27.8.07

Noticias del poder, Jorge Halperín

“Ante una sugerencia mía de que se hiciera una nota a productores rurales pobres para contar su rica experiencia de cooperativización –cuenta Jorge Halperín-, un antiguo productor del más instalado de los programas periodísticos semanales de la televisión me explicó que la presencia de pobres ante las cámaras suele afectar negativamente los índices de audiencia. No se trata de que la pantalla chica los ignore; los pobres tienen un papel muy definido en la caja boba: aparecen como protagonistas, testigos o víctimas de hechos criminales o de dramas, o exponen sus propios sufrimientos en los talk shows de la tarde.”

Este es un fragmento del libro Noticias del Poder: buenas y malas artes del periodismo político que se editó en estos días y que me estoy devorando con apetito. El libro de Halperín es el libro escrito para mí. Se trata de un serie de entrevistas a periodistas que dirigen secciones políticas en los principales diarios del país más otros renombrados personajes del periodismo local y académicos. Es sumamente interesante. Aborda muchos temas –voy por la mitad- sobre el uso de fuentes –los que proveen información- o cómo editorializan la coyuntura (cómo se paran para contar la realidad). Halperín hila los temas de una manera tan narrativa que es imposible dejarlo de lado, porque lo que sigue es más interesante que lo que terminás de leer. Para muestra, el botón de que hoy me quedé dormido por primera vez en el año y llegué tarde al trabajo. Después, sigue, hojas más adelante, sobre una serie de ejemplos que demuestra que los medios -manejados y dirigidos por y para la clase media- no ponen en agenda ciertos temas de la clase proletaria.

“Tres ejemplos a mano: las noticias relacionadas con los aborígenes –el grupo social más profundamente sumergido del país-: con los infectados por el mal de Chagas –que suman cerca de dos millones, la mayoría de ellos pobres rurales-, y con la contaminación del Riachuelo, el afluente del Río de la Plata que separa, en la zona Sur, la Capital de la provincia de Buenos Aires, y en cuya cuenca los pobres ocupan los lugares más expuestos, sólo aparecen en los medios de forma esporádica y nunca en las páginas principales”

Una de las cosas que más me sorprendió es el lugar de importancia que le da a Rodolfo Terragno en el periodismo, llegando a afirmar que fue el más importante analista de los años 70. Halperín articula con oficio y talento la tesis que busca imponer –su agenda- con entrevistas a los tipos más importantes de los medios gráficos que vienen a redondear la hipótesis que él esbozó –las fuentes-.

Rodolfo Terragno aparece como “fuente” en el marco del rol que el periodismo desempeñó en los años 70 durante la presidencia de Isabelita y más tarde la dictadura desde su mensuario Cuestionario. Y es muy interesante la peripecia que sufre el dirigente radical en el exilio por negarse a dejar de decir lo que pensaba. Da a entender que Terragno es un hombre de genio –diría Borges-. Y no puedo menos que creerlo cuando en el desarraigo funda un diario de la nada en Caracas. Un día Gabriel García Márquez lo llama desde Suecia diciéndole que acaba de ganar el Nóbel y que tiente tanta plata que quiere hacer un periódico en Colombia y que quiere que él lo dirija. “¿Por qué yo?”, dice que dijo Terragno. “Porque amo El diario de Caracas", respondió Gabo, que quería ponerle El Otro a su proyecto periodístico. Terragno lo pensó como un titulo de diario que hacía referencia a otro ya existente; García Márquez le dijo que no, que –extrañamente- era un homenaje a Borges, y agregó: “Borges tiene adjetivos definitivos. El alfil oblicuo y el rey postrero. ¡No se puede decir nada más!” Y no.

Pero Halperín pone punto y aparte y desafía con seguir su libro.

Más allá de la anécdota, en otro abordaje sobre cómo editorializar en un diario, José María Pasquini Durán, de Página/12, hace un análisis lúcido. Dice que hay dos maneras de abordar la realidad: desde el Palacio –que es desde donde la abordan casi todos los periodistas- o desde la Plaza –que es desde donde la aborda él -. Soliloquea largamente un muy interesante argumento que termina por definir a la oposición actual de manera tan definitiva como los adjetivos borgeanos. Dice que la oposición siempre fue una fuente de poder, era Palacio, otra campanada del poder, pero poder al fin.

Dice sobre la oposición: “¿Hoy dónde está la fuente válida? Si voy a ver a Elisa Carrió, me va a decir que éste es un régimen fascista, que las sociedad está fascistizada y a partir de ahí todo lo demás es teoría. Es la escuela de ciencias Hannah Arendt, pero no me sirve para la crónica de Palacio.”

Todavía me falta la mitad, prometo un análisis final, que quizás pueda ser mañana, por cómo vengo entrándole.

Me despido con dos humoradas ideológicas.

“Era tan terminante en sus ideas que cuando le cuestionaban su postura decía: No me gusta que me corran por centro.”

Otra.

A Lisa la persigue un becerro loco por toda la larga explanada de la casa de Burns. Llega a la puerta, la llama de manera desesperada. Monty entreabre la puerta.

Lisa: -¡Bestia Loca!
Burns: -¡Enana liberal*!

*Liberal en idioma democratarepublicano significa “zurdita”.

No hay comentarios.: