14.5.09

óxido

Estoy leyendo desde ayer Mala gente que camina de Benjamín Prado y ya me atrapó. Recién empiezo, por lo que es apresurado hacer aún cualquier comentario sobre la novela en sí, pero me anda dando vueltas una idea muy interesante respecto a la temática y a cosas que pasaron en 2007 en nuestro país.

Prado es uno de mis escritores favoritos. No soy un experto ni un gran lector. No sé comprender los grandes misterios de la narrativa ni encontrar en una historia la belleza de la heterodoxia retórica. Toda novela me parece de ruptura porque no leí tantas novelas largas en mi vida. Pero de Prado leí bastante. Raro, Nunca le des la mano a un pistolero zurdo, Alguien se acerca y el poemario El Corazón Azul del Alumbrado. Me gusta más leer gente contemporánea que clásicos. Ni que hablar de los clásicos de otra centuria. Me aburren.

Y Prado es contemporáneo. La semana pasada estuvo en Buenos Aires presentando su nueva novela y le hicieron entrevistas en algunos medios. Hablaron casi solamente de su edición flamante y poco de su trayectoria.

Si es que tiene una virtud, para mi, que lo hace interesante, es su ingenio en cada línea que escribe. Un chiste, una metáfora, un dislate. Me encantan este tipo de autores.

Pero a lo que voy, una pequeña sinopsis, el libro se trata de un aburrido profesor de literatura que pasa su vida sin muchos sobresaltos, intentando encontrarle un giro a la cotidianeidad que lo movilice y lo haga sentirse reconocido o, al menos, útil para algo. Además tiene que dar un coloquio en Estados Unidos de algo así como Literatura Española en la Guerra Civil. Descubre dos cosas en poco tiempo –todavía no llegué ahí, lo sé por la solapa- que hubo una escritora que publicó un gran libro que cayó en el olvido general y que ese libro –creo- dejaba entrever la apropiación de bebés durante el franquismo.

Para llegar a esa mujer y su novela, Óxido, traza un paralelismo con la novela Nada de Carmen Laforet, ya que habian sido empezados al mismo tiempo, y ambas autoras habian compartido sus pareceres, una de la otra.

En el secundario, una profesora de lengua a la que llamaremos Olga Penelas nos había dado entre los libros a leer en la cursada, Nada, de Carmen Laforet. La historia recuerdo que me gustó mucho en su momento aunque ahora mismo no podría decir sobre ella nada, ni de qué trataba ni sobre los personajes. La ficción leída habita el espacio de la imaginación y en mi mente todo lo que leí, de un año hacia atrás, forma parte de un todo homogéneo. Me cuesta decir qué es La Casa de Bernarda Alba y qué es Nada, por ejemplo.

Recuerdo sí que fue muy difícil conseguir ese libro. Que la profesora nos lo puso en la currícula pero estaba agotado. No había stock y nadie lo reeditaba. Coincidentemente con Óxido en la novela de Prado, era dificilísimo encontrar el libro. Los que lo leímos, que no fuimos todos -como dice el Tata Yofre-, lo conseguimos en Parque Rivadavia. Ahora no lo tengo, nunca me acuerdo qué hago con los libros, los presto y niego a quién se los recomendé. Si alguien tiene un libro mío hágamelo saber. Es la décima vez que publico este mensaje en el blog y nadie se hace cargo.

Muchos recordarán el pequeño escándalo del Premio Novela de La Nación Sudamericana que concedió el galardón a Bolivia Construcciones de Sergio Di Nucci en 2007. Recordarán que lo premió un grupo de notables, que lo editaron, que tuvo promoción. Toda la patria culta no se enteró que el tipo había plagiado el libro Nada de Carmen Laforet por casi 40 páginas. No se dio cuenta el jurado, ni Carlos Fuentes, ni Tomás Eloy Martínez, ni Griselda Gambaro, ni Luis Chitarroni y ni Hugo Beccacece. No se dio cuenta ningún suplemento cultural. Se dio cuenta un pibe del secundario, que tenía que leer el libro para el colegio mientras estaba leyendo el libro de Di Nucci.

Comparó, habló y se armó el escándalo, si es que se puede llamar escándalo a una pavada del orden de la literatura. Le sacaron el premio; Di Nucci había donado el monto, varios miles de pesos, a una onegé boliviana. No sé si le sacaron la guita a los compañeros latinoamericanos.

Yo lo defendí en su momento, no parece tan grave el plagio literario. Además encontró una explicación medio ladri pero ingeniosa: no era plagio, era una rica trama de intertextualidades: “Esto de la reescritura de Nada se hace en música con el sampleo, o en artes plásticas, como lo que hizo Warhol con La última cena”.

En Mala Gente que Camina pasa lo contrario. Pero en las dos está la novela Nada en el medio.

En la primera novela se usa la historia de Laforet para reproducir parrafadas enormes y darle marco a otra historia, escondiéndola. En la otra, se la usa como puntapié contemporáneo de esa obra inédita pero genial, para inventar una novela no escrita que denuncia los atroces delitos del franquismo, ya que ningún documento existe sobre ello, según cuenta Benjamín Prado, más preocupado por la difusión de los crímenes de lesa humanidad soterrados en el olvido colectivo de un país que moncloó su pacto de silencio que en ganar algún premio literario.


6 comentarios:

Mario Paulela dijo...

Muy buena reseña. Y no se me haga el humilde que usted la tiene clara...

Anónimo dijo...

Muchas poesía y novela... pero yo a Prado lo relaciono directamente con el tío que te cogió.
Una imagen vale mas que mil palabras(?)

besos
mariemarie

Verboamérica dijo...

Creo que tengo la del pistolero zurdo en mi casa... la buscaré a ver si tenes razón...

Tomás dijo...

No sé por qué me caen mejor las críticas de libros de los que no son críticos...como que me hablan a mi, ¿no?, que no entiendo casi nada de literatura.

La niña santa dijo...

A vos te cogió tu tío??? Eso dice mariemarie... Exijo una aclaración!!!

Anónimo dijo...

En la última imagen de este post, está la respuesta:
http://natanael.blogspot.com/2007/10/prado.html

CONTUNDENTE!

mariemarie