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27.7.11

pro gym




Durán Barba:
—Hay que ir a los programas matutinos de las radios para jóvenes con ropa deportiva, con onda. Le van a preguntar qué hacen así vestidos, y ahí cuentan que vienen de hacer gimnasia, ¡queda súper top!

12.2.09

de salames con micrófonos

Matías Martin: Yo tiro un Riquelme acá en la mesa y hay un montón de gente discutiendo.

Ruso Verea: Cómo no puedo entender esto que me acabás de explicar, disculpame, porque era tu cierre, pero hay un montón de gente que cree que puede cuestionar a Zaffaroni, por ejemplo. Y lo que es peor hay muchísimos periodistas que creen que pueden cuestionar a Zaffaroni. Zaffaroni entra a Harvard y la gente se pone de pie y lo aplaude. Y acá un salame con un micrófono habla de juez garantista diciendo que es un juez blando. Entonces cualquiera cree que puede decir lo mismo y cualquiera dice, lo dijeron por radio, deben tener razón, y yo me puedo asociar a eso. O sea, mirá con fútbol.

Imperdible incorporación de los lunes de Basta para hablar de fútbol, en lo mejor de los medios está la charla de este lunes y de las que vendrán.

16.9.08

Basta

Estuve esta semana pasada conviviendo con plomeros, albañiles, pintores de toda Pickapoon, mientras movían sus espátulas con una dulzura tan parecida a Dios. ¿Y si dios fuera un albañil?, alguno dijo, enduido de Dios, gritaba, por los techos del Abasto y otros sitios de Dios.

Poco quedó, además de polvillo blanco, de esa infausta experiencia: algo más de odio a la pelotuda de abajo, más horas de Cinecanal, y un puñado de anécdotas menores como cuando uno se pregunto, un tal Cacho, “¿llegaré para ver a Tinelli?”, como cuando tiró un martes un tal Mazza “¿hay partido esta noche?” o como cuando me interrogó el mismo plomero “¿Ese es el chavo?”, señalando un libro del escritor chileno Roberto Bolaños.

Le pregunte ‘¿Dónde queda la parrillita esa en la que almorzaron?’ ‘¿Sobre Perón?’ ‘¡Sobre Perón se tiene que comer muy bien!’, me arriesgué, ‘Sí, imaginate comer sobre De la Rúa’, se río, cómplice, rodeado de memorabilia evitista.

Pero lo que quiero decir es otra cosa, es Matías Martin, otra cosa.

La radio me paraliza, al contrario de lo que le pasa a la mayoría -me imagino, porque la gente mientras escucha la radio hace cosas, como atender el negocio- a mi me ancla. Si escucho la radio no puedo hacer nada, no puedo ni leer. Lo único que puedo es lavar trastos. O limpiar en general. Entonces de un tiempo a esta parte dejé de escuchar la radio, un poco porque no hay nada interesante para escuchar salvo a Zaiat los sábados, y otro poco porque me paraliza. Así que en las vacaciones me tomé vacaciones y convoqué plomeros de toda Pickapoon, Carolaina, y además me puse a escuchar acerca de medidas bustiales que creía olvidadas, bebotas que desconocía y cómo se llaman reprimidos. Lo quiero a Matías Martin.

También escuché a Wainraich, y no está mal su programa, Metro y Medio, y también escuche a Andy, que no puede modular una frase con sentido. Pero Matías es un genius.

Basta de todo es un programa sencillo, todos lo escuchamos alguna vez, las primeras dos horas se basan en nada. Se hace solo, de un tirón, siempre y cuando tengas a Matías Martin que maneja el arte de la retórica como pocos. Comienza con el traspaso de Perros de la Calle –que se puede estirar en tertulia como 45 minutos, tranquilos-, después lee las noticias de Clarín e Infobae, y aunque parezca una tontería es uno de los mejores momentos del programa, porque Matías comenta cada noticia, y todo lo que dice está bien dicho. Cabito grita sus malestares de vez en cuando mientras Shultz los masculla. Y eso es todo. Y con eso ya tenemos la mitad del programa hecho, más la reciente aparición estelar de Chuky, que son audios de Antonio Laje lanzados con admirable sentido de la oportunidad por el operador, que será Watty, o Juan, o vaya uno a saber quién maneja a Chuky, pero logra que Laje sea un personaje más del panel. Matías por su parte hace de su vida un motivo de conversación, logra con singular capacidad que nos interese cómo le fue con su partidito de fútbol, que nos lamentemos que por su hijo recién nacido no pueda dormir bien de noche o, por nombrar casos reales, que tomemos una recomendación para una película con verdadero interés y vayamos al videoclub.

Mención aparte merece el desopilante Rafa de Villa Domínico, seguramente la persona que más me hace reír en el mundo entero. Su aparición con motivo de cualquier cosa me hace descostillar de la risa. Personaje rarísimo si los hay, este Mussacchio. Y no lo atropelló.

Cualquier cosa que dice Matías tiene su fundamento, su lógica, su gracia, su forma, su humor, su estilo. Cuando no coincidimos con él en algo –lo chequié con nolugareña- su postura guarda tanta coherencia y lógica que hace que entendamos su punto de vista, y hasta que reconsideremos el propio, tanto provoca. Su manera de contar las cosas hace que las mujeres se coman dos horas de charla con Alejandro Apo y que hombrecitos de a pie se interesen por un set de la mejor música electrónica contemporánea con DJ Zuker.

Pero lo más importante es que es un tipo por fuera de las corporaciones, los estilos y los vicios de la comunicación. Se para de frente a los hechos y mantiene su mirada del mundo dentro del imperio del pensamiento único, en el que se convirtieron los medios en este último tiempo. En ese universo de la comunicación, Basta de todo es como un eslabón perdido, una islita.