Hace poquito volvió Los Trabajos Prácticos, y con eso volvió mi buen amigo Esteban Schmidt, el tipo que mejor escribe en por este barrio (sólo porque todavía Miguel Brascó no sacó un blog, porque ahí lo desbanca fetem fetem, posta posta, al segundo lugar). Y sino me creen, lean, malditos y malditas.
Jorge Lanata actualizó su estado: Lino trajo pizza al camarín y jeje, ñam, ñam, fiesta, fiesta. Por esa acción muchos de sus empleados de Crítica no saben decir qué están haciendo ahora. Esperaban con ansias, con pasión tropical, que el gordo los confirmara como amigos, para siempre, que les escribiera en su muro, hola, tanto tiempo, me gustó tu nota, tu cola, tu picada, y nada, nada, ni bola, sólo unos qué tal de muestra gratis en los pasillos, un boludo como autógrafo, si ganaban confianza, y ahora se quieren matar, ahora que Jorge confirmó su presencia en el evento teatro de revistas se quieren cortar las bolas, quieren tomar vitaminas de pudor porque experimentan una regresión infernal a los días de crayón corto en la mano. Vergüenza en el inconciente virgen pero a los treinta años. Digamos que todos los soldados de Crítica tienen más o menos treinta. Sienten, los cronistas sienten. Sienten que se han unido al grupo estoooy maaal, porque querían trabajar en un diario nuevo y prestigioso, loco, en el último de papel, ¡el último!, y hacerlo bien y que les pagaran, que los felicitaran por trabajar ahí, y que todo estuviera bien, que el brillo de cada uno hiciera brillar a todos. Buenos deseos en un conjunto de buenos muchachos. ¿Por qué, ahora, esto?, ¿por qué esta burla del patrón? Del que hablaron tan bien. Al que tanto abastecieron con admiración. Quieren explicaciones de este padre lejano y mítico de quien dijeron, tantas veces, es genial, es tan creativo. Con él: ¡se aprende!
1 comentario:
si querían trabajar en un medio prestigioso no se hubieran metido ahí
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