraídos, se olvidaban de comer, de estudiar y hasta de dormir tocando como posesos la guitarra o el piano, o dibujando o escribiendo en cuadernos o en reveses de facturas contables. Las vocaciones volcánicas borran al hombre del mundo, ponen en suspenso a sus familias y a las necesidades mundanas, y, como todo acto de amor torrencial, son un acto de obsesión. Nadie llega a la primera fila de las butacas sin ese fuego sagrado.

Comparar la política real con la política corporativa de las empresas es, por lo tanto, un malentendido amargo. La política, por más gurúes y politicólogos que valgan, resiste las reglas del management ortodoxo y de la ciencia pura. En el mundo de los negocios, uno más uno es dos. En política, como todo el mundo sabe, no necesariamente dos más dos son cuatro.

Toda esta introducción viene a cuento de un hecho indiscutible: la actual oposición tiene entre sus filas a muchos hombres de empresa. Muchachos por lo general bienintencionados que se han pasado, no hace mucho, a la política creyendo que ésta sólo necesita buenos gestores.

Los no políticos son hombres de ideología pasteurizada, que igualmente merodean las posiciones de “centro” y el libre mercado, y que han comenzado a meterse en el barro de la historia.

A unos, los resultados electorales de octubre los dejaron nocaut. A otros, los pusieron muy nerviosos: deben realizar ahora lo que prometieron en la campaña. Sólo a Elisa Carrió, para la cual hubiera sido una tragedia ganar y tener que hacerse cargo del barco, abandonando los cómodos camarotes de la indignación, este período de cristinismo se le presenta plácido y apetitoso. Los demás, incluso los nuevos referentes de ARI, tienen en la boca el regusto agrio de la decepción y del miedo. No lo dirán nunca en público, pero así están los opositores políticos en la Argentina de hoy.

Se sienten, en el fondo de sus corazones, injustamente derrotados por “políticos mediocres” y “burócratas clientelísticos”. Ellos, los príncipes de la nueva política, eficientes y limpios, pasaron por la universidad y conocen el mundo: son muy viajados. “¿Cómo puede ser que nos derroten estos políticos de cabotaje, estos impresentables de siempre?”, se preguntan.

Algunos de estos gerentes de la nueva política duermen con la valija cerrada al lado de la cama. Están siempre listos para volver al sector privado rumiando una queja: “Soy demasiado bueno y honesto para la política”.

Olvidan que los verdaderos militantes políticos no tienen dónde volver, porque pertenecen, en cuerpo y alma, a la lucha política. Porque no podrían hacer otra cosa, porque nacieron para eso, porque quemaron las naves. Un gerente es demasiado cerebral y tiene demasiado “sentido común” para quemarlas.

Un militante se mide no por cómo reacciona ante una victoria, sino por cómo se recupera de las derrotas. ¿Se recuperarán estos muchachos o tomarán la valija y volverán, sanos y salvos, a casita?

Necesitan un examen profundo para entender lo que les ocurre. Son amateurs jugando a ser profesionales. No dominan del todo la materia y, en el fondo, la desprecian un poco. Toda la nueva oposición está llena de estos personajes tiernitos y bienintencionados: aves de paso queriendo comerse crudas a las fieras.

No se le puede enseñar política a un negado, así como no se le puede enseñar música a quien no tiene oído. Entender la política, entenderla de verdad, es un don: se tiene o no se tiene. Es un saber que no se adquiere en los libros ni en los claustros. Se adquiere en la calle y con las entrañas.

Pero el ser humano desarrolla las habilidades que necesita, de manera que no todo está perdido. La nueva oposición está llena de sordos y zoquetes. Hay muy pocos afinados y casi ningún oído absoluto. Pero tiempo al tiempo.

Luego, por supuesto, está todo ese asunto de los personalismos. En la Argentina, todo gira en torno de tres o cuatro dirigentes que lucen bien en los programas del cable, que suelen ser bastante autoritarios dentro de sus propios partidos y que no saben adónde van. Quiero decir, parecen poseer grandes convicciones y son buenos “tribuneros” (no deberían quejarse tanto del atril, porque ellos lo llevan incorporado), pero carecen de paciencia y flexibilidad para armar partidos políticos consistentes, con alas izquierdas y derechas, con democracia interna y participación.

Descaradamente personalistas, un día tienen tres millones de votos y otro día no tienen nada. Poseen una extraña alergia, que les contagiaron los encuestadores y la “opinión pública” más ramplona de los contestadores automáticos de las radios, que consiste en creer que toda alianza es la Alianza, o sea, un rejunte invertebrado e incoherente que fracasa gobernando. Y también que todo pacto político es el Pacto de Olivos, es decir, un contubernio para repartir favores.

Pero hagamos nombres propios: si Carrió y Ricardo López Murphy hubieran entendido de verdad la política, habrían recreado el espacio histórico electoral de la Unión Cívica Radical. Pero como no la entienden, terminaron en esta nada insípida, inodora e incolora, oposición para la gilada televisiva, que no puede juntar porotos y que no logrará ponerle freno a la hegemonía.

La Alianza era una bolsa de voluntades dispersas y el Pacto de Olivos era un contubernio, pero el peronismo es una bolsa del mismo estilo, aunque verticalista cuando se juega en serio, y el Pacto de la Moncloa era, al fin y al cabo, un acuerdo político, aunque con buena prensa.

Algo tiene para enseñarle el oficialismo a la oposición. Para empezar, su voluntad de poder. El peronismo no tiene un puñadito de dirigentes destacados: tiene cien candidatos potables en las gateras, con ganas de comerse la cancha. No es dogmático y principista: acoge en su seno a hombres ubicados en las antípodas ideológicas, aunque dispuestos, por las buenas o por las malas, a aguardar su turno y a trabajar coordinadamente cuando la tormenta arrecia y cuando el que manda tiene claro el horizonte y buena sintonía con la mayoría electoral. Casi nadie, por cuestiones del pasado, queda fuera del colectivo, y nadie se rasga las vestiduras por hacerse amigo de un enemigo de antes, o por codearse con un dirigente que piensa el país desde la otra orilla.

El radicalismo posmoderno tuvo estómago delicado, y así lo pagó. No pudo tolerar las diferencias internas y expulsó de sus filas a los opuestos, que a su vez se transformaron en estómagos delicados incapaces de digerir las mínimas discrepancias. Y así hasta el infinito. Es decir, hasta la atomización y la anécdota. Como la izquierda argentina, una diáspora interminable y minoritaria con dirigentes inflexibles que se pelean por palabras vacías.

Sin dominar la materia, sin vocación ni visión política, sin sentido común, sin pragmatismo y sin humildad, sin capacidad para acordar lo mínimo ni para construir una idea, la oposición se juega en una comuna, es decir, en una baldosa.

Hasta Néstor Kirchner está decepcionado de la oposición. Admite, a regañadientes, que ninguna democracia exitosa económica e institucionalmente prospera con partido único y sin alternancias ni bipartidismo. Sabe que, si no evoluciona por afuera, una oposición de centroderecha surgirá tarde o temprano del propio peronismo y que sobrevendrán como siempre la crueldad, el destripamiento, la lucha sin cuartel y la amnistía y, al final, la cohesión. La guerra peronista hace temblar a los peronistas que detentan el poder, porque saben que del otro lado no hay muchachos testimoniales con la valija armada al lado de la cama, sino políticos con hambre que quieren cambiar la historia.

Sólo se cambia la historia con ese apetito insaciable, con esa pasión que un frío gerente no puede gerenciar. Tal vez ni siquiera pueda comprender.

La nueva política no puede madurar en manos de los no políticos.


Jueves 27 de diciembre de 2007

26.11.08

the palermo manifesto

Esteban Schmidt le da fuerzas a su alter ego Estebitan para disociarse de sí, y así, ambos, se conviertan en una minoría. Una minoría dentro de otra minoría, la Ultra, que justifique el uso del plural en una proclama que debiera estar escrita en primera persona, su libro: The Palermo Manifesto.

Pero siempre en grupo se es más valiente, y si la cosa se trata de entrarles a enemigos elegidos con talento y capricho, mejor que ser un loquito rebelde es ser una vanguardia iluminada (por dicroicas). El resultado es un volquete de desprecio, dirigido a enemigos extrañísimos, que Esteban y Estebitan, la Ultra, va hilvanando con su proverbial destreza, logrando hacer un todo de sus fragmentadas broncas acumuladas.

The Palermo Manifesto es un libro lo suficientemente distintivo como para ubicarlo en un estante. Obviamente no es ficción, pero tampoco es no ficción. Quizás sea una biografía no autorizada de sí mismo, escrita por otro, que también es él.

Comienza con un racconto desde su adolescencia en Caballito, después repasa su militancia en la causa cívica republicana, que es el radicalismo de amigos, en la primavera alfonsinista. Más tarde explica por qué nunca pudo entremeterse en los círculos de poder -por ser muy menor para los correligionarios de entonces-, y cómo terminó todo (mal) y cómo ese todo lo confundió aún más el menemismo, que lo mudó a ese otro barrio que es Palermo, que tras el menemismo y el delarruismo se irguió, siempre para él, como el único espacio en forma de un país acalambrado. Aunque con la recuperación de la economía Palermo se trastocó en este espacio frívolo y coqueto que hoy conocemos.

Sus eficaces golpes discursivos se la agarran con Flacso (Flaxo), para después asestarle duros golpes durante 12 rounds a un tal Manteca Di Nápoli, un consultor educacional uruguayo diplomado en Flacso que se enriqueció, desde el progresismo, con sus revolucionarias propuestas, que coincidieron de manera fatal, para nosotros, con la pauperización de la calidad educativa del país –y que continúa con una reputación milagrosa al día de hoy-. No dice su verdadero nombre posiblemente para agotarse instancias judiciales pero todo hace pensar en Luis Alberto Quevedo.

Después se la agarra con los argentinos que consideran al Uruguay como un paraíso de los valores occidentales (en vez de un paraíso fiscal a secas); con el adolescente que pergeñó el festival Buen Día; con los mantelería del trasnochado café bar El Coleccionista de Caballito -tras la década del 90, antes era londinense-; con los peronistas; con el periodismo; con los académicos; con los estudiantes que creen que Flacso es la panacea; con Flacso de vuelta; con Manteca Di Nápoli siempre; con los dueños de una librería bouquet de Palermo Soho; sólo por poner algunos ejemplos del inventario de broncas que los Schmidt azuzan en 180 páginas, casi sin respiro.

Schmidt a través su rencor, su resentimiento -algo fingido, algo exagerado, a propósito-, repasa los 25 años de democracia, desde su lugar. Lo políticamente correcto no comulga ni con Esteban ni con Estebitan. Y en ello anida precisamente la principal virtud del autor, en su estilo confrontativo, en su erudición, en su prosa filosa. Estas cualidades hacen que Esteban Schmidt sea, sin dudas, una de las plumas más necesarias de la actualidad para leer la realidad en diagonal. Siempre es interesante leerlo. Quienes nos pusimos contentos cuando su firma aparecía en una RollingStone, en una Playboy, en la vuelta de Los Trabajos Prácticos, hoy tenemos la suerte de poder leerlo largo y tendido en un libro. No es poco, sino todo lo contrario.

TNmbaum

Ernesto, va una pregunta sin chicanas: cuándo vas a opinar sobre la actual Ley de Radiodifusión? Creés que habría qué modificarla? Te parece que así está bien? En ese caso, qué habría que cambiar? Está bien que un mismo grupo posea cable, diario, radio, TV, etc. etc etc?

Anotado por: El Cordobés | 24/11/08
para el cordobés: muchas veces me hicieron esa pregunta y, la verdad, requiere de una respuesta supercompleja. yo creo que la hiperconcentración de medios jode a una democracia y el estado debe regularla. pero no estoy seguro de que eso suceda en la Argentina de hoy, o por lo menos no sé en qué magnitud. En principio, todos los mercados tienden a concentrarse. No hay 200 marcas de zapatillas, heladeras, autos, jeans o leche. Los mercados masivos tienen algún grado de concentración. No tengo claro si el mercado de medios argentino es más concentrado o menos que el de otras democracias. Por ejemplo, en Estados Unidos hay solo dos diarios de alcance nacional (el Nytimes y el WSJournal), pero en la Argentina --depende cómo se cuente-- siete. No he leído ningún estudio comparativo serio que demuestre que el grado de concentración mediática en la Argentina es mayor que en otros lados. Y la gente a la que eto le interesa debería tener ese estudio elaborado. Me parece que hay un poco de vagancia en este aspecto, muy bien escondida detrás de recursos ideológicos berretas, que siempre sirven como jutificativo de la vagancia. A eso se agrega que este es un tema enarbolado por gobiernos que, en general, cuando tienen un medio bajo su control son muy restrictivos, con lo cual se ve claramente que la intención no es desarmar monopolios sino controlar el flujo de información. Ahora, dicho esto: apoyo cualquier alternativa destinada a que haya muchos nuevos actores en el espacio mediático. Estoy convencido, de todos modos, que eso no depende de una ley: la aparición de medios como Barcelona, Pagina, 23, Crítica, Noticias, Pronto, entre otros --para citar muchos ejemplos y variados) fue producto del talento, el esfuerzo y la inversión de algunas personas en este marco legal. La reproducción de canales de información en la web es imparable. Con un marco más abierto, quizá aparezcan nuevo medios. Pero si no son buenos --como no lo es la estructura oficial de medios, a excepción del genial Encuentro-- estos van a desaparecer. Y si no dan libertad --como ocurre en medios paraoficiales donde, por ejemplo, echaron a patadas a Quique Pessoa-- servirán solo para er escuchados apenas por un grupito. La ley de radiodifusión no va a ser ninguna revolución, si es que sale. Ya lo verán. Mejorará algunas cosas, empeorará otras, depende cómo salga. La gente que quiere hacer medios mejores y más libres solo tiene que jugarse y hacerlos. Es cuestión de laburo. De talento, De mucho esfuerzo. Insisto: me parece que hay mucha vagancia en esto. Está bien denunciar las complicidades de los medios. Es más difícil hacerlos, imponerlos, romper los circuitos informativos tradicionales. En fin, estas son solo algunas ideas escritas a toda velocidad. Se que no agotan el tema pero espero que te den una idea de la complejidad del asunto.
Anotado por: tenembaum | 24/11/08
(...) un aporte de www.undiaperonista.blogspot.com
AGEA (Arte Gráfico Editorial Argentino S.A.), Diario Clarín, Diario Olé, Revista Genios, Cimeco S.A., La Voz del Interior (diario de la provincia de Córdoba), Los Andes (diario de la provincia de Mendoza), La Razón (diario gratuito vespertino), Editora de Revistas S.A., Revista Elle, Papel Prensa (fabricación de papel de diario), Artear S.A., Canal 13, TN, Volver, Magazine, Canal 7 (Bahía Blanca), Canal 12 (Córdoba), Pol-Ka (productora de programas), Patagonik Film Group S.A., Multicanal S.A., Cablevisión S.A., Tele Red Imagen S.A., TyC Sports, Televisión Satelital Codificada S.A., Torneos y Competencias, Radio Mitre S.A., Mitre (emisora de radio AM), FM 100 (emisora de radio FM), DyN (agencia de noticias), Clarín Global, Clarin.com, Ubbi buscador de Internet, BlogsClarin.com, Prima, Ciudad Internet, Datamarkets, Fullzero, Teledeportes S.A., GC Gestión Compartida S.A., Artes Gráficas Rioplatense S.A., Inversora de Eventos S.A., Ferias y Exposiciones S.A., Feriagro, Impripost, Galaxy Entertainment Argentina, DirecTV, Teledigital, Bariloche TV, Ideas del Sur, Canal Rural Satelital, Compañía de Medios Digitales, Editorial La Página.
Si esto no es hiperconcentración de medios, el año que viene voto a la Coalición Cívica, y en el 2011 a Cleto.
Anotado por: El Cordobés | 24/11/08
cordobés: por mi votá a quien quieras. pero el listado no responde algunas preguntas importantes. Miralo de otra manera. Por rubros. Clarín es el principal diario pero tiene varios que le compiten. ¿Hay más o menos diarios de ese alcance en Brasil, Chile o México? Clarín tiene dos radios, menos que el grupo Hadad. En ningún segmento esas radios son líderes del sector. O sea que, en ese área, su capacidad de formar opinión es relativa. TN es uno entre seis. Canal 13 es segundo. No voy a negar que es un grupo muy poderoso. Y que hay concentración de medios. Pero, ¿cómo se compara con Brasil, Chile, Uruguay, México? Hay más o menos circulación de libre información. Y eso para no hablar de los matices que hay dentro de cada multimedio. Vos, por ejemplo, mencionas a Página: tiene la misma línea que Clarín o no? Yo creo que hay concentración de medios y que lo ideal es que haya la mayor cantidad de medios posibles. Cuando hay esfuerzo y talento eso es imparable, como ocurrió con Pagina o Dia D o, incluso, aunque a mi no me guste, con radio 10. La enumeración de los medios y sus dueños es historia archiconocida. No es ningún aporte. ¿Alguno conoce algún país donde haya más circulación de información que en la Argentina? Esa es la pregunta. Yo trabajo de periodista, no de analista de medios. POr eso le pido a ustedes, que están desesperados por la cuestión -- a mi entender, exageradamente--, ¿puede alguien demostrar que otros países tienen más libertad de prensa que la Argentina? ¿tienen idea de cómo llegar a eso? Y, además, ¿realmente creen que la prensa k es más democrática? Yo tengo pulseadas todos los días en los lugares donde trabajo. ¿Se puede hacer eso en la prensa estatal? Vamos, vamos, seamos sinceros. ¿O les parece bueno el debate político que hay todas las noches en canal 7? ¿El gobierno quiere democratizar más la información o controlarla más? Creo que la respuesta es obvia.
Anotado por: tenembaum | 24/11/08

25.11.08

no más preguntas señor juez


erradicar

tr. Arrancar de raíz, eliminar completamente algo, que se considera perjudicial o peligroso: erradicar una plaga, un mal social, una enfermedad.

erradicar

aniquilar, extirpar, quitar, eliminar, arrancar, exterminar, suprimir

21.11.08

Nelson Castro & Hermenegildo Sábat

Empecemos más o menos con Nelson Castro. Estaba leyendo a Hernán Casciari, el libro, España, decí alpiste, un genio Hernán, y a una hora determinada me fijé cómo iban Estudiantes y Argentinos.

Más tarde cambié a TN y me quedé mirando un rato al abogado cegetista, compañero diputado nacional Héctor Recalde, denunciante de tickets basura y defensor a ultranza de la quíntuple indemnización, si hiciera falta, y a un tal Lescurain de la UIA (de la Alamarosca) y Nelson haciendo el papel de ecuánime, repitiendo cada dos palabras, acá escuchamos a todos, nos interesaba el debate, pero él no decía nada. Leía un par de mensajes, se hacía el preocupado. Se sentó al lado del tipo de la cámara industrial, del lado de la patronal –estaban en mesas separadas, no sé por qué-, y le hablaba al representante de los trabajadores y de los ciudadanos por vía electoral, desde lejos, casi a los gritos. Recalde, ese grandísimo cuadro, que habla sólo de lo que sabe. Y sabe bocha.

Después vino un corte, y analizamos la realidad de las villas miserias feas y mal construidas con drogas delincuencia y gente fea y poco habituada al aseo correspondiente. Para tal fin, si la producción lo consigue, Nelson quería dos villas, y para hablar de esas dos villas, dos curas. Dos curitas buenos, de la línea Mujica, medio de izquierda, que les gusta el pobrerío. ¿Por qué mierda cada vez que tienen que poner una voz autorizada para hablar de las villas ponen un maldito cura, allende sea bueno? ¿Por qué no invitan pobres si quieren hablar de los pobres? Si quieren hablar de la villa, Nelson, inviten villeros, papi. Preguntale a los villeros las cosas que le preguntás a un cura sobre lo que ellos ven de los pobres. Basta de curas hablando de la pobreza. Que de la pobreza hablen los pobres, que no son mudos, ni están impedidos de llegar en remís, y que se mueren por conocer cómo es un estudio de televisión por dentro y estecharle las manos a Nelson y preguntarle de primera mano qué le pasó en el cogote para ir con el chisme al barrio.

Después iban a hablar de los hielos continentales y empezaban Los Pells y me pasé a Telefé, para bajar un poco -a Mirtha Busnelli dan ganas de que raptarla y obligarla a que sea tu madre, te críe y te inculque su sistema de creencias-. En el primer corte vi que Estudiantes y su mística copera superaban al correctísimo Bicho en La Plata y sin querer le pifié de botón y apareció Cristina desde Egipto contando cómo había sido el llamado de Obama, muy contenta, y aparece de repente la carucha rasurada al ras con ahínco adolescente de Nelson cargándola en vivo. La deliró en vivo. Deliró a la presidenta en la tele, con sorna. Le dijo Presidenta, una sonrisa irónica en la boca, seamos serios. Presidenta, parece que Obama llamó a una estrella de Hollywood por cómo lo cuenta, seamos serios. Somos grandes. Presidenta, somos grandes. Se abre el plano y lo vemos a Miguel Bonasso, que hasta donde tengo entendido está en el Gobierno porque lo voté y lo votamos para que acompañe al Gobierno, riéndose de la humorada de Nelson. Cuando la música subió, esa cortina de TN que suena parecida a todas las demás, Miguel se le acerco por sobre la mesa y le hizo algún comentario con una carcajada por rostro. Antes había hablado mal de esto de los hielos, que por suerte no vi. De las AFJP no dijeron ni mú.

Empecé a ver Los Pells de vuelta, y al rato quise ver en qué andaban los muchachos de la sección política del grupo Clarín, en el canal de noticias del Grupo, y me encontré a un viejo con cara de nerd y después me di cuenta que era una reunión de redacción del diario Clarín en la tele. Era Sábat. Tratado como un héroe por los mejores soldados en el uso de fierros mediáticos de la armada más exitosa entre los ejércitos periodísticos que tiene nuestro ispa. Usted sabe Maestro que lo admiramos. Usted sabe maestro que me toco pensando en usted. Maestro, puedo decirle Maestro, no Maestro, sí, Maestrulli, Maestro y Vaimann. Jorge, Maestro. Sí, esto, lo otro. Faltaba Adriana Brodsky. Maestro.

Fue la primera vez que vi a Sábat hablando de su trabajo en el diario. Lo había visto hablando de su arte. Excelente ejercicio para leer entrelíneas ver a Blanck y Van der Kooy contando intimidades. Políticos que lo admiran, Maestro, que el Maestro ya sabía. Que hay gente como Corach que no sólo no se enojaba sino que estaba orgulloso de sus dibujos y los tiene todos enmarcados en su despacho, a pesar de que lo hacen quedar como un enano pusilánime, qué grandeza de la de Corach. Mientras que Cristina se enoja tanto antes hubo otros que tenían menos moral que ella y no sólo no se molestaban sino que enmarcaban los insultos ilustrados del gran Hermenegildo. Contó, Sábat, Maestro, dibuje, Maestro, que él es sólo un artista que hace ilustraciones. Quién yo. Micky Vainilla. Sólo hago unos dibujitos.

Después contó un día de trabajo. Llego, me siento, me hago un capuccino La Virginia, me reúno con… con ustedes -no lo dijo, pero era obvio-. (Blanck y Van der Kooy asomados a la mesa a punto de encajarles un pico.) Y en base a lo que me dicen qué es la noticia, me informo, por Clarín, hago un dibujo en el que hago quedar mal a toda la clase política argentina, porque la política es sucia, sucia, sucia, por eso las alas y las galeras sólo las guardo para los Gardeles, los Troilos y los Bergara Leumans, después es todo malo, feo y sucio, como la política, y más los peronistas, que son mucho más sucios que Alfonsín, que era un viejito bastante simpático y muy buen orador, y se notaba que era buena gente. Más o menos así trabajo, pongo mi talento en función de los intereses corporativos de una empresa que apoyó todo lo peor de los últimos 35 años de la Argentina. Maestro, humille(sé).

Elija Maestro una caricatura de cada etapa. Bueno a mí me gustó una en la que Videla, Galtieri y Levingston aparecen como las viudas del poder. De Alfonsín una que una ola lo está tapando. De Menem una que Cafiero le dice que atienda el teléfono y Menem le responde con un gesto de ‘no, no quiero atender’, de Duhalde una que está sosteniendo a la República y de Kirchner una en la que demuestro que, palabras más, palabras menos, la pareja presidencial es la mala copia de algo que ya habíamos vivido antes, Perón y Evita, esa barbarie.

La tengo acá, la muestro al pie del post.

Mientras Sábat hablaba yo repasaba dos fascículos de ilustraciones de Clarín del Maestro, y las miraba y decía, realmente, es un genio, y decía, Maestro, y me interpelaba, qué hacemos con alguien como Sábat, alguien qué es un talentoso, pero trabajando para el enemigo. Sábat dibujando política desde el talento pero con una mirada apolítica y gorila, pero con una genialidad real, hablando con dos tipos, dos periodistas, de los mejores, también jugando en el mismo equipo, día a día buscando encontrarle la vuelta a la realidad para erosionar un gobierno por expreso pedido del dueño de las cosas, un tal Héctor Magnetto.

No tengo muchas respuestas, pero tampoco me parece que haya que tratarlo con más respeto del que merece, Sábat, Maestro.


sábat

17.11.08

f. mérides truchas

Ya que está, juguemos a adivinar de qué país es esta edición de Cuentos Chinos
cuentos chinos

imágenes binarias

El compañero Mariano mandó algunas imágenes binarias de aquellos aciagos días de la 125.
2 y 2.


nopositivo
sipositivo
nopositivo2
sipositivo2
Si te gustaron y querés más, acá tenés.

mc cain & abel

merkel y mccain

14.11.08

vida binaria

Héctor Magneto
Daniel Hadad
Jorge Lanata
Horacio Verbitsky
Marcelo Longobardi
Alfredo Zaiat
Juan José Sebreli
José Pablo Feinmann
Jorge Asís
Artemio López
Ana C.
Eva Row
Crítica
Página/12
Ernesto Tenembaum
Orlando Barone
Mauricio Macri
Daniel Scioli
Elisa Carrió
Cristina Fernández
Eduardo Duhalde
Néstor Kirchner
Revista Noticias
Revista Veintitrés
Patricia Bullrich
Graciela Ocaña
Beatriz Sarlo
Sandra Russo
Roberto Petinatto
Beto Casella
Alberto Rodríguez Saa
José Luis Gioja
Alfonso Prat Gay
Martín Redrado
Mariano Grondona
Mario Wainfeld
Miguel Ángel Broda
Eric Calcagno
Luis Barrionuevo
Hugo Moyano
Cecilia Pando
Hebe de Bonafini
Revista Cabildo
Caras y Caretas
Magdalena Ruiz Guiñazú
Estela de Carlotto
Nelson Castro
Alejandro Dolina
Gabriel Goity
Raúl Rizzo
La Razón
El Argentino
Jorge Fontevecchia
Sergio Spolsky
Jorge Bergoglio
Luis Farinello
Víctor de Genaro
Hugo Yasky
Claudio Lozano
Héctor Recalde
Felipe Solá
Antonio Cafiero
Pino Solanas
Leonardo Favio
Marcos Aguinis
Mempo Giardinelli
Susana Giménez
Marcelo Tinelli
La Lectora Provisoria
ArtePolítica
Georgina Bardach
La Tigresa Acuña
Joaquín Morales Solá
Ricardo Forster
Rodolfo Fogwill
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Mariano T.
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Recoleta
Lugano
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Juan Carlos Blumberg
Juan Cabandié
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Martín Caparrós
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MoCaSe
Coninagro
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Hugo Biolcatti
Alberto Samid
UCR
PJ
Santiago Kovadloff
Rafael Bielsa
Fernando Iglesias
Agustín Rossi
Cristiano Rattazzi
Carlos Heller
Aire y Luz
Maurice Watch
Carlos Melconián
Guillermo Moreno
Dario Gallo
Luis Bruschtein
Tabaré Vázquez
Hugo Chávez
Raúl Castells
Luis D'Elía
Guillermo Vilas
David Nalbandian
Fernando Peña
Coco Silly
Rodrigo de Rato
Joseph Stiglitz
Domingo Cavallo
Aldo Ferrer
María Eugenia Estenssoro
Diana Conti
Horacio Rodriguez Larreta
Daniel Filmus
Luis Juez
Daniel Aráoz