16.9.08

Basta

Estuve esta semana pasada conviviendo con plomeros, albañiles, pintores de toda Pickapoon, mientras movían sus espátulas con una dulzura tan parecida a Dios. ¿Y si dios fuera un albañil?, alguno dijo, enduido de Dios, gritaba, por los techos del Abasto y otros sitios de Dios.

Poco quedó, además de polvillo blanco, de esa infausta experiencia: algo más de odio a la pelotuda de abajo, más horas de Cinecanal, y un puñado de anécdotas menores como cuando uno se pregunto, un tal Cacho, “¿llegaré para ver a Tinelli?”, como cuando tiró un martes un tal Mazza “¿hay partido esta noche?” o como cuando me interrogó el mismo plomero “¿Ese es el chavo?”, señalando un libro del escritor chileno Roberto Bolaños.

Le pregunte ‘¿Dónde queda la parrillita esa en la que almorzaron?’ ‘¿Sobre Perón?’ ‘¡Sobre Perón se tiene que comer muy bien!’, me arriesgué, ‘Sí, imaginate comer sobre De la Rúa’, se río, cómplice, rodeado de memorabilia evitista.

Pero lo que quiero decir es otra cosa, es Matías Martin, otra cosa.

La radio me paraliza, al contrario de lo que le pasa a la mayoría -me imagino, porque la gente mientras escucha la radio hace cosas, como atender el negocio- a mi me ancla. Si escucho la radio no puedo hacer nada, no puedo ni leer. Lo único que puedo es lavar trastos. O limpiar en general. Entonces de un tiempo a esta parte dejé de escuchar la radio, un poco porque no hay nada interesante para escuchar salvo a Zaiat los sábados, y otro poco porque me paraliza. Así que en las vacaciones me tomé vacaciones y convoqué plomeros de toda Pickapoon, Carolaina, y además me puse a escuchar acerca de medidas bustiales que creía olvidadas, bebotas que desconocía y cómo se llaman reprimidos. Lo quiero a Matías Martin.

También escuché a Wainraich, y no está mal su programa, Metro y Medio, y también escuche a Andy, que no puede modular una frase con sentido. Pero Matías es un genius.

Basta de todo es un programa sencillo, todos lo escuchamos alguna vez, las primeras dos horas se basan en nada. Se hace solo, de un tirón, siempre y cuando tengas a Matías Martin que maneja el arte de la retórica como pocos. Comienza con el traspaso de Perros de la Calle –que se puede estirar en tertulia como 45 minutos, tranquilos-, después lee las noticias de Clarín e Infobae, y aunque parezca una tontería es uno de los mejores momentos del programa, porque Matías comenta cada noticia, y todo lo que dice está bien dicho. Cabito grita sus malestares de vez en cuando mientras Shultz los masculla. Y eso es todo. Y con eso ya tenemos la mitad del programa hecho, más la reciente aparición estelar de Chuky, que son audios de Antonio Laje lanzados con admirable sentido de la oportunidad por el operador, que será Watty, o Juan, o vaya uno a saber quién maneja a Chuky, pero logra que Laje sea un personaje más del panel. Matías por su parte hace de su vida un motivo de conversación, logra con singular capacidad que nos interese cómo le fue con su partidito de fútbol, que nos lamentemos que por su hijo recién nacido no pueda dormir bien de noche o, por nombrar casos reales, que tomemos una recomendación para una película con verdadero interés y vayamos al videoclub.

Mención aparte merece el desopilante Rafa de Villa Domínico, seguramente la persona que más me hace reír en el mundo entero. Su aparición con motivo de cualquier cosa me hace descostillar de la risa. Personaje rarísimo si los hay, este Mussacchio. Y no lo atropelló.

Cualquier cosa que dice Matías tiene su fundamento, su lógica, su gracia, su forma, su humor, su estilo. Cuando no coincidimos con él en algo –lo chequié con nolugareña- su postura guarda tanta coherencia y lógica que hace que entendamos su punto de vista, y hasta que reconsideremos el propio, tanto provoca. Su manera de contar las cosas hace que las mujeres se coman dos horas de charla con Alejandro Apo y que hombrecitos de a pie se interesen por un set de la mejor música electrónica contemporánea con DJ Zuker.

Pero lo más importante es que es un tipo por fuera de las corporaciones, los estilos y los vicios de la comunicación. Se para de frente a los hechos y mantiene su mirada del mundo dentro del imperio del pensamiento único, en el que se convirtieron los medios en este último tiempo. En ese universo de la comunicación, Basta de todo es como un eslabón perdido, una islita.

12 comentarios:

Mario Paulela dijo...

Me hinchó las pelotas su postura por-"campo", durante el lock-out agrogarca. Pero me doy cuenta que no escapaba a la lógica discursiva de los Medios en general. Coincido en que es un buen hablador. Las acciones de Schultz, para mí, bajaron a cero por TVR y su vuelta de campana. Pero, dejando de lado mis opiniones personales, es un muy buen análisis del programejo en cuestión. Felicitaciones y saludos.
MP

Isa dijo...

Debo confesar que (casi) nunca escucho radio. Pero esta crítica hasta me dio ganas de ir a encenderla. ¡Celebro la vuelta!

reinita neurótica dijo...

No me gusta mucho Matías Martin, no me cae bien él, pero sí es verdad que para argumentar es un capo, no presiona ni cede, me acuedo los debates con Shultz cuando Matías le cuestionaba al gordo que trabajaba en un programa pro k. Me encantó la etiqueta de los Fabulosos C.
Beso.

reinita neurótica dijo...

No me gusta mucho Matías Martin, no me cae bien él, pero sí es verdad que para argumentar es un capo, no presiona ni cede, me acuedo los debates con Shultz cuando Matías le cuestionaba al gordo que trabajaba en un programa pro k. Me encantó la etiqueta de los Fabulosos C.
Beso.

reinita neurótica dijo...

no sos vos, soy yo.

maru dijo...

Si bien Matías Martin me cae bien, no puedo escucharlo en la radio. Tampoco puedo con Shultz, a quien aborrezco por motivos estúpidos ni con Andy. La Metro no me gusta para nada.
Pero sí amo escuchar la radio, tampoco puedo hacer otras cosas si la radio est´á prendida, salvo que sea la Aspen que sólo pone música.
Pero después escucho muchos programas de radio y me concentro y escucho atentamente, mientras tomo termos de mate.

Beso

nolugareña dijo...

Dos trabajos mios fueron amenizados con MATATA (asi le decimos los que lo queremos mucho):

-Cuando trabajé con Diego

-Cuando trabaje en "las mochilas"

Si por alguna razón no podía escuchar la radio el dia se me hacía tedioso.

Y estando sóla o con jefes adelante, SIEMPRE jugué "desde casa" al "como se llama" y a -no se si la llegaste a conocer- "la nutria".

Capaz que mis jefes estaban distraídos y derepente se escuchaba de mi un: ROBERTO!y seguía escribiendo un mail como si nada hubiese pasado. Pero no podía sólo pensarlo, LO TENIA QUE GRITAR!

También impusieron mucha terminología:

-Ir por colectora.
-Medida bustial
-Duplica

Y eso que hablamos de las opiniones es sasí. Aunque lo que dicen ahí de su postura pro campo también es cierto, y ahí costó defenderlo =S

La niña santa dijo...

El diálogo con los obreritos además de "desopilante" fue muy inteligente. Y todo lo que ellos acotaron muy especialmente!

Un comentario que puede ser tomado como sugerencia: tu página está harta cargada de contenidos po', eso hace que sea leeeeeeeenta. Cuando una roba wi-fi de los vecinos empieza a notar ciertas cosas. ;) así y todo, ¡que viva la música!

La niña santa dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

no me gusta mm (q chico "correcto" xd). muuuucho menos schulz.
confieso que dan ganas de ver de qué se trata.

Libreta de flores dijo...

no me convertí en oyente de basta por elección sino a fuerza de que me lo ponen todos los días en la oficina, pero puedo decir que antes matías martin me caía mal y ahora me sienta simpatiquísimo.
lo que nunca puedo creer es como los oyentes se dejan preguntar si se las dieron ayer por colectora y otras intimidades, pero me hace reir.

Anónimo dijo...

Coincido con vos en que Andy no puede hilar una frase,pero MM y sus secuaces me caen gordos, en especial el pseudo libidinoso de cabito, transformaron la tarde de la metro en algo inescuchable
Salud