“Le recuerdo a Leonardo Favio que a las elecciones presidenciales del 28 de octubre de 2007 la candidatura de Julio Cobos, acompañando a Cristina Fernández de Kirchner, le sumó al Frente para la Victoria 5 o 6 puntos, que fueron decisivos para ganar en primera vuelta. El tiempo de la confrontación y la violencia ha terminado, Cobos representa el tiempo de la concordia”
La Superintendencia de Pensiones viene de informar que los fondos de pensiones de las AFP disminuyeron en 16 mil millones de dólares, desde hace un año, lo que representa casi la mitad del Presupuesto Nacional.
(…) Más que la mala administración del fondo de pensiones, la cotización adicional [las comisiones] es la razón principal por la cual este sistema no entrega pensiones dignas a la inmensa mayoría de sus afiliados. Solo se puede concebir que un robo de esta naturaleza haya podido ser aprobado por una ley, el DL 3.500, porque se aprobó por una dictadura que no admitía oposición, pero no se justifica en democracia.
En la actual reforma previsional se debió poner un tope a la cotización adicional, como la que existía en los antiguos sistemas, pero no pensaron siquiera en ello en la Comisión Marcel, ni el gobierno, ni los parlamentarios.
Poco meses antes de terminar su gobierno, el Presidente Kirchner, no solo le puso un tope a esta cotización, sino que además permitió la desafiliación del sistema. Al parecer los argentinos, no solo tienen mejores AFP y futbolistas que nosotros, sino que también mejores políticos.
En otro orden de cosas, como todo tiene que ver con todo, dice Pancho Ibáñez, quiero dar un comentario definitivo sobre qué es ser peronista: querer ser feliz, como dice Horacio. El peronismo busca hacer feliz al pueblo, a grueso modo, por lo que 1) si se es pueblo, se es peronista; 2) si no se es pueblo, se es clase media o clase alta. Ahí tenemos dos divisiones más: si se es divertido se mira con alegria el peronismo aunque no se sea peronista y si se es un amargo se es un gorila, un antiperonista. Más o menos por ahí se dividen las aguas. Use mucho "si se es", y no lo pienso editar. Ah, si se es clase alta o nuevo rico menemista no se es divertido y por tanto se es amargo y gorila, que vendrían a ser sinónimos, y siniestros, aunque sean de derecha, vaya contradicción.
Para dar un ejemplo definitivo a eso voy a poner una caso reciente, de ayer: Leonardo Favio da un discurso en la apertura del Festival de Cine de Mar del Plata, acá Polycarpo lo subió (aunque se ve mal, vale la pena verlo), y si uno cree en el género humano y quiere ser feliz, esucha a Favio y llora y se le llena el pecho de alegría peronista, y si uno es un amargo y va por la vida criticando todo, escucha lo mismo y se le llena el pecho de alergia peronista, y se manda esta parrafada, el bochorno inaugural, en nombre "del arte", que dan ganas de ir a buscarlo con los muchachos y cantarle la marchita en la cara. Para que vea lo que es ser feliz y se le erizen los pelos.
Siempre me sorprendió que alguna vez Leonardo Favio haya sido un cineasta popular, principalmente porque sus películas son raras y pretensiosas. Son difíciles de ver y muchas veces ni siquiera son buenas. Nazareno Cruz y el Lobo (1974) está entre las películas más vistas de la historia del cine –quizás sea la más vista-. Reunió la friolera de 3.500.000 de espectadores. Juan Moreira, de 1972, no se queda atrás (o sí): metió 2,6 millones, que siguen siendo un montón. A sólo fines de comparar, y estirando el patrón de medida, porque la realidad hoy es otra, en 2007, las 15 películas argentinas más vistas sumadas convocaron 2.700.000 almas. La película que más señoritas y muchachos acopió durante todo el año pasado fue Una noche en el museo con Ben Stiller; algo menos que 1,3 millón, la mitad de un película de Favio en los 70’s.
Hace 14 días se estreno Aniceto. La Niña Santa me acaba de contar que no la dan más en los cines. Lo primero que pensé fue ‘le fue re mal’, pero no le fue tan mal, veamos.
La semana del estreno se exhibió en 30 salas. Se ubicó en el décimo lugar con 15.000 espectadores, más o menos 500 personas por copia. Sorprendentemente la semana pasada en capital sólo se dio en dos cines: el Gaumont y en Atlas Lavalle. Desde ayer, dos semanas después de su estreno, no la dan ni en el Tita Merello. Y no es una forma de decir. No la dan en ningún cine ni de capital ni del interior. Es tan raro que hasta me da una mala sensación teniendo en cuenta que con toda la propaganda ¿De quién es el portaligas? de Fito Páez metió 31.365 espectadores en todo 2007. No tengo datos de la segunda semana pero serán -siendo pesimista, ¿en dos salas 2.000 más?-, pongamos, 17.000 espectadores. Eso ya da más de la mitad que la película de Páez en todo un año. De cualquier manera estamos a años luz de lo que convocaba Favio en la década del 70, casi matemáticamente.
Siempre me sorprendió que Leonardo Favio haya sido un cineasta popular. Ahora no lo es, es evidente. Pero, ¡cómo cambiaron las cosas! En 36 años le quedó un 0,5 por ciento del público respecto a Nazareno Cruz y el Lobo. Increíble, ¿no? Al que le quepa el sayo sociológico que me lo explique.