14.8.08

Carrió se come un merengue junto a Lanata

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Jorge Lanata decía el primero de octubre de 2004 en la 24ava. TXT

Sobre la líder de la Coalición Cívica:

(…) La gorda Carrió me cae bien, pero no la veo a ella ni a nadie estudiando cómo salir de la crisis. Nadie tiene la más puta idea de cómo salir de la crisis.

Y, sobre Kirchner:

La clase política de este país siempre fue una mierda. (…) Con la deuda patalea mucho pero después obedece como un cordero (…) Me jode: nos está mintiendo. Estamos lejos de arreglar con los bonistas. Muy lejos. (…) El problema es que ahora lo único que le queda es derechizarse. En lo que le queda da mandato no tiene otra que ser menos ortodoxo. Porque siendo ortodoxo, no funcionó. (…) Así que sigue muy atado al pesadísimo lastre duhaldista.

Ahora que el se derechizo fue él, y para no quedarnos con el sabor amargo de los pifies de alguien que entiende jota de política nacional pero que es el dueño de la Crítica de la Argentina, les dejo un excelente texto de Fontanarrosa, como para equilibrar el mal gusto de los verdaderos Gordos de la CGT (Central de Gorilas Tirabombas).

Afuera es noche y llueve tanto

Un ciudadano activo, un tribuno fervoroso, un encendido orador de barricada no puede dejar pasar nunca una oportunidad de expresarse como la que hoy me ofrece esta valiente columna de denuncia. Todos sabemos cuál es la función en la sociedad de un actor de teatro, por ejemplo. Sus funciones, incluso, pueden ser tres: matiné, noche y trasnoche. Pero… ¿cuál es la función social de un intelectual, de un pensador, de un filósofo? La función de uno de estos forjadores de opinión, mis amigos, no es, precisamente, la de hallar respuestas válidas a las grandes incógnitas de la vida. No, no es ésa. La función de un pensador es la de elaborar preguntas y lanzarlas al infinito como saetas de blanco incierto, como piedras de sentido errático. Y advierto al lector ocasional que la pregunta que me dispongo a disparar ahora no ha podido ser contestada ni siquiera por los más sabios ancianos de la tribu. El mismísimo Paulo Coelho, fuente de todo conocimiento, se mostró dubitativo y remiso ante mi requisitoria. Y ésta es mi pregunta. Al que le quepa el sayo que se lo ponga, si es que sabe lo que es la responsabilidad ciudadana y si es que sabe, fundamentalmente, qué es un sayo. Ahí vamos: ¿Por qué los niñitos del turno mañana de la primaria tienen que ir tan temprano a la escuela? Pocos recuerdos infantiles logran atormentarme tanto como aquellas mañanas invernales, heladas, cuando mi santa madre venía a despertarme para ir al colegio. Aún hoy, con descubrimientos formidables como la quinina y la milanesa de soja, miles de niños pequeñitos son arrancados de la tibieza de sus lechos, aún de noche, lloviendo a veces, granizando otras, para ser arrojados a la calle inhóspita y glacial con la discutible excusa de la educación. Nadie presta atención al hecho. Ni Greenpeace ni Amnesty Internacional registran el atropello. Y no abogo porque los niños no vayan a la escuela, sólo clamo para que vayan más tarde. “A mi nene no le gusta ir a la escuela”, gimotean las madres. ¿Y cómo puede gustarle, madre de Dios, si usted le interrumpe el más plácido y abrigado de los sueños para lanzarlo a la negrura exterior? Por otra parte, admitamos que no se obliga a madrugar a los infantes para llevarlos a jugar en un prado rodeados de cervatillos, helados y bebidas cola. Se los obliga a madrugar para ir a enfrentarse con la dura realidad de memorizar la tabla del siete o individualizar cuál es el sujeto y cuál es el esquivo predicado. A mí, lo confieso, la experiencia de despertarme al alba me dejó secuelas indelebles. Todo, todo lo que he hecho ha tenido un solo objetivo: no levantarme temprano. Soy un hombre ignorante, lo asumo. No podría reconocer a un logaritmo aun parado éste enfrente mío. Pero, aún hoy, me siento feliz cuando cada noche apoyo la cabeza en la almohada y digo: “¡Qué suerte que mañana no tengo que levantarme temprano para ir a la escuela!”.
Roberto Fontanarrosa, columna Amigos, TXT #25, 5 de septiembre de 2003.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente informe.Un granito mas de arena que justifica el odio de clase contra esta gentuza.

walter besuzzo dijo...

Natanael: EXCELENTE FOTOMONTAJE

Apollonia dijo...

No poder cagar en tu casa y tener que levantarte temprano, son las peores cosas que nos trajo la civilización.

Diego Golombeck, investigador mediático, editor de la saga en la que Paenza publicó sus '¿Matemática, estás ahí...?' y conductor de un programa de divulgación en el canal Encuentro (Proyecto G), trabaja con los ciclos de sueño y dijo en una entrevista hace poco que está muy mal que el colegio empiece tan temprano, que el rendimiento de los chicos aumentaría comenzara, por ejemplo, a las 10 de la mañana.

Yo por suerte me armé un lindo horario de 11-12 hs a 19-20, así que me levanto, tomo unos mates, hago lo segundo y me voy a trabajar.

Horacio dijo...

cuánto asco todo junto la puta madre

Jóvenes Cacharienses dijo...

Me dio Asco!!!!
(ver a la gorda!)