José Pablo Feinmann fue entrevistado por la revista Veintitrés y tomó cosas de Foucault para conceder que el poder sujeta a los sujetos, conquista sus subjetividades. El poder se apropia de tu subjetividad, advierte.
Después saca chapa de intelectual populista, como él le gusta ser llamado, y lo baja a un discurso entendible para todo público: Hay una continuidad en el pueblo argentino, el pueblo es un reverendo pelotudo.
Husmeando el blog encontré algo que escribí sobre la subjetividad hace dos años y que me sorprendí de haber posteado -como dice Fresán que dijo Hartley: «El pasado es un país extranjero. Allí hacen las cosas de otro modo»
2 comentarios:
Yo creo que el pueblo no es más pelotudo todavía porque a veces se olvida de que es pueblo (o le hacen olvidar, vistesss)...
El "individuo" vuelto "sujeto" (por medio de la ideología dominante) y toda esa cosita linda y paranóica que nos queda flotando en el aire desde Althusser (qué groso texto "Ideología y aparatos ideológicos del estado"... debería ser obligatorio en toda escuela secundaria) y Foucault me lima la cabeza y me hace pensar que no hay salida a nada.
No confío en el pueblo, no confío en las masas, en las gentes reunidas etcétera. Pensamiento radical, adorniano. La "masa" apoyó a Hitler... la "masa" llena y rellena siempre la Plaza de Mayo, ya sea para recitales o para apoyar la guerra de Malvinas...
La doble pelotudez potenciada al cuadrado del pueblo radica en que es pelotudo porque se deja pelotudizar, lo que genera la multiplicación de la pelotudez.
Ninguna persona que se autodenomina intelectual puede ser tomada en serio. Menos ese mamarracho de José Pablo Feinmann.
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