8.3.11
21.10.10
Blackie en busca de una filosofía para la tele
La tv en busca de una filosofía
La televisión lanzó sus primeras imágenes allá por 1951. Desde entonces y hasta el día de hoy, el más joven de los medios de difusión ha batallado para conseguir su lugar bajo el sol. Su historia está llena de vaivenes que van desde su origen de orden casi político, a la solitaria actuación del canal 7, de carácter estatal pero siempre teniendo una orientación semicultural y semicomercial; y abarca el período de la franca competencia con los canales 9, 11, 13, 2 que salieron al aire con una programación totalmente empresaria y comercial.
Así planteadas las cosas es necesario definir las áreas a las cuales está sujeta nuestra televisión. En Europa el estilo es absolutamente distinto ya que el Estado controla las emisiones a través de diversos sistemas, y propugna una televisión con poco o nada de publicidad comercial, usando para atender los gastos de producción, manutención de los estudios y todo lo que hace a una planta televisiva, el dinero que ingresa en concepto que se cobra a cada usuario. De hecho, entonces, el método y la línea son absolutamente diferentes a los que rigen a la televisión norteamericana que es la que ejerce su área de influencia sobre la TV latinoamericana. En este caso las programaciones son realizadas con un definido y lógico criterio de beneficios comerciales, ya que el único ingreso que tienen los canales es la publicidad. A través de una filosofía de esta índole, los canales argentinos se manejan con un fuerte sentido competitivo, en el cual influye notablemente la práctica de la medición de audiencia (rating) que se hace telefónicamente. Esto hace suponer que, de acuerdo a esas llamadas, se puede establecer un puntaje más o menos adecuado para los programas que se emiten.
Este método ha contribuido a crear verdaderas psicosis entre los distintos canales de nuestro país.
Nadie que tenga una cuota mínima de sinceridad frente al medio puede proponer una programación de mejores valores culturales y dar por descontado que el éxito es seguro; pero con la misma sinceridad hay que reconocer que es prácticamente imposible saber el veredicto del público sin hacerle conocer una programación de mejores valores culturales. Es un círculo vicioso que no termina de resolverse; porque con una nota de cultura hecha de tanto en tanto y en horarios generalmente fuera del encendido, no se crea de ninguna manera el hecho más fundamental en el desarrollo de la televisión, que es el hábito.
La televisión es, antes que nada, periodismo e información, después entretenimiento y luego todo lo que constituya una programación. Si la noticia está hecha por gente idónea y especializada; si el entretenimiento está ofrecido por programas de orden teleteatral que consulten un temario veraz pero que contribuyan a la doble función de la unión de la comunidad; si el ingenio se produce a través de programas de factura cómica de buen vuelo y sin recurrir a la chabacanería; si la información científica es transmitida con material ameno y de alcance masivo; si se tiene en cuenta la audiencia infantil que constituye un tremendo aporte a la audiencia general, así como también los adolescentes, ahí se tiene la posibilidad de realizar un ensayo previo con miras e elevar el nivel.
Reparemos en algo fundamental: cuando decimos cultura nos referimos a todos los ingredientes que componen este hecho; pero presentados de una hábil manera. Porque no se trata sólo de presentar a Wagner o Chopin, sino que hay que habituar (y aquí volvemos al concepto inicial) a la audiencia a la música popular -pero la mejor- con excelente imagen y mejor sonido. El buen gusto va siendo elaborado juntamente con la audiencia, y en un tiempo que incluso se puede predecir, el público estará acostumbrado y preparado para espectáculos de mayor nivel. Si Rudolf Nureyev concitó uno de los más altos ratings de la historia de la TV argentina, a no equivocarse; ese hecho no es un índice. Nureyev, además de su talento, viene acompañado de una leyenda ampliamente publicitada que lo convierte en una estrella de show. Narciso Ibáñez Menta constituyó un verdadero suceso con su célebre ciclo “El fantasma de la Opera” durante muchas emisiones: este es un sutil ejemplo de cómo se aunaron la difusión de la célebre novela con una realización creada especialmente para televisión.
Si a la audiencia se la inunda con material de menor calidad, series cada vez más violentas y plagadas de crimen y sadismo; con teleteatros retorcidos y sin esperanza; si los niños y los adolescentes son receptáculo de agresión, violencia y sexo indiscriminados es difícil que mantenga poder de selección, puesto que la han habituado a esto y a nada más que esto.
La televisión es el medio de difusión más penetrante que posee la humanidad. Pero los valores se han invertido y la televisión es la que posee a la humanidad. Su sutil y abrumadora penetración debería ser profundamente analizada; sus rumbos debieran ser estudiados por psicólogos y sociólogos, de tal forma que su uso constituya un verdadero vehículo de honesta información, de correcto entretenimiento, de grandes pautas de buen gusto que es una de las bases de la cultura; debe, en suma ser un medio por el cual la familia argentina reciba en sus hogares la verdad, la belleza estética, el buen lenguaje.
También es muy cierto que la televisión corresponde al medio que la circunda y es bastante dificultoso escapar a su influencia; pero quizás debiera funcionar por antítesis. Ofreciendo un panorama que no sea un escapismo a la fuerte y atemorizadora imagen que da nuestro mundo de hoy, pero sí una revalorización de las grandes fuerzas del espíritu.
Los diarios los leen algunos; las revistas las leen quienes pueden comprarlas; la televisión que ha llegado a todos los estratos sociales, es abordada por todos sin discriminación. Su legendario enemigo (no tan legendario ni tan enemigo) el cine, tiene para su diferencia el hecho que hay que salir de casa para verlo y tiene sus reglas, lo mismo que el teatro. Le cabe a esta joven rama del entretenimiento la tarea más difícil puesto que es un elemento más dentro del hogar; que no tiene reglas definidas, y si las hay, tampoco se cumplen. Existe en nuestro país una ley de Radiodifusión que es una de las más severas del mundo y hay en ella un articulado sumamente interesante para aplicar. La promoción que la TV hace de sus programas se transmite durante todo el día, de manera que el niño, aunque no vea los programas que están fuera del área del menor, de todos modos recibe su cuota de agresión. Como se verá, cada uno y todos los puntos a tocar exigen un estudio profundo y a conciencia basado siempre en la filosofía que la televisión es un servicio para la comunidad, con todo lo que ello implica de responsabilidad y serios acercamientos.
En los últimos diez años la televisión, que practicaba una competencia fuertísima y cuyo regidor era el rating, ha sufrido cambios en su conducción, pero aún no se advierten cambios en su filosofía. Y lo más importante en un medio como el que nos ocupa es eso: la filosofía a seguir. Y una filosofía se basa en hechos resultantes; en investigaciones y conclusiones; en estilos de vida y su reflejo en los medios, y en un cuidadoso uso de la difusión cuyo estado ideal sería la responsabilidad combinada con especialización, conocimiento y severidad. Si se dice que una audición de televisión norteamericana ha contribuido a la asunción a la presidencia de los Estados Unidos de Kennedy y Carter ésa es una de las fases del fenómeno. Pero lo ideal sería que la televisión formara conciencia de una comunidad para elegir un presidente.
Insistimos en el aspecto de la filosofía. Se sabe, y bien claramente, que cada canal, como las radios, puede definir un estilo; pero el concepto global incluye un compendio de distintas disciplinas de las que no pueden ni deben evadirse los conceptos de serios estudios dedicados de lleno a satisfacer los deseos de un pueblo; y al mismo tiempo combinar para que este medio se aplique a un concepto de formación y educación de ese mismo pueblo. En algunos países la televisión educativa es un hecho; y si bien no se trata de convertir nuestra televisión en una escuela en el estricto sentido de la palabra, sí se puede convertir a una cámara en un vehículo de noble cuño que contribuya al mejoramiento de una nación.
En el último y gran conflicto que se produjo en Washington con la toma de edificios y rehenes, un juez dictaminó que la tremenda publicidad dada al hecho fomentaba los secuestros y los ataques a personas e instituciones. Pero la televisión no puede dejar de estar presente con la radio, los periódicos y las revistas en la cobertura de noticias. La diferencia reside en la forma que se da a ese tipo de noticia.
En suma, en los últimos años este joven monstruo moderno ha demostrado su fuerza. El resto les compete a quienes lo manejan y trabajan en él. Hábito, respeto a la audiencia, conocimiento, veracidad y manejo idóneo de la profesión son los elementos con los cuales se conseguirá que la audiencia sea la dueña de la televisión para usarla para su mejoramiento.
Blackie
Revista “Todo es Historia”
Nº 120 - Mayo de 1977
Especial 10º aniversario
25.8.10
3.8.10
1.6.10
pintó la reflexión


8.5.10
culpables
Hoy, los Kirchner le dieron a la televisión abierta un papel fundamental en esa batalla. Esta administración usa, como las anteriores, al Canal 7 como un medio de propaganda gubernamental. Pero con variantes clave. Primero, triplicó la audiencia con el “Fútbol para todos”, llevando el punto habitual de rating a los 3,4 puntos promedio de abril. El fútbol se sustenta en los más de 600 millones en publicidades que se emiten en todos los partidos del campeonato y que pueden hablar sobre la buena marcha del Gobierno, convocar a actos contra opositores o atacar jueces. Además, le sumó al oficialismo tradicional de su programación, el oficialismo combativo del programa “6,7,8”, que se emite todos los días, salvo los sábados, y en horario central. En abril, su rating promedio fue 3.3. Esto significa alrededor de 330.000 espectadores entre la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores, y otros 330.000, aproximadamente, en el resto del país. Total: 660.000.
Ese programa es producido por Diego Gvirtz, uno de los hombres más creativos que dio la televisión en los últimos años, y que se hizo célebre por el uso de los archivos para desenmascarar el doble discurso del poder político. En el 2008, por ejemplo, en un reportaje con esta revista (ver recuadro), acusaba a Mario Pergolini por ser obsecuente con el kirchnerismo. Incluso, cuando la avanzada del Gobierno no era tan beligerante, su programa en Canal 7 aportaba una mirada refrescante desde el oficialismo.
Al canal público se le sumó ahora Canal 9, que abrió su burbuja de culebrones latinos al oficialismo explícito de otros programas de Gvirtz, quien llegó a la emisora con el pan de la publicidad oficial bajo el brazo. Allí se ve “Duro de domar”, de lunes a viernes; y “TVR”, los sábados. El formato es el mismo que el de “6,7,8”, de hecho usa sus mismos contenidos, y le garantizan al Gobierno 660.000 espectadores adicionales por “Duro de domar”, y 1.100.000 por “TVR”. Es decir, más de 1.300.000 de personas siguen por día en todo el país la bajada de línea de los dos programas de Gvirtz, más 1.100.000 los sábados y 800.000 los domingos por “6,7,8” (equivalente a la medición del domingo 2 de mayo).
6.4.10
polo, el buscador
Era chico y sus programas, El otro lado y El visitante, me resultaban aburridos, pero a quién le importa lo que me parecía el trabajo de Fabián Polosecki. Agustín, mi hermano, era fanático, recuerdo, y hoy seguramente me gustaría a mí también su laburo; pero, repito, a quién le importa.
No busqué videos de los programas en Youtube para hablar del libro Polo, el buscador; vida y obra del periodista Fabián Polosecki, de Hugo Montero e Ignacio Portela. La reedición, aumentada y corregida, es un librazo que además de ensamblar la fugaz vida de Polo de una manera magistral, denota un esfuerzo y un amor al personaje poco frecuente.
Montero y Portela entrevistaron a todo el mundo, salvo a los que se negaron, para armar un relato desde lo coral sobre la vida del periodista que, a su manera, cambió la televisión argentina. Teniendo en cuenta que si algo caracterizaba a Polo era, por lo que se cuenta aquí, su gran don para la sociabilidad total, piedra angular de su talento intransferible y único para la entrevista, la decisión de avanzar narrativamente a partir del recuerdo de amigos, familiares, admiradores y compañeros de trabajo, resulta ser la directriz indicada.
También el libro deja entrever un laburo de archivo minucioso. Ya sea artículos de gráfica de Polo (era un gran cronista) como así también reseñas y entrevistas de los más disímiles e inescrutables medios impresos de aquel tiempo (mitad de los noventas).
Polo inventó la entrevista televisiva a hombres y mujeres comunes desde un lugar de no juzgamiento, ni estigma. Estilo que más adelante sí ya vi en programas como Ser Urbano, pero, reitero, a quién le importa.
Veía GPS el otro domingo, el cronista rubio como la negación de Polo, su antítesis. Lo marginal allí donde lo marginal sucumbe, el periodista que juzga y lleva agua para su molino, la imposibilidad de escuchar para aprender del otro, la mirada del afuera para el afuera, la búsqueda de la peor certeza, la aniquilación de la sorpresa.
Qué pensaría Polo hoy que escuchó camioneros, putas, oficiantes, maquinistas, corredores de picadas, floristas, indigentes, vecinos, sobre esta tele actual que toma su novedosa manera de hacer televisión para lograr los objetivos contrarios a su búsqueda. Además, sin talento, sin guión, sin pre ni post producción, sin búsqueda estética ni ética.
Se me ocurre que pensaría, en escala 1:128, algo así como el que inventó la energía atómica.
Es interesante leer el libro, editado por Peña Lillo, por otras decenas de razones, pero especialmente porque es una gran biografía sobre un tipo querible, que marcó su época, narrada por dos laburantes que le van en saga al amor que Polo sentía hacia la entrevista.
20.10.09
elogio de seis siete ocho

En estos últimos días asistimos al desdén con que muchos periodistas tratan a sus colegas de 6 7 8. El fin de semana Osvaldo Bazán y Gustavo Noriega ayer aprovecharon la trasmisión que hicieron del informe Pagni vs. YPF para denostar el programa por motivos que exceden a la difusión del video anónimo, salvando a María Julia Oliván, que debe ser muy buena mina.
Lo hicieron para pegarle por elevación en menor medida a Gvirtz y a Bauer (a quien Bazán llama Tristón, haciéndose el Verbitsky) y, obvio, a Cristina, mezclando cómo se usa el canal oficial con la reciente aprobación de la Ley de Medios.
Antes de entrar de lleno al tema: la corporación periodística nunca se escandalizó por las cámaras ocultas cuando fueron destinadas a funcionarios públicos, al contrario. Ahora, si el problema es la el carácter anónimo de la fuente, lamento informarles que el periodista no está obligado a citarla, piedra basal de las mismas columnas que escribe Pagni. Eliminando la fuente reservada, Pagni se debería dedicar a la compara venta de carpinchos. Porque la fuente reservada, es, digámoslo de una vez, la herramienta que usan los editorialistas para ficcionalizar la realidad a sus intereses.
Cuando fue el conflicto por la 125 recuerdo haber escrito un post en el que le pegaba a Gvirtz, porque estaba haciéndole el juego al campo, como todos. En él me molestaba más porque sabía que estaba a favor de las retenciones, por ideología. Fue una misiva desilusionada ante el único tipo con ideología de la televisión con posibilidades de ejercer un relato alternativo. Decía algo así como “si ni siquiera vos salís a decir algo a favor, estamos al horno”. Ese post fue muy comentado porque muchos se habían sentido identificados con mi desazón. Como siempre, había exagerado mi tristeza, a lo emo, melodramáticamente.
La cosa es que el tiempo me dio la razón –Gvirtz ideológicamente estaba a favor de las retenciones, creo que ahora no quedan dudas- y su postura ante la ley de medios lo redimió en mi corazoncito, cierto es, lo admito, con una red de resguardo desde el canal oficial. Llegando al caso inédito de tener los huevos de hablar mal de Clarín en Clarín, cosa que los que los critican no harán jamás, firmando la sentencia a su no permanencia en el aire en 2010 en Canal 13.
Curiosamente en la prensa no se valora este gesto de valentía.
Sí se habla del mal periodismo que hacen Osvaldo Barone y Sandra Russo, los francotiradores del programa de la Televisión Pública.
6 7 8 es un espacio vital para quienes buscamos encontrar otra campana en el tratamiento audiovisual de los temas de coyuntura. Y por tanto -los números del rating así lo confirman- es un programa que más que bueno desde lo técnico es imprescindible desde lo conceptual.
Muchos periodistas que hacen del corporativismo un estilo de vida no levantan nunca el dedo contra ningún colega, por más barbaridades que digan, pero no soportan “el oficialismo”: se asombran de la manera en que el canal oficial, que es el de todos los argentinos, siempre aclaran, lee la realidad, de forma tan maniquea. Tan maniquea como maniqueos son los medios privados, por otra parte, como cualquier emprendimiento periodístico de nuestro país, a su vez. La pretendida objetividad que se le pide al canal público se da de bruces contra el sentido común, sustentado teóricamente en medio siglo de cientistas de la comunicación.
Lo que en realidad les molesta es que exista gente con ideología, capaz que porque ellos no pudieron sostenerla con su trayectoria, o porque no la tienen, no soportan a la gente que no vende sus principios a las empresas de medios que los contrata.
Porque yo periodista, ponele, estoy más de acuerdo con el gobierno que con la oposición, ¿por qué tengo que hablar mal del gobierno si considero que lo mejor que le puede pasar al país es que no haya un recambio partidario en la presidencia? ¿Quién dice que eso no es periodismo? Puede que no estés de acuerdo, pero respetalo. ¿Quién dice, como dice Fontevecchia, que el periodismo tiene que ser opositor al poder? Considerando además poder a un gobierno con escaso margen de acción contra las grandes empresas que la editorial Perfil además galardona con el premio Fortuna, como hicieron hace unos meses con Monsanto, nada menos.
Apoyar con sus ribetes a un gobierno constitucional es una decisión válida, primero ideológica y posteriormente periodística, que se puede hacer línea editorial si se cuenta con un productor talentoso e idóneo como Gvirtz y con periodistas serios y sólidos como Russo y Barone, el equilibrado Luciano Galende, el aporte pasional de Carla Czudnowsky, la más que correcta moderación de María Julia Oliván, y el humor apoteósico de Cabito.
Encontraron un nicho que las empresas que se dedican a la comunicación no querían explotar, alrededor del 30 por ciento afín al Gobierno. Nada menos. ¿Menos decís? Uno de cuatro argentinos, el 25 por ciento del share, ¿te parece poco?
Ninguno miente en 6 7 8, todo está claro, ahí no se habla mal del gobierno, porque es el gobierno el que les paga. Contrato de lectura, que le dicen. Tanto es así como obvia y no escrita es la verdad que ningún empleado de Crítica va a decir que Alberto Mata vació aerolíneas o intentará hacer una investigación a fondo sobre qué es Air Pampas y si es tan cierto que están preparados para volar ya.
Pero sí, vaya autoritarismo de los Kirchner, permite que Barone diga –más de una vez- no estoy de acuerdo con este informe, que Oliván relativice lo que opinan los columnistas cuando se ponen fanáticos, que Cabito desde el sentido común no sea un exégeta del kirchnernismo, todo lo contrario, o que Galende ponga paños fríos al muchas veces sanguíneo Barone, o a la misma Carla Czudnowsky.
En ese escenario es más probable que Barone, como ya pasó, diga que le parece exagerada la comparación que hizo Cristina entre los goles monopolizados por TyC Sports y las desapariciones de la dictadura, a que, por ejemplo, Bazán diga que está a favor de la ley de medios, cosa que no sucedió ni siquiera en la solicitada plural de los trabajadores de Crítica, que el diario (en el que trabaja) no publicó, y que él no firma, esperemos que al menos sea por convicción y no por interés.


5.10.09
Mecenazgo Nacional
Esta larga perorata viene a cuenta de una nota que le hace Ángel Berlanga a Mex Urtizberea en Radar. En esa nota, Mex reconoce algo que no sabía y que imagino se tiende a esconder. Cha cha cha, es decir el último programa de humor de ruptura, fue una sinergia entre mucho talento y el capricho personal de Eurnekian, al que le encantaba el programa, y lo bancaba a pesar de los costos y el bajo rating.
Siempre es más fácil que un empresario exitoso licue sus propias expiaciones apoyando la cultura, más que, por caso, un instituto de formación de cuadros nacionales y populares, con becas por resultado, y fin de semanas en el costa galana a sortearse entre quienes promocionan las 6 materias semestrales. Tienden más a financiar películas, revistas, televisión, galerías de arte. Está bien, no me parece mal. Muchas veces estos mecenazgos son para capitalizarse de cara a la ciudadanía, a la vez que pagan menos impuestos, especialmente cuando estos programas son conducidos a partir de fundaciones, pero hay otras veces que esos aportes están guiados por el mero disfrute, por apoyar un gusto personal.
Recuerdo pavadas, siempre lo digo, recuerdo que Cha cha cha fue sacado del air porque la Iglesia Católica había intimado a los anunciantes de ese programa de América a levantar su pauta porque no gustaban de la inofensiva y genial en partes iguales sección del padre Peperino Pómoro de Fabio Alberti. El programa no duró una semana más al aire porque las empresas acataron la encíclica y Eurnekian por más caprichoso que se pusiera no tenía más hilo en el carretel.
Y pensaba en el mecenazgo, el mecenas, así llama Mex a Eurnekian. El mecenazgo sea tomado como devolución del poder económico a la cultura, por otras vías, o bien la concepción de un burguesía nacional, ya no contemplado esto en la definición de mecenazgo tradicional en tanto arte, sino desde otro lugar absolutamente cultural, el trabajo, la cultura del trabajo, cuya insignia fue Francella, exponente de clase ochentosa, última imagen antes del naufragio del tipo de barrio laburador y familiero. Arriba los sochoris, de carne somos. El menemismo entre otras cosas trocó el rol que Francella debe desempeñar en tanto exponente de clase media, padre de familia, casado con hijos.
También pensé en el trabajo de Carlos Heller desde el Banco Credicoop auspiciando siempre medios alternativos, muchas veces como órgano paraoficial de pauta realmente existente, o aquel laboratorista que en el #1 de TXT no sólo reconoce capitales –cosa que Lanata no hace porque dice que nadie hace cuando sí hay gente que lo hace- o como el socio de capital –cuyo nombre desconozco- que está permitiendo una reparación histórica del mejor periodismo deportivo independiente, que es Un caño, que está habilitando su segunda temporada incipiente.
O Constantini, a quien, como a otros, como a Eurnekian mismo, se le pueden achacar mil cosas, pero, por ejemplo, además de su nordelta y su banquito francés tiene su fetiche, el arte latinoamericano, que podría estar expuesto en su salón de los pasos perdidos personal sito en un edificio construido adhoc, pero no. El tipo compra un terreno en zona de embajadas, llama a licitación de pliegos arquitectónicos, levanta su imprescindible MALBA y pierde millones de dólares mensuales para que cualquier hijo de vecino puede ver permanentemente boteros y fridas kahlos y no su réplica desprolija, la señora que es senadora y tiene en común tan solo una anacrónica animadversión a la depilación del entrecejo.
Siempre digo que de lograrse lo imposible, volverme millonario, lo que haría con la guita es poner un diario –ahora habría que pensar algo en formato web- para desde mi subjetividad darle trabajo a los mejores periodistas, para que digan lo que quieran. No es el caso del empresariado tal y como existe, aunque por ello los millonarios son ellos y no yo.
La posibilidad de desgravar impuestos tiñe de sospecha muchas veces cualquier mirada benévola hacia el mecenazgo, pero nadie que no sea millonario podría bancar decisiones arriesgadas como montar un programa de televisón en prime time o subsidiar un polo petroquímico en épocas de bicicleta financiera. Tinelli es mejor persona cuando patrocina Okupas que cuando le vende parte del paquete accionario de Ideas del Sur a Artear.
Porque Tinelli sabe que sería muy difícil que ese grupo de medios ayude a desarrollar un producto que no genere dinero, porque Clarín es, entre otras cosas, lanzado a todos los negocios, la avanzada no ya de mecenazgos sino, a nuestro pesar, de mercenarios sin cultura ni pasiones.
Cuánto más considerado estaría Clarín si Ernestina fuese fanática de Martha Argerich, si Magnetto y no Villarruel convocara a Sasturain a hacer ese programa sobre libros, o un concurso de cortos, aunque sea en trasnoche. Si la beneficencia hacia Unicef no fuera el negocio de Un sol para los chicos. Si María Laura Santillán en Argentina para Armar se preocupara de estos temas y no por la enésima ronda de emprendedores que les venden sus servicios innovadores a europeos del este.
6.11.07
siempre pienso en llevarle chocolates a las Abuelas

Siempre pienso en llevarle chocolates a las Abuelas. También creo que en mujeres como mi mamá, ese espejo que son las Abuelas, permiten el mismo nivel de identificación que a mi me pasa con los chicos, ¡que muchos no pasaban los 18 años! Cómo no va a emocionar a una madre de verdad estas mujeres con un coraje a prueba de balas –nunca mejor dicho- que no claudicaron a la búsqueda de su familia, cooperando entre sí, creando de eso una organización pacífica y útil.
Pensar cómo es llegar al mundo en medio de tremendo horror es incomprensible.
La “gente común”, la clase media, los que tenían familiares médicos, policías, periodistas, políticos, ¿no sabían nada en serio? A mi se me hace cuento que todo eso fuera tan bien silenciado. A mi se me hace que lo sabían todos, y que se hacían los boludos, por miedo o por complicidad. Y los culpo por eso. Y no los perdono.
Lo que pasó en esta tierra fue sanguinario, adrede, perverso, violento, sádico, inhumano, trágico, sistemático. Los personajes que actuaron en ese modo planificado ¿se pueden reacomodar a una sociedad con justicia?, allende sean de lesa humanidad y que por eso no prescriben, ni prescribirán, sus crímenes.
Siempre resalté la importancia de que Claudio Villarruel se ponga al frente de la comunicación por la identidad. Ahora quiero felicitarlo por animarse a producir unitarios con calidad, por animarse a ponerlo en horario central, y por propiciar un aluvión de llamados en busca de la identidad, como ya lo había hecho con Montecristo.
Canal 13 es un holding que forma parte del Grupo Clarín, cuya dueña, Ernestina Herrera de Noble, está sospechada de ser apropiadora de bebés. Es lógico que desde ese grupo de medios no se impulse nada que tenga que ver con la dictadura.
Yo propongo una legislación que obligue a todos los ciudadanos libres nacidos entre 1974 y