Había pensado en escribir una serie de posts explicándole a los que no entienden lo que el fútbol significa, lo que el fútbol significa. Desistí porque llegué a la conclusión de que al que no le interesa entenderlo, no lo entiende, ni con la más lúcida interpretación. La ciencia del pensamiento muchas veces no se explica cómo puede despertar tanta pasión esta disciplina entre sus pares. Quizás piensen: “Si a Sasturain, a Fontanarrosa, a Soriano, a tantos tipos inteligentes e intelectuales le interesa esto, algo debe tener”, o quizás por eso denosten a estos autores. Borges había dicho que no podía entender qué era lo interesante de que 22 tipos corran atrás de un pelota. Galeano una vez se le atrevió: “Es lo mismo que decir que el Quijote es una creativa combinación de papel y tinta”. Por tanto yo no busco explicárselo al que no quiere entender, sólo voy a dar algunas pruebas de por qué es el mejor juego del mundo, por qué trasciende a todo nivel lo lúdico y lo deportivo. Más allá de todo lo que intelectualmente se le puede endilgar al juego del balompié yo me quedo con dos máximas universales y una para países en vías de desarrollo.
1/ Es un juego en el que cada equipo representa la idiosincracia del país.
Específicamente en los seleccionados, particularmente en los equipos y ocasionalmente en los jugadores, cada país juega como vive. Es tan sencillo como ver a Holanda, a Italia, a Alemania, a
2/ Es un juego en el que no siempre gana el mejor, donde el débil le puede ganar al poderoso.
Esto es fundamental para entender de qué se habla cuando se habla de fútbol. El factor sorpresa es más que un atendible factor. Si esto no fuere así no habría expectativas porque Brasil es tres veces más competitivo que la selección que le sigue hoy por hoy. En el básquet, y Montenegro sólo si son tan buenos como ellos, nunca un ciento treinta y dos del mundo le puede ganar a Federer, nunca un tapado le gana a Tiger Woods, y nunca el equipo Minardi -¿seguirá existiendo eso?- deja afuera de la pole a Ferrari en Formula 1. Por poner ejemplos. Uno encara un partido de fútbol sabiendo que todo puede pasar, y eso es impagable. Yo veo partidos de Lanús y River para ver si se da lo imposible y antes del primer tiempo el Granate ya le va ganando
3/ Es la única esperanza para escapar de la pobreza y ser alguien.
No importa donde hayas nacido, qué educación tuviste ni qué capacidad tenés para las relaciones intrapersonales, si le sabes pegar a la pelota llegás alto. Es la única disciplina que no compromete la libertad futura del sujeto que permite eso en los países subdesarrollados. Porque según la máxima uno, es universal, entonces los países poderosos usan su plata para fortalecer sus plantillas con los mejores elementos del mercado, y poco da que sean marfilenses, venezolanos, uruguayos o formoseños. Al empresario le importa tener lo mejor, y es las única profesione suprarentable en el mundo en la que el recurso humano no necesita ni capacitarse intelectualemnte, ni un ambiente ameno, ni padrinazgos, ni suerte. No hablo de los Gioda, de los Silvestre, de los Talamonti. Esos sí quizás precisan suerte o contactos para llegar. Pero si sos Tevez, Messi, Robinho o Francescoli no importa donde hayas nacido que de seguro te van a ver en la esquina de tu casa pateando contra la cortina metálica y vas a llegar a Europa más tarde o más temprano, y cada vez más temprano.
Haciendo psicología barata puedo decir que el fútbol despierta tanta pasión porque todo el mundo puede decir yo podría ser ese si le pegase mejor a la pelota: el fútbol despierta identificación, quizás por eso el intelectual, el profesional, el culto, el sensible, desprecia este deporte, porque considera que tiene más méritos que Maradona que es un bocón y nunca se pudo sacar la villa de encima.
La reflexión me fue disparada por la interesante tapa del diario deportivo español Marca, con motivo de la astronómica suma que el Atlético de Madrid pagó por el Kun Agüero: 28 millones de dólares.