
4.8.11
6.12.10
militancia y redes sociales
- ¿De qué manera se pueden utilizar provechosamente las herramientas tecnológicas en la militancia política?
- Las herramientas que proporciona internet son muy importantes, y cada vez lo serán más. Existen los blogueros que generan contenidos o desarticulan las operaciones de los medios de comunicación. Algunos muy buenos. Pero siempre digo que el bloguero tiene un interés periodístico, algo de editor, una verticalidad entre el emisor y los receptores, que responde al viejo modelo de la comunicación tradicional, ya sea en papel, radial o audiovisual. Y para mí lo más interesante que se está dando, a donde me vuelco con más interés, es a los contenidos horizontales de las redes sociales. Todo esto es muy nuevo y no se sabe bien en qué terminará. Sin embargo, ese nuevo accionar en Facebook, o en Twitter, es un cambio radical en la manera de trasmitir conocimientos y relacionarse. El plano de igualdad de las comunicaciones 2.0 es el tema que se viene tanto para competir con los medios hegemónicos como para inventar nuevas maneras de comunicación aún no nacidas, o en ciernes.
- ¿Pueden servir los blogs y redes sociales para eludir el cerco informativo de los medios de comunicación? ¿Es necesario hacerlo?
- Sí, de hecho lo hacen. Y si es necesario para un solo tipo, es necesario. En las redes sociales las cosas no vienen a vos, vos tenés que armarte de una selección de relaciones que te permitan acceder a determinados contenidos. Si seguís a Flavia Palmiero, por ejemplo, y sin entrar en consideraciones sobre la actriz, no vas a enterarte del plan de Obras Públicas 2010 de la gobernación de Tucumán, ponele. Pero siguiendo a diez o más personas que comunican hechos o emiten opiniones, podés acceder a informaciones que por lo general en los medios tradicionales no dan. Además de poder interactuar con políticos, periodistas, pares y centrodelanteros uruguayos de la liga ucraniana.
- ¿Hay participación real en política a través de estas formas de comunicación?
Hay que dar un salto de lo virtual a lo real. Por suerte, hay gente que lo hace por uno muchas veces. Pero sí. De cualquier manera no reniego de la militancia virtual, es interesante que el tiempo de ocio de muchos pibes y pibas sea utilizado para discutir política o cualquier otra cosa que genere redes de personas afines. Después el salto a la realidad se da solo, por un tema humano. Hay al menos 10 experiencias que saltaron de lo virtual a lo táctil entre las que destaco la convocatoria de La Campora tras la muerte de Néstor Kirchner a militar, que juntó más de 400 chicos. También existen organizaciones nacidas en Facebook como el colectivo político-cultural “Negros de Mierda”. O, en Twitter, algunos amigos junto con quien esto escribe lanzamos el #picadonacypop, un espacio para darle a la pelota y conversar de cómo sigue el curso de la economía irlandesa. En Rosario ya hay una sucursal del picado, la primera experiencia federal.
- ¿Es la “militancia en la web” (o militancia 2.0) una nueva forma de militancia o es la misma con nuevas herramientas?
- No es territorial, es más atomizada. Nada reemplaza a la militancia territorial, que es la más importante y la más valiosa en términos políticos. Las redes sociales permiten a quienes no participaban de ninguna forma de militancia tradicional, militar, desde otro lado. También están quienes saltan de lo virtual a lo territorial. Y hay verdaderos militantes 2.0 que vaya uno a saber qué importancia tendrán en el futuro. A lo mejor en 10 años sean trascendentes los punteros del mouse.
18.11.10
6.10.10
29.9.10
G77


16.9.10
el bidón de brando
- Gustavo, teléfono.
(Dónde anidarás, mi canto te sale...)
- Sí.
- ¿Gustavo?
- Sí.
- Somos de la revista Brando.
- Ah, qué me hicieron en la cara muchachos.
- No boludo, soy yo.
- Ah pelotudo, ¿viste lo que me hicieron?
- Sí, parecés el vampiro Baco.
- Boludo, me dijeron mirá para allá, pum, y después con el potoshop le mandaron fruta.
- Obvio, si te fijás el vino que te cae en la cabeza no te puede nunca dejar esas marcas de sudor de malbec, ¿para mí te lo hicieron por kirchnerista?
- Vos decís.
- Sí, tenían todo preparado para venderte bien pero justo saliste en 678 y te mandaron al muere, pensá que son del Grupo La Nación.
- Puede ser.
- Bueno, te dejo Gus, mandale saludos a Barone.
- La puta que te parió.


9.9.10
Fierro #47


23.5.10
all boys, newell's
Desde el año pasado ayudo a los chicos de All Boys y nada más a diseñar su revistita partidaria. Los acompañé en todo este proceso de Pepe Romero que culimina con el ascenso al Fútbol Para Todos 3 a 0 en el Gigante de Arroyito. Este es el número de la semana pasada, estoy ansioso de diseñarle el histórico número que viene.
¡Felicitaciones al Albo!


12.5.10
selección nacional (y popular)
24.4.10
la verdad


13.4.10
sueñero
Cita re originial de Karl Marx. El 18 brumario de Luis Bonaparte, 1851-52.
Se acaba de (re)editar El Sueñero; la historieta completa del maestro Enrique Breccia, una de las pocas obras de arte de la cultura peronista.
Una muestra:
¡Se marean!
Pocas veces una reedición fue tan oportuna en terminos históricos: ¡los ghori-lhas han vuelto!
En realidad nunca se fueron; lo que volvió fue el peronismo, manejala.
25.1.10
gilda
Gilda. Apología de la mujer muerta«La esperanza o la fe sólo surgen en la oscuridad o en la desesperación»
—John Berger—
Vino al mundo otra mesías, nacida en la tierra santa de Villa Devoto, con el nombre de Miriam Alejandra Bianchi, bautizada GILDA en honor a una película protagonizada por Rita Hayworth, el 11 de octubre de 1961, consagrada por esta desesperación que invoca a gritos todos los milagros, en un mundo sin héroes que necesita con urgencia reinventar todos los mitos, todos los dioses y todas las magias, ya.
Había en el principio una chica llena de fantasías, en muchos casos incapaz de diferenciar los sueños de la realidad (característica suficiente para la santidad), un padre enfermo y un baúl con ropa vieja para que la nenita jugara a la cantante. No mucho más que eso. Había una mudanza a Lugano y una tristeza donde el ensueño conjugaba al dolor y una sonrisa difícil de olvidar. Y una adolescente con problemas de anorexia (obsesionada por la composición de los alimentos hasta el fin de sus días). Y había una maestra jardinera que tocaba temas en la guitarra (uno de ellos lo llegó a interpretar Flavia Palmiero cuando todavía Macri no estaba en la vida de la conductora de «La ola verde» y nuestra inocencia nos llevaba a creer que sólo noviaba con el Señor Televisor); sí, había una chica que componía canciones y una chica y una guitarra han sido, son y serán siempre una combinación peligrosa. Había eso y no mucho más. Y era suficiente.
GENEALOGÍA Y LOS CONVOCADOS
I) Era prima segunda del motonauta Daniel Scioli, duro y frío como una heladera (y otras sustancias que no vienen al caso). Su familia abominaba el género tropical, razón suficiente como para valorar aún más su abdicación.
II) La renuncia del Mesías:
Hubo un convocado. Fue Palito Ortega. El chico de origen humilde que llegó de la provincia, vendió café para sobrevivir y llegó a la fama (dios y Gilda no permitan que a presidente, una historia que a Hollywood le encantaría). Pero perdió su gran oportunidad, fue casi el Judas de esta historia, cometió un grave error: no murió. Tuvo hijos famosos. Se dejó tentar por la política (la única y auténtica voz de todos los demonios). Corrompió su alma. Otra vez será.
LA EDAD DE SATURNO
Los 28 años marcan un importante tránsito astrológico: el primer retorno de Saturno. Es una etapa de decisiones que marcarán el resto de nuestra vida, el instante en que una puerta con nuestro pasado se cierra para siempre. Es el momento en que una mujer llamada Miriam, con dos hijos y un matrimonio en ruinas se juega por un sueño con el color de un imposible. Responde a la convocatoria de Toti Giménez (su descubridor y posterior compañero). Todo cambia de pronto, porque bien sabemos que todo comienzo es otra forma de morir. Toti abandona a Ricky Maravilla en su mejor momento para seguir a Gilda (lo bien que hizo). Miriam ha muerto para siempre. Comienza la leyenda.
«Antes de su muerte no la conocía nadie» -declaró la pródiga en carne (no así en verbo) Lía Crucet. No es así, la música de Gilda se impuso con la violencia de la autenticidad, a base de buenas canciones. «Porque tengo el corazón valiente prefiero amarte y después perderte» cantó. Ya en esa época había gente que le acercaba a sus niños para que los bendijera. Se impuso con su sonrisa serena y belleza reposada, mientras los representantes buscaban mujeres sobrealimentadas. Por ejemplo aquellos estupendos versos «negrito cuando yo bailo, si bailo de noche y día, a todos los vuelvo locos con mi pollera amarilla» en los abultados labios de la bomba tucumana despertaban la pulsión del instinto, la sexualidad animal, incluso la violencia (cosas como apagar cigarrillos en la piel ¿No?). En cambio, en la voz dulce de Gilda, sólo despiertan algo de pícara simpatía, de complicidad familiar o, en el vocabulario de las perversiones, la cara más blasfema del deseo: profanar la pureza.
ASTROBABY Y EL SER NACIONAL
I) Recordemos que nació bajo el signo de Libra, el signo de Lennon y Gandhi, caracterizado por el amor a la belleza y el arte por sobre todas las cosas, el signo de hoyuelos de sonrisas inolvidables y la duda eterna de la balanza que no logra reposo. El signo que necesita desesperadamente, como ningún otro, completarse en el otro, ser en el otro y con el otro. La profusión de planetas en Escorpio explica su vida post mortem, su vida después de la vida, su vuelta de las cenizas, ese magnetismo absoluto. Hay una característica más del signo: llámase empatía a la capacidad de captar instintivamente lo que los demás esperan de uno. ¿Querían una santa? Allí la tienen.
«Padre, si es tu voluntad que yo beba de esta copa...» dice un Jesús atribulado y abandonado poco antes de la crucifixión.
II) Hay nombres que se instalan con violencia en el inconsciente colectivo. María Soledad, por ejemplo. Cuando Catamarca le ganó de mano a David Lynch y la fiesta del poder no era en Roma precisamente. Esa nenita con ganas de ser alguien, re-zarpada de merca en una disco, ultramansillada, devuelta a casa en una bolsa de plástico. Surge entonces una pregunta que conlleva en sí misma la obviedad de su respuesta: ¿hubiera tenido tanto éxito la pseudofolklorista Soledad si se hubiera llamado, por ejemplo, Marta? Claro que no. Nadie se llena de plata por revolear un poncho con cara de alpargata. Definitivamente, el nombre nos marca. MARADONA, por ejemplo. Con ese apellido al arco no podía ir. Tenemos la santa que nos merecemos.
LA ABDICACIÓN
Había una chica de clase media de Devoto, admiradora de Tina Turner y Vox Dei y no mucho más que eso. Una chica de clase media que baja de la montaña para dedicarse a la música mal vista, la música de los negros, la grasada, la música popular, la música que no tiene cabida en los grandes medios, el tacho de basura de los intelectuales, la diversión, el baile ritual, la entrada sin discriminación vip, de los que no van a Ghandi, los que no se visten a la moda del neofascismo rocker, los ilegales que aún resisten en sus reductos la globalización cavallista flúo rave. Había una chica que disfrutaba la bailanta junto a su público y no mucho más que eso. Y era suficiente.
CONSTITUCION. UNA POSTAL.
Una voz se escucha en el territorio más salvaje de la ciudad, donde todas las tribus confluyen y el sueño de la mañana iguala los ojos de los pasajeros y el olor a jabón y las mochilas y las carteras y los tacos y las historias mueven hacia el pan de cada día y entre putas y policías y vendedores callejeros y aglomeramientos una voz dulce parece sugerir «si creyeras, si tan sólo creyeras» afirmando que nadie puede nunca arrepentirse de ningún amor.
EL MITO
Un mito es como una llamarada. Una vez que el fuego ha prendido al aire sólo logrará avivarlo. Todo empieza cuando una niña afirma que su madre suicida se curó escuchando a Gilda (quien esto escribe se curó escuchando a Lou Reed pero eso no importa, esta no es una revista popular, es un medio enfermo para personas con obsesiones, intelectualiza pasiones y al hacerlo las degrada, tan sólo palabras, basura de cuarto orden, chicos con problemas). Luego llegó otra mujer y le imploró «Gilda, cúrame», y luego otra. Jesucristo decía «Ve en paz, tu fe te ha curado». Claras eran las palabras del maestro. Era la fe. Esto nos lleva a pensar que la existencia o no de dios ha sido, es y será un problema menor: si dios no existiera, nuestra fe, nuestra necesidad, nuestro horror y nuestra desesperación lo hubieran creado.
I) LA ACTITUD.
«Sheena es una rockera punk» cantaban los Ramones. ¿Fue Gilda una rockera punk? Probablemente sí, probablemente no. Fue fiel al axioma punk «vive rápido y deja un cadáver bonito» (sabemos que los mitos no envejecen) pero su actitud, decididamente, no era rocker. Jamás le confiaríamos nuestra sobrinita a Sid Vicius. Pero lo haríamos sin dudar con Gilda. Está bien que Iggy Pop nos diga «FUCK OFF». Pero cuando Gilda nos canta «Fuiste»... guau, eso duele.
II) Su sueño era dignificar la música popular, ser la abanderada
de ese movimiento. Vaya si lo logró. ¿Tuvo que morir para hacerlo? Con toda la razón del mundo hubiera despreciado esta nota, hubiera execrado de esta mirada pseudoantropológica sobre la música popular porque cualquier mirada antroposociocientífica o literaria es ante todas las cosas un prejuicio, un preconcepto, un acto despreciable.
(Ya que viene al caso digamos que las preguntas «para qué creó dios el universo» o «para qué se escribe» admiten tres respuestas posibles:
Para glorificarse.
Para conocerse a sí mismo.
Para nada.
En fin, no venía al caso).
LLOVÍA
Llovía la tarde del 7 de septiembre de 1996 en el Km 129 de la ruta nacional 12 (también conocida como la ruta de la muerte). Al otro día apenas unos pocos diarios publicaron la noticia de que en un accidente habían muerto una cantante llamada Gilda y sus bailanteros al colisionar contra un camión. En el accidente también murió su madre y su hija Mariel. Hay un dato que no debemos pasar por alto. Gilda murió a los 34 años (la edad del sol, la edad mística, la edad de los profetas), dos números que suman siete, en un choque ocurrido a las siete de la tarde en el que murieron siete personas. Siete son los colores primarios. Siete los días de la semana. Siete los mares. Siete los dones del espíritu santo. Siete las notas musicales. Siete es el número rector de Neptuno, planeta de la renuncia, el misticismo absoluto, lo nebuloso, las emociones, las reclusiones, la santidad.
LLUEVE (EPÍLOGO)
Es un miércoles de primavera. Son las 17 horas. Llovizna. Bajo del subte línea B en la estación Lacroze. Entro al cementerio de la Chacarita con paso decidido. Inevitablemente noto que he elegido el camino correcto. Me acerco a un hombre de mediana edad que arregla el césped alrededor de una bóveda, y le pregunto por el pabellón 24.
—¿Gilda? —me dice sonriendo casi con alegría.
—Sí— respondo sintiéndome descubierto.
—Es ahí nomás, subiendo esa escalera ¿ves? —indica con la satisfacción propia de quien siente que está haciendo una obra de bien.
Subo los peldaños grises y cada paso me permite divisar con más amplitud la llovizna sobre la necrópolis. Nichos, largos pasillos en penumbras, deshabitación... Me detengo donde veo a cuatro o cinco personas rezando, me acerco y en silencio me uno a la plegaria... No ocurren demasiados milagros, sólo se corta la luz en el gigantesco pabellón.
Dos chicas se acercan. Un enterrador se ofrece de guía turístico.
—Esta es Gilda —dice tocando el nicho 3635.—Esta es la mamá —-dice tocando el nicho contiguo— y ésta es la hija —tocando el nicho de abajo.— Si necesitan algo me avisan.
Pasan algunos minutos y las personas se van retirando, luego de acariciar el mármol o la foto de Gilda. Sólo permanece una chica morocha con una camperita azul y un pantalón gris, con los ojos cerrados, en una actitud de religiosidad conmovedora. Quisiera preguntarle qué está pidiendo pero definitivamente no puedo hacerlo, aunque llevo mi grabador encima. Se estira hasta acariciar la foto de Gilda y se va caminando despacio, igual de ensimismada. Entonces, solo frente al mito, permanezco rezando. Al salir, veo a la chica de la camperita azul bordeando el cementerio caminando muy despacito bajo la llovizna. Pronto será de noche, cruzo la avenida y creo que volveré aquí justamente por eso, porque pronto será de noche, a clamar por todos los milagros, porque anochece y no puedo arrepentirme de este amor.
(Nota publicada en Vestite y Andate número diez)


11.12.09
tapa del año


27.10.09
Heraldo Radar y Los 40 de Anagrama
Hubo un tiempo, remoto, en el que no compraba Página/12 los domingos. Nunca, o casi, lo compré entresemana. Me remonto entonces a ese tiempo impreciso en donde el suplemento Radar era una novedad, cuando era exótico, cuando tenía menos de 20 años. En aquel tiempo me impresionaba ya la calidad de ese suplemento cultural, lejos, el mejor de la Argentina, mil veces mejor que los más contemporáneos Ñ o Adn. Aunque en estos días no esté saliendo genial, o es que no me importa tanto ya su temática, o es que me cansé, o es que tengo mucho para leer.
Cuando empecé a comprar el Página del domingo me fue imposible tirar los Radares, no sé por qué, me parecían más “trascendentes” que un suplemento de un diario. Se me hacían revistas. Las revistas no las tiro, las tengo todas juntando polvo en algún lugar no tan transitado de la casa. Guardo hasta revistas de interés general. Tengo la colección incompleta de TXT (me falta una). Tengo revistas que no existen más, revistas que siguen existiendo y hasta “publicaciones” que no llegan ni a “revistas”.
Tengo algunas Latido, Veintiuno (la del agujero), Gente, TresPuntos (la de Astiz), Cerdos & Peces, Vestite y Andate, La Mano, Un Caño, Veintidós, Patoruzú, Caras y Caretas (viejas y nuevas), Bipolar, UrbanConexion, G7, El Gráfico, Veintitrés, Caras, RollingStone, Plan V, Goles, Inrockuptibles, La García, etcétera.
Fiel a este sentimiento acopiador durante mucho tiempo guardé las Radar, que son inguardables, porque se amarillean, se llenan de polvo, más de lo normal, pero, especialmente, porque precisan de un volumen, de un espacio, que no tengo. Así que les conseguí una caja y las metí adentro y las subí a una baulera.
(Vale aclarar -ese es el motivo del post- que no llego a leerlas nunca, entonces las guardo, y un día de agosto frío y húmedo que vendrá, o un día de febrero cálido y húmedo que también vendrá, repaso los números, leo las notas que quedaron en espera, y las guardaba.)
Las guardaba hasta que tuve que hacer fuerza para que entren en la caja. Hasta que aún haciendo fuerza ya se sobresalían. En ese momento me vi obligado a una tarea ciclópea, que incluyo varios días húmedos, y que resonaron en mi nariz con la prepotencia de la alergia: repasar de todos los números los que sí debía guardarme y tirar los demás, para celebración de un cartonero. Los motivos que inclinaron la sobrevida de un puñado de Radares fueron esencialmente dos: o una gran nota o una gran tapa de Alejandro Ros, diseñador gráfico del suplemento y genio no reconocido de Las Artes.
Ya sería hora de que a alguien se le ocurra editar Radar en un formato más práctico, para guardar, para leer en el trasporte público de pasajeros, para que se convierta en una revista hecha y derecha (y no echarla). Como el suplemento Soy, sería genial, pensalo Sokolowicz.
Y sucede, ahora sí voy al tema, que Página/12 trae una cantidad de información que nadie con una trabajo estable y una vida social normal puede asimilar.
Divido lo urgente de lo que puede esperar. Las que son de lectura obligatoria, porque hay muchas cosas que ya ni miro. Primero leo lo que mañana será viejo. Dejando para después todo lo demás. Que hay veces, pocas, que se puede leer, ese todo lo demás, el mismo domingo. Sumado a todo esto que ahora escribo en Miradas al Sur y que a lo ya sumamente largo de la lectura dominguera le tengo que añadir una lectura concienzuda del Miradas.
A continuación las cosas que no leo de Página/12: críticas de libros (salvo a Fernando Bogado y a Ángel Berlanga), Santiago O’Donnell, no leo más deporte que una buena nota de Veiga (y los horarios de los partidos), no leo espectáculos (a condición de algo muuuy interesante), no leo temas de género, no leo política internacional, no leo policiales, no leo a Kollman.
Parece que no leo nada, que compro el diario al pedo. Pero ya una nota de Verbitsky diagramada en letra normal en hojas de un libro serán, más o menos, 8. Adicionale a Natanson, y tenés otras 3. Sumale a Wainfeld, ¿4 más? Añadile la contratapa, ocasional, que serán otras 3. Alguna pavadita, una entrevista, El baúl de Manuel, la contratapa de Cash, muy pocas veces la contratapa de Turismo, si tenemos suerte, nada más, pirulo y chistes, ¿cuánto sale? Mínimo, te colaste, 25 páginas.
Si a esto le agregás las notas (muy interesantes) de Radar, las que querés leer por gusto ese domingo, el suplemento de Feinmann del peronismo (que lo leo entresemana o todo junto cuando se acumulan más de 5), me pregunto, ¿a quiénes se están dirigiendo con la colección reciente de Los 40 de Anagrama?
40 libros de la famosa editorial española, creía semanales, gracias a un dios, cada 14 días. Porque no tenemos tiempo.
Me pongo contento cuando sacan una colección de algo que no me interesa, llegan a ese punto, por ejemplo la colección completa de Bayer, que, todo bien con Osvaldo, pero no me voy a colar su legado en cuatro meses.
Pero no, a los señores se les ocurre sacar una colección más que muy súper interesante (¡a 9 pesos!) con los siguientes títulos, por orden cronológico:
César Aira: Váramo; Pedro Almodóvar: Patty Diphusa; Martin Amis: Visitando a Mrs. Nabokov; Paul Auster: La habitación cerrada; Alessandro Baricco: Los bárbaros; Djuna Barnes: Humo; Julian Barnes: La mesa limón y otros cuentos; Mario Bellatín: Damas chinas; Thomas Bernhard: Sí; Jean Baudrillard: La izquierda divina; Roberto Bolaño: La universidad desconocida (fragmentos); Pierre Bordieu: Sobre la televisión y otros artículos; Jane Bowles: Placeres sencillos; Charles Bukowski: Escritos de un viejo indecente y otros relatos; Raymond Carver: Catedral y otros cuentos; Noam Chomsky: El gobierno en el futuro; Colette: Dúo; Copi: Virginia Woolf ataca de nuevo; Roald Dahl: Relatos de lo inesperado; H. M. Enzensberger: El perdedor radical; Michel Foucault: Nietzsche, Freud, Marx; Witold Gombrowicz: Autobiografía sucinta, textos y entrevistas / Correspondencia con Jean Dubuffet; Michel Houellebecq: El mundo como supermercado; Ryszard Kapuscinski: La guerra del fútbol; Hanif Kureishi: Mi hermosa lavandería; V. I. Lenin: Testamento político; Pedro Lemebel: Loco afán; Groucho Marx: Las cartas de Groucho; Ian McEwan: Primer amor, últimos ritos; Vladimir Nabokov: Una belleza rusa; Amélie Nothomb: Cosmética del enemigo; Kenzaburo Oé: La presa; Alan Pauls: Historia del llanto; Ricardo Piglia: Prisión perpetua; Oliver Sacks: Un antropólogo en Marte y otros relatos; W. G. Sebald: Sobre la historia natural de la destrucción; San Shepard: El gran sueño del paraíso; Antonio Tabucchi: El ángel negro y otros cuentos; Tom Wolfe: Las décadas púrpuras; y Alejandro Zambra: Bonsai.
¿Cuándo quieren que lea esos libros?
Y algunos subestiman a Página/12 porque dicen que es oficialista.
Andá a comprar la colección de Aguinis.
Andá a comprar recetas de Francis Mallmann.
Andá comprar la Luz.
Andá a comprar la revista C.
Andá a comprar la Viva.
Andá a cagar.
8.9.09
consumos y costumbres

Por más que vienen de las antípodas, los chinos demostraron que entienden el Conurbano mucho mejor que un ejecutivo que vive en La Horqueta separado por pocas cuadras de la villa La Cava.
Los emprendedores que lideran las empresas o marcas que lograron amoldar sus propuesta a las necesidades de los más pobres, lo hicieron a contramano de lo que dice el marketing (...) Un ejemplo muy claro es Marolio (...) una marca paraguas (...) de más de 60 rubros, a pesar de que los manuales indiquen que las extensiones de línea muy amplias terminan impactando negativamente en el producto original.
Creo que hay un componente de clase muy importante (...) que en el caso de la Argentina es aún más notorio debido a la gran brecha de ingresos entre los segmentos más pobres y los más ricos.
Alfredo Sainz
Entrevista de Sueños Compartidos
Revista de la Fundación Madres de Plaza de Mayo
16.7.09
Romeo Macri

27.4.09
¿por qué eh...?


23.12.08
Morales Solá y la política del alma perfecta, por JJ Becerra
Comparto con ustedes un artículo de Juan José Becerra que me pasó mi hermano, Política del alma perfecta, sobre Joaquín Morales Solá y los umbrales morales inalcanzables del deber ser. Está en la revista Otra Parte que no sé dónde se consigue pero debe ser buena.