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14.2.11

Leo García en "Cuál es?" - Escúchame entre el ruido

Había una historia, que ya se antojaba mítica. Parecía ser que durante 2003 Leo García cansado de las jodas homofóbicas de Mario Pergolini y Eduardo de la Puente en “Cuál es?” (referidas al hit Morrisey) se fue con una guitarra a la Rock&Pop y les espetó Escúchame entre el ruido de Moris.


Esa grabación no existía, al menos nunca se había reproducido de vuelta, por eso lo de mítica. Se lo pregunté a Leo García en Duro de domar, quien me reconoció cierta la historia, pero cambió de tema, todo un caballero, recomendándole a los chicos que escuchen “ese temazo”.

Como un signo de que los tiempos cambian, la semana pasada repitieron el audio en “Cuál es?”, lo que habla muy bien de los conductores del programa de radio. Pergolini dijo apropósito: “Nos la cantó mirándonos a los ojos, se cagó de risa y se fue”. De la Puente, por su parte, reconoció: “Nunca me putearon con tanta altura y con unos huevos tan grandes”. Finalmente Pergolini aceptó: “Nunca nadie me humilló de esa manera”, entre risas, para luego dar paso a la grabación, que acá está.



7.9.10

la involución de la insensatez

Estaba leyendo esta nota de Alejandro Rozitchner sobre la vida y las cosas (?) y me acordé de este libro:




Veamos algunos fragmentos:


No es necesario esperar a que el presupuesto nacional de la educación pública llegue a ser el que todos querríamos que fuese, ni es necesario que el gobierno del país se replantee el sentido de la educación. Incluso puede ser que nunca lo haga. Se apruebe o no se apruebe una u otra ley, haga lo que haga el gobierno, hay otro campo de acción y es el lugar concreto en el que estamos. Lo principal no ocurre en los ministerios sino en la clase, en el momento en que nos sentamos a estudiar y no podemos hacerlo, o en el momento en el que nos entendemos o no nos entendemos con los profesores.


Estamos demasiado acostumbrados a pensar en los problemas de forma general, y así todo se vuelve imposible.


Si la educación es un problema

del GOBIERNO y del PAIS,

pareciera que

entonces sólo nos queda

esperar que alguien haga algo.

Pero si en vez de pensar en esos términos tan

GRANDILOCUENTES Y GENERALES

pensamos en

las clases a las que asistimos,

en la posibilidad de aprender algunas cosas útiles

y en nuestro colegio de todos los días,

entonces aparecen, como veremos

ALGUNAS ALTERNATIVAS

REALES E INTERESANTES.


(…)


Y lo que hace que algo pueda cambiar no es

putear y putear

todo el día

sino

ABORDAR SITUACIONES CONCRETAS

Y TRATAR DE CAMBIARLAS.


Nuestras posibilidades creativas son inmensas. El colegio no las reconoce. Tampoco las conoce. Tal vez ni siquiera las conocemos nosotros, porque en vez de desplegarlas nos hemos contagiado el vicio adulto de la crítica, ese vicio que parece inteligencia pero es profunda estupidez.


En cuanto sintonicemos con esas enormes posibilidades creativas, vamos a ver mil maneras de conseguir lo que queremos.


Esa es una de las cosas buenas de ser joven, tener la posibilidad de inventar. Porque para nosotros el mundo no está quieto y ya hecho, sino que es un cambio constante que permite crear cosas nuevas. Todo esto va a poder conseguirse


si dejamos de ser escépticos

y aprendemos a ser estrategas.


Mario Pergolini y Alejandro Rozitchner se reunieron para analizar y proponer un tipo de escuela nueva, donde la educación esté al servicio de los estudiantes y los alumnos no estén sometidos a los caprichos de resentidos profesores amparados por un sistema obsoleto. Saquen una hoja es una apelación al humor, a la creatividad y a las ganas de cambiar la educación y el aprendizaje, y de infundirles un espíritu joven.


Otro libro de la dupla Pergolini-Rozitchner fue Cómo educar a los padres, sería bueno que sus hijos se sienten a leerlo con ellos.

Un tweet: Cuando tenía 13 años también tomé el colegio. El Bartolomé Mitre. Era militante trostkista. No entendía nada de nada. Era chico.

20.3.09

las máximas de un hombre, cualquiera

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Por culpa del Escriba recalé en uno de los 50 mejores blogs del país, el de Alejandro Rozitchner, amigo de Macri, Pergolini y Spinetta, empleado de Macri y ex empleado de Pergolini y amigo de Spinetta.

La cosa es que el tipo me pone de malhumor, entonces hace mil años luz –y aire- que no paso por su 100 volando aduciendo motivos terapéuticos, sana decisión empresarial de mi mismo.

Más allá de su zoncera vertical me conmovió la sarta de eslóganes que acompañan al nombre del blog, veamos:

De a una.

Comencemos por decir que alguien que para autohalagarse plantea este conjunto de ideas fuerza, cuanto menos, es un pavo, con el perdón del prelavado insulto maternal.

Buscar lo nuevo. Buscar lo nuevo como Telerman en sus máximas en infinitivo al estilo de Cuidar lo público. De qué habla. No significa nada y además sobredimensiona lo nuevo como mejor cuando está probado que lo viejo es mejor por eso de que todo tiempo pasado lo fue.

Entender los cambios culturales. A la pucha. No estaría mal sino fuera que si hay algo que es pariente lejano de Alejandro es el entendimiento del otro. Rozitchner hizo su carrera elevando los graves para comunicar su desacuerdo. Los cambios culturales vendrían a ser lo nuevo, que hay que buscar. Pero no necesariamente los cambios culturales son novedosos. En esos casos no habría que entenderlos. Porque no se plantea entender las continuidades culturales.

Poner pensamiento donde solemos poner crítica y temor. Pero por favor señores legisladores, compañeros poetas, aprendices de brujo, tenemos que hacer algo con este muchacho que organiza grupos de autoayuda para funcionarios macristas heridos por el desafectación de la ciudadanía, que no entiende la angustia que provoca mandar a comprar un tuneladora a Canadá. Pensamiento como negación de la crítica, que es lo único que hace, Rozitchner, criticar, además de buscar lo nuevo. ¿Temor? ¿De qué está hablando el filósofo más trucho que dio el postsocratismo?

Gustar del cambio. Otra vez. ¿Gustar del cambio? ¿Te parece Ale tirar esa así nomás? Porque a mi no me parece, a mi me parece que tenés que replantearte algunos temitas. No podés apoyar la pena de muerte sólo porque es un cambio, lo nuevo, y que por eso te tiene que gustar. Sólo por poner pensamiento donde hay temor. Si hay temor hay que poner pensamiento, no su negación.

Mirar posibilidades. Tre-men-do. Ay ay ay. Mirar posibilidades pasar. Echarse a mirar a los chicos de Kapanga ver un auto detenido que es Fito Páez al costado del camino. ¡Sedicioso! ¡Revolucionario! ¡Heterodoxo! ¡Insumiso! No veía una consigna tan desestructurante desde la Primavera de Praga. Me distraje porque pasó una posibilidad y me la quedé mirando, y pasó. Y obviamente no llegue a tomarla, porque sólo era cuestión de mirarla, que no es lo mismo que ver, como posibilidad, que no es lo mismo que Crisis, como dicen los chinos, que están equivocados, porque son lo viejo.

Flexibilizar la comprensión. Flexibilizar la comprensión es filológicamente la negación de la comprensión. Podría haber puesto “comprender”, y listo. Pero no. Usás un lenguaje absoluto neoliberal y tratás de resignificar la flexibilización como algo bueno, como una charla en el museo Renault una tarde soleada de otoño. La flexibilización de la comprensión se puede analizar muy bien en esta frase de tu autoría, miremos: no creo para nada que todos los políticos sean iguales. Macri no es como los K, Carrió tampoco, hay muchos que son honestos y que tienen distintos planteos. Esta gente es horrible. Además de seguir pifiándola en la adjetivación, ponés en funcionamiento la verdadera flexibilización de comprender. Esto es: entender hasta lo inentendible de Carrió y Macri y no entender nada de la vida, y tampoco a los Kirchner.

Por último, desplegar pensamiento. Basta. Me cansó. Se merece que le toque el timbre del portero eléctrico el chico delivey de la pizza y le pregunte ‘usted pidió una grande de jamón y morrones’ y cuando responda ‘sí’ y baje, el chico se esconda y espere que vuelva a subir para volver a repetir el procedimiento. Unas 10 veces.