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22.8.10

La Muralla Verde


Probablemente nadie esté preocupado por los músicos argentinos que triunfan en Latinoamérica y que son casi proscriptos en nuestro país. Hacen bien. Hay imágenes de un joven militar colombiano que se sabe de memoria un tema de Vilma Palma entero, como ejemplo más complejo de este fenómeno. También tenemos a unos nóveles Café Tacuba versionando a Leo Dan con su “Cómo te extraño…”, ese mismo Leo que vive bien desde su Santiago añorado haciendo el circuito latino de los Estados Unidos, según cuenta él, a quien le creo porque me resulta más sencillo que mandar un tipo para que chequee si toca en San Diego o no. A lo mejor otro ejemplo sea Miguel Mateos, Zas, ese frontman que representa a una generación, a una clase, a un grupo de cuarentones extraños, que te pueden enumerar los nombres de las canciones de Rockas Vivas como un hincha de Ferro que te tira de memoria la formación de 1980. Hace poco pasaron en La Viola momentos de un show de Mateos cantando Obsesión o En la cocina hacen falta huevos. Debajo del escenario participaban de la fiesta miles de personas corridas de su eje, celebrando vaya uno a saber qué recuerdos de una época seguramente mejor, bíblica; cómo pocas veces en la historia una parte de la clase media encontró en Miguel Mateos un ícono de algo que se nos escapa. Miguel Mateos vivió, como otros, la proscripción en democracia, teniendo que buscar rumbos latinoamericanos que le permitan subsistir al ninguneo nacional. Podría arriesgar otros artistas, se me ocurre que Los Rancheros pueden tocar con éxito en un recital en Perú, por ejemplo. Los Pericos en Venezuela deben ser semidioses. Y así.

Todo esto me lleva a una reflexión, que las bandas apolíticas que desarrollan melodías rockeras tienen su éxito temporal en nuestro país a caballo de algún hit para luego ser olvidadas pero acogidas en países donde jamás podría tocar La Renga, Carca, Almafuerte, Palo Pandolfo o Francisco Bochatón.

Aún me trasmitite un profundo desconcierto este descubrimiento, que sería bueno desentrañar, lo que me ocupa esta tardecita de Domingo: Los Enanitos Verdes.

El otro día Marciano Cantero estuvo con Matías Martin en Basta y habló de algunas cosas, como por ejemplo que el guitarrista de la banda Felipe Staiti le enseñó a tocar La Cumparsita a Joe Satriani y que al tiempo Joe Satrini hizo una canción muy parecida a una de Los Enanitos Verdes, Francés Limón, y que esa canción de Satriani a su vez es muy parecida a una de Coldplay, Viva La Vida!, lo que generó que la gente diga que Coldplay plagió a Sastriani, pero en realidad Chris Martin estaba saltando un plagio de tercera generación copiando sin querer a Marciano Cantero, un riff, una línea melódica. Acá pueden chequearlo ustedes mismos.

Por su puesto todo esto me conmocionó aún más, casi al borde del estado de shock estaba: ¡cómo una canción se puede llamar Francés Limón!, primero, y después me imaginé a Gwyneth Paltrow escuchando a Los Enanitos Verdes en algún lugar de Londres o Los Ángeles y como era de esperar terminé bajándome un grandes éxitos de la banda de un tipo que le dicen Marciano Cantero, quien, desde hace más de 10 años vive lejos de su patria, en Hermosillo, México, disfrutando del éxito que la Argentina le negó, a pesar de haber escrito al menos 4 canciones monumentalmente populares, de cancha, como son Yo te vi en un tren, La Muralla Verde, Por el resto (de tus días) y Lamento Boliviano, que justicia obliga es unas de las mejores canciones que escuché en mi vida.

La situación cambia ahora porque cambia la geografía, ya no estoy escuchando un tipo hablando por radio en un spanglish exótico sino oyendo un disco, La Historia, de 2007, en un colectivo, mirando por la ventana.

Decir del disco que muchos temas son en vivo, que es muy agradable, que la mayoría de las canciones son amables y pegadizas y que suenan ajustados, con oficio, pero por sobre que tienen un guitarrista, el tal Felipe, virtuosísimo, despreciado por revistas del género rock que parecieran encontrar más talento en la quinta banda que emula a Callejeros en vez de subrayar a este tipo que le enseñó La Cumparsita a Satriani.

Yo qué sé.

Quisiera antes de despedirme decir que pasando el disco redescubrí un tema que era de mis preferidos cuando adolescente (lo tenía grabado en un cassette desde FM Hit) y que mi mente había borrado de una manera absurda.

Mi primer día sin ti, canción que conserva algo del pulso britpop que explotaría por esos años.

Ahora sí, y un abrazo para todos (?).

5.3.09

bolsas

¡'Los supermercados Jumbo, Disco y Súper Plaza Vea (?), aprovisionadores de los sectores medios urbanos de alto NES y bajo pago de impuesto a las ganancias, lanzaron una crucial campaña para reducir el impacto ambiental de las bolsas de plástico contaminantes. Ayer a la mañana me detuve en un cartel de vía pública que decía “traé tu bolsa”. No importa, dije, y seguí.

Pero más tarde, en un corte publicitario del programa A dos voces, dieron el spot institucional de la campaña. Y ahí se complicó.

Sinopsis. En las afueras de la civilización unos leones animados –figura recontra identificable con el ser nacional- juegan y se divierten hasta que, música incidental, un bebé león se come una bolsa de plástico (?) y se muere. Tristeza.

Entonces el león grosso, padre de familia y líder de la agrupación, se acerca a un acantilado oportuno y vislumbra la ciudad, un escalón por debajo de la selva, geográficamente hablando. Lleno de odio el machazo felino desciende a la barbarie y llega –sin que nadie se de cuenta- a una plaza de estacionamiento de un supermercado, anónimo. Primero detiene sus ojos en una mujer que porta una bolsita similar a la que mató a su nieto para después descubrir que todos llevan esas malditas, maléficas y despreciables bolsitas asesinas.

La campaña cierra con las frases “somos todos inocentes”, “somos todos culpables”, “trae tu bolsita”.

No, muchachos. Así no es.

  • No hay leones en el conurbano.
  • Las bolsitas nos la dan ustedes.
  • Si están preocupados pueden darnos bolsitas de otro material.
  • Pueden incluso cobrarlas, lo que salen, las bolsitas de otro material.
  • ¡Pero la culpa es de ustedes! No de todos ni de nadie. De Jumbo, Disco, Plaza Vea y los demás supermercados.

El tatayofreano eufemismo fuimos-todos-no-fue-nadie está muy bien pero no encastra en este ejemplo. No pueden encarar una campaña echándoles la culpa a todos y a nadie.

Pero más me preocupa que cualquier cosa puede ser impuesta como una verdad sin que los receptores se pongan a pensar. Deben decir, “qué copados”, “qué bueno”, “qué buena idea”, “responsabilidad social empresaria” “iso 9001:2009”, “tienen razón, somos unos forros que estamos matando leones”.

No sé, tienen la suerte que el Estado de un país subdesarrollado no tenga como prioridad la cuestión ecológica, por lo que nadie les impide seguir dando bolsas de plástico, ahorrándose un montón de guita, y pagándole nada a los empleados. Pero no jodamos.

Si quieren mejorar la imagen de marca asuman los costos, no les echen la culpa a los clientes.



12.2.09

de salames con micrófonos

Matías Martin: Yo tiro un Riquelme acá en la mesa y hay un montón de gente discutiendo.

Ruso Verea: Cómo no puedo entender esto que me acabás de explicar, disculpame, porque era tu cierre, pero hay un montón de gente que cree que puede cuestionar a Zaffaroni, por ejemplo. Y lo que es peor hay muchísimos periodistas que creen que pueden cuestionar a Zaffaroni. Zaffaroni entra a Harvard y la gente se pone de pie y lo aplaude. Y acá un salame con un micrófono habla de juez garantista diciendo que es un juez blando. Entonces cualquiera cree que puede decir lo mismo y cualquiera dice, lo dijeron por radio, deben tener razón, y yo me puedo asociar a eso. O sea, mirá con fútbol.

Imperdible incorporación de los lunes de Basta para hablar de fútbol, en lo mejor de los medios está la charla de este lunes y de las que vendrán.

16.9.08

Basta

Estuve esta semana pasada conviviendo con plomeros, albañiles, pintores de toda Pickapoon, mientras movían sus espátulas con una dulzura tan parecida a Dios. ¿Y si dios fuera un albañil?, alguno dijo, enduido de Dios, gritaba, por los techos del Abasto y otros sitios de Dios.

Poco quedó, además de polvillo blanco, de esa infausta experiencia: algo más de odio a la pelotuda de abajo, más horas de Cinecanal, y un puñado de anécdotas menores como cuando uno se pregunto, un tal Cacho, “¿llegaré para ver a Tinelli?”, como cuando tiró un martes un tal Mazza “¿hay partido esta noche?” o como cuando me interrogó el mismo plomero “¿Ese es el chavo?”, señalando un libro del escritor chileno Roberto Bolaños.

Le pregunte ‘¿Dónde queda la parrillita esa en la que almorzaron?’ ‘¿Sobre Perón?’ ‘¡Sobre Perón se tiene que comer muy bien!’, me arriesgué, ‘Sí, imaginate comer sobre De la Rúa’, se río, cómplice, rodeado de memorabilia evitista.

Pero lo que quiero decir es otra cosa, es Matías Martin, otra cosa.

La radio me paraliza, al contrario de lo que le pasa a la mayoría -me imagino, porque la gente mientras escucha la radio hace cosas, como atender el negocio- a mi me ancla. Si escucho la radio no puedo hacer nada, no puedo ni leer. Lo único que puedo es lavar trastos. O limpiar en general. Entonces de un tiempo a esta parte dejé de escuchar la radio, un poco porque no hay nada interesante para escuchar salvo a Zaiat los sábados, y otro poco porque me paraliza. Así que en las vacaciones me tomé vacaciones y convoqué plomeros de toda Pickapoon, Carolaina, y además me puse a escuchar acerca de medidas bustiales que creía olvidadas, bebotas que desconocía y cómo se llaman reprimidos. Lo quiero a Matías Martin.

También escuché a Wainraich, y no está mal su programa, Metro y Medio, y también escuche a Andy, que no puede modular una frase con sentido. Pero Matías es un genius.

Basta de todo es un programa sencillo, todos lo escuchamos alguna vez, las primeras dos horas se basan en nada. Se hace solo, de un tirón, siempre y cuando tengas a Matías Martin que maneja el arte de la retórica como pocos. Comienza con el traspaso de Perros de la Calle –que se puede estirar en tertulia como 45 minutos, tranquilos-, después lee las noticias de Clarín e Infobae, y aunque parezca una tontería es uno de los mejores momentos del programa, porque Matías comenta cada noticia, y todo lo que dice está bien dicho. Cabito grita sus malestares de vez en cuando mientras Shultz los masculla. Y eso es todo. Y con eso ya tenemos la mitad del programa hecho, más la reciente aparición estelar de Chuky, que son audios de Antonio Laje lanzados con admirable sentido de la oportunidad por el operador, que será Watty, o Juan, o vaya uno a saber quién maneja a Chuky, pero logra que Laje sea un personaje más del panel. Matías por su parte hace de su vida un motivo de conversación, logra con singular capacidad que nos interese cómo le fue con su partidito de fútbol, que nos lamentemos que por su hijo recién nacido no pueda dormir bien de noche o, por nombrar casos reales, que tomemos una recomendación para una película con verdadero interés y vayamos al videoclub.

Mención aparte merece el desopilante Rafa de Villa Domínico, seguramente la persona que más me hace reír en el mundo entero. Su aparición con motivo de cualquier cosa me hace descostillar de la risa. Personaje rarísimo si los hay, este Mussacchio. Y no lo atropelló.

Cualquier cosa que dice Matías tiene su fundamento, su lógica, su gracia, su forma, su humor, su estilo. Cuando no coincidimos con él en algo –lo chequié con nolugareña- su postura guarda tanta coherencia y lógica que hace que entendamos su punto de vista, y hasta que reconsideremos el propio, tanto provoca. Su manera de contar las cosas hace que las mujeres se coman dos horas de charla con Alejandro Apo y que hombrecitos de a pie se interesen por un set de la mejor música electrónica contemporánea con DJ Zuker.

Pero lo más importante es que es un tipo por fuera de las corporaciones, los estilos y los vicios de la comunicación. Se para de frente a los hechos y mantiene su mirada del mundo dentro del imperio del pensamiento único, en el que se convirtieron los medios en este último tiempo. En ese universo de la comunicación, Basta de todo es como un eslabón perdido, una islita.

3.1.08

basta de llamarme así

novio - Twango

Película Título original Año
El padre de la novia Father of the bride 1991
Vuelve el padre de la novia (Ahora también abuelo) Father of the Bride Part II 1995
La familia de mi novia Meet the Parents 2000
El hijo de la novia El hijo de la novia 2001
El padre de mi novio The In-Laws 2003
La familia de mi esposo Meet the Fockers 2004
El Novio de mi Madre I Could Never Be Your Woman 2008