Todo gobierno amado por una mayoría silenciosa debe contar de su lado con tres pilares: lo económico, lo político y lo cultural. Todo gobierno que pretenda perdurar en la memoria de la ciudadanía -o en el gobierno sin más- precisa tener, al menos, fuertes dos de estos pilares. En esto pensaba ayer y me lo creí sin ningún tipo de sustento filosófico. Capaz que existe y no lo sé. O capaz que estoy diciendo obviedades, o pavadas, pero me parece que cierra. A ver cómo lo cuento.
Teoría : La estructura de las 3 virtudes
1) La económica: un gobierno exitoso debe tener de su lado una economía virtuosa o estable.
2) La cultural (la simbólica): un gobierno exitoso debe tener una suma de significantes, que logren que, en gran parte, la población se deje conducir felizmente por ese líder, que confíe.
3) La política: un gobierno exitoso debe tener un presidente que sea una figura trascendente y logre aglutinar dirigentes para lograr sus objetivos.
Praxis
Raúl Alfonsín: El padre de Ricardo no pudo terminar su mandato porque le falló la columna más importante, la económica, que le hizo trastocar a los 2 años su fuerte, la política, con el cambio ideológico de Gabinete. Cambió sus banderas en medio del mar, fue pragmático cuando no debió serlo. Lo cultural siempre estuvo de su lado, y se vio agitado el año pasado: Alfonsín quedó en el corazón de la gente por dos o tres significantes reales: La Democracia, cierta creatividad (muy argentina) y la honestidad. Alfonsín fue un presidente que si hubiera sabido mantener lo económico estable hubiera quedado en la historia como uno de los mejores presidentes de la Argentina. No fue así, está claro: le falló lo económico.
Carlos Menem: una vez que logró poner en caja la hiperinflación con métodos ficticios pudo acumular por primera vez desde Perón los tres pilares en un gobierno: lo económico, lo político y lo cultural. Con otras herramientas que Alfonsín logró convertirse en un líder verdaderamente querido por la gente basando su éxito en lo económico, en esa irrealidad de la Argentina Potencia, fantasma que terminó fagocitándose su propio liderazgo. Aquí lo cultural hace su aparición más destacada: trascendió al líder que la encarnaba. A los argentinos, me sumo para no excluirme, hablo en primera persona del plural, nos gustó creer que éramos el primer mundo, porque siempre lo creímos y porque aún lo creemos, especialmente las capas medias. Esa concepción cultural atravesó la sociedad –"por fin lo somos", "siempre debimos serlo"- y persiste hasta la actualidad. El desmoronamiento en la sociedad de la figura amada de Menem no fue por su modelo imposible que eclosionó a la patria, fue por los hechos de corrupción, el chivo expiatorio (los medios jugaron fuerte en este corrimiento simbólico de lo accesorio como lo importante). De la década, lo cultural salió indemne. Y ahí tenemos el caso de la Alianza para demostrarlo.
Fernando de la Rúa: la Alianza como frente electoral gana las elecciones porque se vende como la columna política sólida a las otras dos columnas del menemismo que seguían en pie dentro de la estructura de las 3 virtudes. Se gana con la consigna: vamos a ser Menem pero no vamos a robar. Porque lo económico está perfecto. Eso dicen los rejuntados de la Alianza, que ni siquiera tienen una figura que pueda liderar lo político en esta nueva etapa vieja. El resultado es demoledor. Lo político no existía, lo económico estaba en ciernes de explotar, y lo cultural le era ajeno. Cavallo por lo simbólico regresó para apuntalar lo económico, pero era parte del problema y no la solución.
Intermezzo (y número vivo). No podemos analizar ni a Duhalde ni a Rodríguez Saá porque no fueron elegidos por la gente, así que la gente no pudo decidir entre ellos u otros. O sí, y perdieron. Es decir, no tenían ningún pilar, salvo Duhalde, que tenía el político, pero muleto por la irrepresentatividad. Terminó de sepultar lo económico de la peor manera, salió matándola definitivamente con la mayor transferencia de recursos de la historia de este país a favor de los que más tienen y paliando la masiva exclusión social tomando más deuda a organismos internacionales (el plan Jefas y Jefes). Doble golpe para los que menos tienen. ¡Piloto de tormentas! La buena noticia es que desde el sótano sólo se puede subir.
Néstor Kirchner: Néstor encausó lo político en poco tiempo y mejoró lo económico. No sólo lo mejoró, puso lo económico en el primer plano, y le dio a los argentinos el mayor período de virtuosismo económico de -como a ellos le gusta decir- nuestros 200 años de vida como país. Claro que, también es cierto, no es entendido así por la ciudadanía. Porque a Kirchner le falto el pilar de lo cultural. No supo el kirchnerismo armar un paraguas cultural propio lo suficientemente amplio para repeler viejos paradigmas, además, falsos, conteniendo los propios, nuevos y reales: “somos latinoamericanos, vamos a ver cómo salimos adelante, no estamos condenados al éxito”. El único de los tres pilares que no murió en estas eras geológicas políticas recientes, es el cultural, que se arrastra desde el menemismo. En el 2001 muere definitivamente lo político del 1 a 1, a la vez que moría lo económico, por su peso. Pero no hubo un relato en ese momento que explicara que lo cultural también debía morir, o sí lo hubo, y nadie quiso escucharlo. Amplios sectores de la clase media y de las clases bajas aún siguen enamoradas de esa idea imposible de una Argentina potencia porque sí, lo que no está mal como objetivo de larguísimo plazo, el error es concebirlo sin esfuerzo y desde una irrealidad económica.
Cristina Kirchner. Continúa con los dos pilares de Néstor, lo económico y lo político, aunque este segundo pilar se ve resquebrajado fuertemente por los medios de comunicación, por sectores importantes de la economía que salen a la palestra a disputarle poder, y por su condición de mujer, y de “mujer de”. Este último año recuperó algo lo político y logró aumentar mínimamente lo cultural, pero ninguna de esas dos patas está firme, a pesar de tener firme la más importante, la económica.
Esa es la gran curiosidad, para mí, de esta coyuntura: No se le puede vender algo a quien no quiere comprarlo. O se está vendiendo mal o el tipo no lo quiere comprar. Yo me inclino por la segunda opción. No hay formar de vender lo que no se quiere comprar.
Lo ideal sería inventar una cultura kirchnerista que logre convocar sectores más amplios de la población: actualmente tenemos convencidos tres de cada 10 argentinos.
Lamentablemente no alcanza con las buenas intenciones y las políticas virtuosas.
Por otro lado, la oposición no tiene nada: ni lo político ni lo cultural. Sólo heredarían lo económico, para deglutírselo.
7 comentarios:
Buenísimo el análisis, Emo. Me encantó eso de "el error es concebirlo (al objetivo de ser potencia) sin esfuerzo". Graaaan parte de la sociedad quiere, y cree que merece, ser potencia... pero no hace nada para lograrlo. Tal vez piensen que se logra mirando a Tinelli y Futbol sentaditos en sus casa? :P
De lo mas geÑal que lei acá.
Hubo un poco generosidad post-mortem.
Absolutamente fuera de tema, pero con carácter urgente: una mordaza en la boca de la panelista de DDD con nombre florido, hasta que juntemos el dinero necesario para comprarle un cerebro.
Esto está muy bueno. Le vaticinio un futuro de copypaste y amplia propagación por la blósfera y la ionósfera similar al del escrito aquel de los de Un Día Peronista cuando lo del campo, como se llamaba? Ponele que, suponete que, algo así era.
Adhiero Andreika!!!! es imposible esa piba!!! Natanael, cómo la aguantan????????
Excelente el post!!!!
un resumen perfecto nata.....redondito redondito!!!!!!!!!!!!!!
Muy bueno. Hace mucho que no leía algo así. Gracias.
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