19.5.08

ismael

ismael - Share on Ovi

Me sorprendo muchas veces con ciertas informaciones inútiles que conservo con sospechosa facilidad. A todos les pasa, supongo, preguntarse ¿por qué recuerdo el nombre del bajista de Los Enanitos Verdes? Otros datos son forjados a fuego en nuestras memorias (?) por otras cuestiones, en algún tiempo nos interesó mucho algo que posteriormente dejó de importarnos, y es casi imposible borrarlo, por más que no volvamos nunca más ni por asomo a intentar retomarlo, como ser los nombres de los personajes de Son de Diez, a fin de ejemplificar. Entre uno y otro punto de esta tesis se encuentra Ismael Serrano, alguien del que sé mucho y que no termina de resultarme intrascendente aunque no quisiera acordarme y que dejó de gustarme hace mucho, al menos concientemente.

Mamá escuchaba todas las mañanas un programa de Guinzburg y Castello en Del Plata que se llamaba El Ventilador; era, se puede decir, fanática. Todos los días me hacía algún comentario de lo que se hablaba en ese programa, lo disfrutaba. Yo trabajaba con mi Papá en un estudio contable que ya no es y me pasaba mucho tiempo en Musimundo escuchando esos modernos reproductores de discos con auriculares de la casa de música, circa 1997. Me llegaba a escuchar discos enteros, parado, frente a ese aparato que tenía tres discos, al principio, para elegir, y después fue infinito, porque leía los códigos de barras y te reproducía cualquier disco de cualquier batea. Era muy fanático de Silvio Rodríguez, tenía 18 años más o menos, era casi feliz y miraba con un optimismo improcedente el mundo por venir. Mi mamá me contó que había un español que se llamaba Serrano que hacía una canción para las Madres de Plaza de Mayo y que la había cantado en lo de Guinzburg y que a mi me iba a gustar mucho. Me escuché el disco entero de Ismael, Atrapados en azul, gran título, y no encontré el tema que hacía referencia a las Madres pero me lo compré igual, creyendo que era otro Serrano pero bueno igual. En el próximo disco, La memoria de los peces, otro buen título –tiene buenos nombres de discos Ismael- sí apareció, pero unos 2 años después a lo de Guinzburg.

Ismael de apoco empezaba a ser ese artista que los argentinos hacemos argentinos por una razón incomprensible. Me acuerdo que llenó a desbordar un show en La Trastienda gratis promocionado por una radio, que fui sin entradas, que pude entrar igual, que me canté todas las canciones a voz de cuello alzado, que una chica me dijo que cantaba muy bien, que después me firmó un autógrafo, que le toqué una oreja y que le dije que se tenía que hacer de Boca. Recordar todo eso me da un poco de vergüenza pero un poco de simpatía, a la vez, por el chico que fui.

Ese primer disco, hoy que recordamos el Mayo de París, tiene Papá cuéntame otra vez, quizás la última canción de protesta que no me sonó anacrónica al momento de escucharla. Porque las canciones de protesta -aunque me gusten- suenan a ejercicio de sincericidio ineludible. Pero Papá me sigue pareciendo una canción para encapsular y mandar al espacio a pueblos extraplanetarios con interés de descubrirnos. Una gran pintura de época de hijo de padre que quiso cambiar al mundo y mira a sus generaciones anteriores con algo de orgullo y mucho de tristeza y vergüenza ajena. También tenía un puñado de canciones, algunas menores, y otras más lindas, como esa que sella y entre lágrimas tu figura es devorada por la gente, gran figura ilustrativa de alguien que se pierde en un aeropuerto para no volver a tiempo. También tiene canciones de desamor de gente madura que no encuentra lógica que este Ismael sub-30, como Un muerto encierras, Dónde estarás y La extraña pareja, que cuenta una historia atípica, la de un tipo que se pasea por los bares dando por muerta a la mujer que lo dejó en el sentido más literal del término (venía borracho y solo, traía el gesto serio, y en las manos una corona de difuntos).

Después sacó La memoria de los peces, un gran disco para el yo de esa época, que escuché hasta gastarlo –aclaro que no escucho más a Ismael salvo las cosas que va sacando nuevas, que escucho para ver qué onda y que después me doy cuenta que las escuché mucho, demasiado, sin darme cuenta, que sé todas las canciones, y que no termina nunca de caerme mal y que quizás deba reconocer que me sigue gustando-. Tenía grandes canciones como la de las Madres, la última, que decía algo muy lindo: le decía a las madres que sus hijos no habían muerto porque seguían guiando con su ejemplo a miles de jóvenes como él. Qué optimistas creernos eso. Bueno, sigamos. Además tenía Canción de amor propio, una oda a la paja, muy acabada; Últimamente, la primera, que es todo swing guitarrero, súper cantable; Vine del norte, muy triste canción sobre un amor imposible con una chilena en Chile; Ya quisiera yo, una bandera levantada sobre la imposibilidad de ser feliz en un mundo injusto; y, sólo por nombrar unas cuantas, Triste y dulce historia de amor, una original reseña de un amor entre un funcionario público y una estudiante del secundario que termina mal.

Este disco lo presentó en el Gran Rex, fue su primer show rentado. Fui el primer día con algunos amigos. Y la verdad que derrocha carisma Ismael, cuenta historias, anécdotas, muy stand up, entre tema y tema, con esa voz de español intelectual de izquierda que dan ganas de ser mina para cojértelo, y canta tan bien además –canta muy bien Ismael, tiene una voz muy calida, muy referencial, muy de invitarte a tomar un fernet, muy cómplice-. Al final me acerqué por el pasillo como un fan y una madre de plaza de mayo tras su tema me alcanza un pañuelo de ellas, bordado, dentro de un sobre, y me pide que se lo alcancé. Tantee la distancia y medí su peso y concluí que no estaban dadas las condiciones para arrojarlo, el pequeño objeto no llegaría a destino. Así que me fui a la izquierda del escenario –estuve bien- y desde allí como un gaucho en una chamarrita zarandeé el pañuelo de las madres hasta que la multitud indicó mediante gritos y señales que estaba yo como un cuidacoches de la memoria, soberano y redentor, haciendo de médium entre la Asociación Civil y el cantautor con conciencia social. Se dio un pique corto, la agarró, me agradeció, agradeció a las Madres -creo que besó el pañuelo- y lo anudo al micrófono, quizás exagerando un poco la ceremonia improvisada, tanto que ni se adapta a la definición de ceremonia.

Después en mí se fue licuando el fanatismo, sacó un muy malo Los paraísos desiertos del que destaco la muy linda Ya ves (así yo canto para recordar que aún seguimos vivos) que mezcla iconografía revolucionaria con una historia de amor –siempre funciona- y quizás su mejor canción, No estarás sola, hermosa por donde se la mire, canción que bien podría usarse como música de fondo para un informe de TVR sobre Evita (No estarás sola, te saludarán a tu paso en mil idiomas, con mil lenguajes, la gente a la que despertaste en cada viaje.)

Después sacó un muy lindo La traición de Wendy, con muy buenas canciones salvo un horrible homenaje a Buenos Aires –a Arjona le hubiera salido mejor-. Destaco la sencilla y mortal Qué andarás haciendo ahora, o el recuerdo de un amor que dejó de ser, para alguien que nos dejó y que ni con esfuerzo todavía le encontramos eso malo para machacar nuestro desamor.

Más acá sacó un disco doble en vivo muy correcto, Principio de Incertidumbre; un elepé olvidable salvo por dos o tres canciones, Naves ardiendo más allá de Orión –que no entiendo cómo todavía el Olé no lo intertextualizó cualquier día que el arquero de San Lorenzo haya destacadosé entre sus pares-, una de estas canciones es El virus del miedo, una pintura de eso que se llama “ataque de pánico”, bien contada en la primera persona de un ser demasiado sensible para afrontar los achaques de este mundo. Es bastante original Ismael, no se queda en la canción de amor clásica que cambia una metáfora ingeniosa por otra, es un tipo ilustrado, sensible e inteligente, aunque no talentoso o virtuoso, y hace canciones sencillas que de vez en cuando dan en el blanco de la originalidad.

El año pasado sacó su último disco, Sueños de un hombre despierto, un lindo disco, todas las canciones promocionan con 7, entre las que destaco Si se callase el ruido, que va derechito a ser uno de esos tema que trascienden generacionalmente los fogones intercampings.

Estuve a punto de ir al show, al final decidí no ir, creo que hice bien, de cualquier manera lo hubiera disfrutado, creo que ya va por el octavo show, se lo merece.

6 comentarios:

contactos EASR dijo...

Me reí con ruido en estas dos ocaciones del texto:

-estaba yo como un cuidacoches de la memoria, soberano y redentor, haciendo de médium entre la Asociación Civil y el cantautor con conciencia social

-fogones intercampings

Nunca puse un CD de Ismael. Sin embargo me gusta. Pero es uno de esos que elijo escuchar de casualidad, porque sino cansa. Bastantes fueron las casualidades con un hermano y un puñado de amigas bastante fans del susodicho.

Me acuerdo que una vez pasaron un CD de este mientras iba en un micro camino al glaciar Perito Moreno. Fue lindo. El solcito pegaba perpendicular en el micro. Muy parecido a la felicidad.

--------------------
Canciones de El Ventilador:

-Urapapa luralú u a oooó.

-Que vengan los bomberos que me está quemando, que vengan los bomberos que esto es un infierno...

-...Sueño con un baño de película, sueño con llamar algún especialista que convierta mi sueño en realidad. ¡BLAISTEIN! El especialistaaaaaa. paparán.


(lo de la información inútil es genético)

nolugareña dijo...

Otra vez! soy yo! pasa que abro el mail y queda guardado el usuario.

wallychoo dijo...

Por algo esta el refran; Diosloscriayelvientolosamontona, no?
A mi me traslado siempre Serrano; la cancion que decis es "Yo quiero ser muy promiscuo" en: atrapados en Azul, es la que habla de Un Cura, una metafora directa al corazon del Clerigo, Fui a verlo en algunas oportunidades al teatro y te dire que es altamente recomendable volver a hacerlo, hoy ahi arriba del escenario se luce mucho mas que en sus comienzos, se le nota su Argentinismo, pero prefiero que arriesgues, a ver si te animas ahora que vuelve a La Argentina a presentar su ultimo trabajo

Dardo dijo...

Ismael Serrano me provoca un rechazo bastante parecido al que me causa Hugo Chávez.

Salvando las diferencias, claro: Ismael Serrano es más blanquito.

La niña santa dijo...

Un SI a Huguito Chávez.
Un NO SE a Ismael. Ismael me parece un fenómeno del que aún no pude recuperarme. Lo conocí por un banner en la calle (?), es decir, en la vía pública, por el boca en boca. Jamás lo escuché, porque cuando le pregunté por referencias a un amigo que lo conocía, no supo decirme muy bien el título de uno de sus discos, el que supuestamente es el mejor o el que más le gustaba a mi amigo. Me parece que tiene letras y títulos de discos muy complejas, es decir, de tanta metáfora no te termina diciendo nada. Creo que mi amigo todavía está tratando de acordarse cómo se llama el disco. Yo hasta que no me lo diga, no voy a empezar a escuchar a Ismael. Porque aparte ya pasé por Silvio, por Joan y por Joaquín. Un Ismael a esta altura de mi vida se me hace como demasiado.
Un beso grande a todos, gracias por venir!

caca dijo...

Gracias a todos por hablar bien o mal de Ismael, él se los agradece con una voz impostada de sensibilidad.