Hubo un tiempo, remoto, en el que no compraba Página/12 los domingos. Nunca, o casi, lo compré entresemana. Me remonto entonces a ese tiempo impreciso en donde el suplemento Radar era una novedad, cuando era exótico, cuando tenía menos de 20 años. En aquel tiempo me impresionaba ya la calidad de ese suplemento cultural, lejos, el mejor de la Argentina, mil veces mejor que los más contemporáneos Ñ o Adn. Aunque en estos días no esté saliendo genial, o es que no me importa tanto ya su temática, o es que me cansé, o es que tengo mucho para leer.
Cuando empecé a comprar el Página del domingo me fue imposible tirar los Radares, no sé por qué, me parecían más “trascendentes” que un suplemento de un diario. Se me hacían revistas. Las revistas no las tiro, las tengo todas juntando polvo en algún lugar no tan transitado de la casa. Guardo hasta revistas de interés general. Tengo la colección incompleta de TXT (me falta una). Tengo revistas que no existen más, revistas que siguen existiendo y hasta “publicaciones” que no llegan ni a “revistas”.
Tengo algunas Latido, Veintiuno (la del agujero), Gente, TresPuntos (la de Astiz), Cerdos & Peces, Vestite y Andate, La Mano, Un Caño, Veintidós, Patoruzú, Caras y Caretas (viejas y nuevas), Bipolar, UrbanConexion, G7, El Gráfico, Veintitrés, Caras, RollingStone, Plan V, Goles, Inrockuptibles, La García, etcétera.
Fiel a este sentimiento acopiador durante mucho tiempo guardé las Radar, que son inguardables, porque se amarillean, se llenan de polvo, más de lo normal, pero, especialmente, porque precisan de un volumen, de un espacio, que no tengo. Así que les conseguí una caja y las metí adentro y las subí a una baulera.
(Vale aclarar -ese es el motivo del post- que no llego a leerlas nunca, entonces las guardo, y un día de agosto frío y húmedo que vendrá, o un día de febrero cálido y húmedo que también vendrá, repaso los números, leo las notas que quedaron en espera, y las guardaba.)
Las guardaba hasta que tuve que hacer fuerza para que entren en la caja. Hasta que aún haciendo fuerza ya se sobresalían. En ese momento me vi obligado a una tarea ciclópea, que incluyo varios días húmedos, y que resonaron en mi nariz con la prepotencia de la alergia: repasar de todos los números los que sí debía guardarme y tirar los demás, para celebración de un cartonero. Los motivos que inclinaron la sobrevida de un puñado de Radares fueron esencialmente dos: o una gran nota o una gran tapa de Alejandro Ros, diseñador gráfico del suplemento y genio no reconocido de Las Artes.
Ya sería hora de que a alguien se le ocurra editar Radar en un formato más práctico, para guardar, para leer en el trasporte público de pasajeros, para que se convierta en una revista hecha y derecha (y no echarla). Como el suplemento Soy, sería genial, pensalo Sokolowicz.
Y sucede, ahora sí voy al tema, que Página/12 trae una cantidad de información que nadie con una trabajo estable y una vida social normal puede asimilar.
Divido lo urgente de lo que puede esperar. Las que son de lectura obligatoria, porque hay muchas cosas que ya ni miro. Primero leo lo que mañana será viejo. Dejando para después todo lo demás. Que hay veces, pocas, que se puede leer, ese todo lo demás, el mismo domingo. Sumado a todo esto que ahora escribo en Miradas al Sur y que a lo ya sumamente largo de la lectura dominguera le tengo que añadir una lectura concienzuda del Miradas.
A continuación las cosas que no leo de Página/12: críticas de libros (salvo a Fernando Bogado y a Ángel Berlanga), Santiago O’Donnell, no leo más deporte que una buena nota de Veiga (y los horarios de los partidos), no leo espectáculos (a condición de algo muuuy interesante), no leo temas de género, no leo política internacional, no leo policiales, no leo a Kollman.
Parece que no leo nada, que compro el diario al pedo. Pero ya una nota de Verbitsky diagramada en letra normal en hojas de un libro serán, más o menos, 8. Adicionale a Natanson, y tenés otras 3. Sumale a Wainfeld, ¿4 más? Añadile la contratapa, ocasional, que serán otras 3. Alguna pavadita, una entrevista, El baúl de Manuel, la contratapa de Cash, muy pocas veces la contratapa de Turismo, si tenemos suerte, nada más, pirulo y chistes, ¿cuánto sale? Mínimo, te colaste, 25 páginas.
Si a esto le agregás las notas (muy interesantes) de Radar, las que querés leer por gusto ese domingo, el suplemento de Feinmann del peronismo (que lo leo entresemana o todo junto cuando se acumulan más de 5), me pregunto, ¿a quiénes se están dirigiendo con la colección reciente de Los 40 de Anagrama?
40 libros de la famosa editorial española, creía semanales, gracias a un dios, cada 14 días. Porque no tenemos tiempo.
Me pongo contento cuando sacan una colección de algo que no me interesa, llegan a ese punto, por ejemplo la colección completa de Bayer, que, todo bien con Osvaldo, pero no me voy a colar su legado en cuatro meses.
Pero no, a los señores se les ocurre sacar una colección más que muy súper interesante (¡a 9 pesos!) con los siguientes títulos, por orden cronológico:
César Aira: Váramo; Pedro Almodóvar: Patty Diphusa; Martin Amis: Visitando a Mrs. Nabokov; Paul Auster: La habitación cerrada; Alessandro Baricco: Los bárbaros; Djuna Barnes: Humo; Julian Barnes: La mesa limón y otros cuentos; Mario Bellatín: Damas chinas; Thomas Bernhard: Sí; Jean Baudrillard: La izquierda divina; Roberto Bolaño: La universidad desconocida (fragmentos); Pierre Bordieu: Sobre la televisión y otros artículos; Jane Bowles: Placeres sencillos; Charles Bukowski: Escritos de un viejo indecente y otros relatos; Raymond Carver: Catedral y otros cuentos; Noam Chomsky: El gobierno en el futuro; Colette: Dúo; Copi: Virginia Woolf ataca de nuevo; Roald Dahl: Relatos de lo inesperado; H. M. Enzensberger: El perdedor radical; Michel Foucault: Nietzsche, Freud, Marx; Witold Gombrowicz: Autobiografía sucinta, textos y entrevistas / Correspondencia con Jean Dubuffet; Michel Houellebecq: El mundo como supermercado; Ryszard Kapuscinski: La guerra del fútbol; Hanif Kureishi: Mi hermosa lavandería; V. I. Lenin: Testamento político; Pedro Lemebel: Loco afán; Groucho Marx: Las cartas de Groucho; Ian McEwan: Primer amor, últimos ritos; Vladimir Nabokov: Una belleza rusa; Amélie Nothomb: Cosmética del enemigo; Kenzaburo Oé: La presa; Alan Pauls: Historia del llanto; Ricardo Piglia: Prisión perpetua; Oliver Sacks: Un antropólogo en Marte y otros relatos; W. G. Sebald: Sobre la historia natural de la destrucción; San Shepard: El gran sueño del paraíso; Antonio Tabucchi: El ángel negro y otros cuentos; Tom Wolfe: Las décadas púrpuras; y Alejandro Zambra: Bonsai.
¿Cuándo quieren que lea esos libros?
Y algunos subestiman a Página/12 porque dicen que es oficialista.
Andá a comprar la colección de Aguinis.
Andá a comprar recetas de Francis Mallmann.
Andá comprar la Luz.
Andá a comprar la revista C.
Andá a comprar la Viva.
Andá a cagar.
13 comentarios:
Lo que hay que acopiar son los libros.
Mi biblioteca crece según una función y = 0.106 x, donde y es los libros que se juntan en la biblioteca, and x los días desde que empece a leer. En realidad sería
y= 10 + 0.106 x, porque 10 sería la ordenada al origen, más o menos los libros que antes de saber leer ya estaban en la biblioteca. Esta ecuación da aprox. un libro nuevo cada 10 días.
Mi ritmo de lectura es, naturalmente, más bajo: a lo largo de mi vida andará en y= 0.05 x o menos. Tuve una época de adolescente muy pajero, en la cual no leía nada, pero tampoco compraba (habría que chequear las ecuaciones) Por lo tanto mi biblioteca crece a un ritmo que supera mi capacidad de consumo, generando estantes enteros que son una vergüenza, porque están llenos de libros que no leí y que solo leeré si no me caliento antes con otro que compre y lea de un saque. O lo peor: los prestados, que son urgentes (o te los afanás, que es otra opción).
Pienso que hay libros que deben odiarme. Ej.: Borges en Sur, comprado por el 2000, o Recuerdos de Provincia, afanado de la biblioteca del club forever en 2001... ojo: era una biblioteca abandonada, los salvé de la ignominia, de la humedad y las polillas...soy como una Nicole Neuman adoptadora de libros de la calle.
(si te sobran libros, yo te los cuido)
naahh si no hay columna de la valeria mazza yo no la compro.
ziggyplayguitar.-
Y una edicion bastante buena, al menos no se deshacen en dos dias como solian salir los libros de pagina/12...
Si alguien quiere libros yo dono. A mi edad quiero una biblioteca selecta. Io sono minimalista.
yo la de bayer la compre toda aunque se que muchos ni los voy a leer, otros los pienso leer cuando tenga más tiempo, y otros ya los lei, como el de di giovani.
El tema es que el quioskero me los trae todos los domingos, porque compro los diarios sólo los domingos, y si una semana no le compro el libro, a la otra no me lo trae. Estoy en un problema porque queda a la vuelta de mi casa y me da mucha fiaca caminar 15 cuadras para conseguir el libro, así que los compro de prepo, y me entusiasmo cuando llegan los que me interesan, los demas los puedo regalar o tenerlos ahí, juntando polvo... no nos vamos a poner jodidos con un libro a 9$
No lees a o'Donnell? Fue buena la nota del domingo.
Yo leo todo, incluido feinmann, no leo medio oriente, ni espectaculos, ni deportes y mucho menos la radar (solo las fotos y los titulos).
Para los que digan que Página es un pasquin del oficialismo que lean la nota de Wainfeld del domingo.
"(...) una cantidad de información que nadie con una trabajo estable y una vida social normal puede asimilar." Esa frase subsume mi sensación cotidiana, si le agregamos un par de materias de la facultad, varios blogs y notas que me imprimo en el laburo, para leer en el viaje, viste? (mismo viaje al que destino la lectura de los suplementos que no llegué a leer el domingo....pero el tema es que para leer todo lo que me propongo en el viaje, debería ir todos los días a Rosario, mínimo!!!)
En fin, a este paso, los libros se siguen acumulando...hasta que se haga realidad mi sueño...un sponsor o mecenas que me mantenga mientras yo me dedico a estudiar, leer, pensar y etcéteras por el estilo.
Un abrazo compañeros!
"(...) una cantidad de información que nadie con una trabajo estable y una vida social normal puede asimilar." Esa frase subsume mi sensación cotidiana, si le agregamos un par de materias de la facultad, varios blogs y notas que me imprimo en el laburo, para leer en el viaje, viste? (mismo viaje al que destino la lectura de los suplementos que no llegué a leer el domingo....pero el tema es que para leer todo lo que me propongo en el viaje, debería ir todos los días a Rosario, mínimo!!!)
En fin, a este paso, los libros se siguen acumulando...hasta que se haga realidad mi sueño...un sponsor o mecenas que me mantenga mientras yo me dedico a estudiar, leer, pensar y etcéteras por el estilo.
Un abrazo compañeros!
Lic. Baleno, yo le acepto las donaciones. A fin del año pasado se me quemó íntegra la biblioteca, y a mi edad todavía sueño con un escritorio rodeado de estantes llenos de historias y polvo.
Los 40 de Anagrama a mí me vienen como anillo al dedo, más cada 14 días que es tiempo cómodo para dedicarles una lectura.
Para el recuerdo: También tenía mis cajas con Radares que nunca pude tirar. Y una nota, separada adentro de una caja con papeles, flotaba en agua de bomberos cuando la salvé. Hoy vuelve a llenarse de polvo entre paredes de cartón...
hay que digitalizar todo lo que se pueda
En los primeros años de Radar tuvo mucho que ver Juan Forn, un escritor que, después de casi crepar por los excesos, largó la dirección de Radar y se fue a vivir tranquilo con su familia a Gesell, lejos de los amigotes de la joda. Hay una recopilación de notas que sacó en Radar. El libro se llama La tierra elegida y es más que recomendable.
Me pasa lo mismo con las Radar de antes...con las revistas... con la imposibilidad de leer... y con los libros de Anagrama.....
Cuál es la txt que te falta? Si la tengo, te la canjeo por la Radar de Bukowski.
Estimados:
Escribí un post sobre los primeros 20 libros de la colección: www.cronicasdecalle.com.ar . Están más que invitados a darle un vistazo.
Saludos...
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