El viernes tocó Pez en La trastienda. Y fui, con dos amigos, a su convivencia sagrada.
Para empezar, decir que hacía mucho que no vivía el ritual del rock -allende no se asemejó a las dos vergüenzas colectivas del Indio Solari en La Plata- en todo su esplendor: volanteada de bandas under; cola de 100 metros; espera de 40 minutos; remeras roqueras –había más de Pearl Jam que de Pez-; y demás pequeños eventos de nuestro rock chiquito (rockito).
Debe haber sólo 1.000 personas que compran discos de Pez; 500 estaban ahí comprando el disco doble en vivo –Para las almas sensibles- a 20 pesos en cuidado pack. También se vendía toda la reedición de la prolífica producción la banda de Ariel Minimal en su casi década y media de carrera.
Ariel Minimal canta que espanta. Minimalapesta. ¡Está teniendo un registro este muchacho! Llega a notas súper agudas –dulces, fuertes, agudas- a là Luis Alberto; Spinetta se apoderó de Ariel en Alma de diamante durante el primer set de temas, ajenos, pero apropiados, que incluyó un tema de David Lebón y (“vamos a tocar una canción que nos gusta mucho, es de Andrés Calamaro y se llama…”) La libertad.
La Trastienda parceló su “campo” en mesas de 6 personas.
Tuvimos la gracia de que nos haya tocado con tres freaks (#1, #2 y #3), que llegaron solos, cada uno, un viernes por la noche, para ver un show de Pez, que salía 20 mangos:
Freak #1
Cuando llegamos y nos sentamos el tipo de remera de los Beatles, anteojos de la década del ´60 (¡pero del siglo XVI!) y encorvadura dorsal de unos 180 grados, repetía formaciones de bandas de rock –de las cuales se duda de su existencia por falta de legado físico de discos- “Alas estaba formado por equis en bajo, i-griega en guitarra y zeta (¿bossio?) en la batería” o “Alma y Vida en 1972 tenía un dijey con el que grabó un elepé que es considerado el primer disco conceptual post Puerta 12…”.
Freak #2
Extraído de un recital de La Renga, la única persona que no debía estar en ese show estaba en nuestra mesa. Balbuceante de castellano de esquina, en el lugar equivocado. Bien por él. Uno que se salvó, lo que se diría de excepción: un cubano exiliado exitoso en Miami que hace de policía en una película de Oliver Stone. Bueno, más o menos, eso.
Freak #3
Normal en primera instancia. El típico tipo fanático de Pez. “Clase media con un billete”, diría Gaby. Al momento del avistaje ya había comprado dos discos de Pez viejos (30), el disco doble nuevo (20), un ganciabatido (15) y la entrada (20) = 85 pesos. Al segundo tema, agachó la cabeza. Se diría que escudriñaba el bajo de Fósforo, un arreglo del tecladista Leopoldo Limere, o un loop del secuenciador y hombre orquesta Ernesto Romeo, pero no, ¡se quedó dormido! No se supo nada más de él hasta finalizado el show.
Pez suena que espanta. Pezapesta. Es la mejor banda de la Argentina. Un extranjero no podría creer que exista esta banda en nuestro país. Y que la gente pulule de a cientos de miles a la ciudad de las diagonales y la casa blanca bonaerense a ver a un tipo que se dice a sí mismo “medio nazi”.
Como si todo esto fuera poco, tienen el público más inteligente de nuestro rock. Y Minimal… de La trastienda a la calle corrientes y temporada en Carlos Paz. Es un frontman, por su rapidez a la respuesta justa a un público exigente e informado. Ariel Minimal es feliz haciendo lo que hace y se nota.
Antes de entrar nos dieron un volante de antología los militantes de la CCCP (Club de Coleccionistas Compulsivos de Pez), una agrupación que “surge bajo la inquietud de preservar, catalogar y difundir entre los fans de Pez, y la comunidad musical toda, los distintos registros en vivo, que van apareciendo con el correr del tiempo, incluyendo tanto las grabaciones realizadas por la propia banda como los registros "caseros" hechos por los fans durante los conciertos”, dice el manifiesto, con parafernalia leninista y todo. Una vez finalizado el show levantaron en medio del teatro una pancarta con sus siglas. Los CCCP tienen mejor orga que los montoneros de 1970, cuando los evitistas tenían más afiliados que habitantes con escolaridad completa en el Uruguay.
Ah, y las canciones más largas “desde Lo que nos ocupa es ese abuela la conciencia que regula el mundo”, según sentenció el Freak #1, a saber:
Desde El Viento En La Montaña Hasta La Espuma Del Mar.
Y Cuando Ya No Quede Ni Un Hombre En Este Lugar.
Aprender, comprender, facultarse, darse cuenta.
Si hay amor que nos venga a salvar.
Después de todo somos eso que ya no se puede ver.
y
Pedazo de música para escuchar antes de iniciar un extenso viaje a través de la galaxia a bordo de un barco llamado Ganga Yamuna.
Para empezar, decir que hacía mucho que no vivía el ritual del rock -allende no se asemejó a las dos vergüenzas colectivas del Indio Solari en La Plata- en todo su esplendor: volanteada de bandas under; cola de 100 metros; espera de 40 minutos; remeras roqueras –había más de Pearl Jam que de Pez-; y demás pequeños eventos de nuestro rock chiquito (rockito).
Debe haber sólo 1.000 personas que compran discos de Pez; 500 estaban ahí comprando el disco doble en vivo –Para las almas sensibles- a 20 pesos en cuidado pack. También se vendía toda la reedición de la prolífica producción la banda de Ariel Minimal en su casi década y media de carrera.
Cuando llegamos y nos sentamos el tipo de remera de los Beatles, anteojos de la década del ´60 (¡pero del siglo XVI!) y encorvadura dorsal de unos 180 grados, repetía formaciones de bandas de rock –de las cuales se duda de su existencia por falta de legado físico de discos- “Alas estaba formado por equis en bajo, i-griega en guitarra y zeta (¿bossio?) en la batería” o “Alma y Vida en 1972 tenía un dijey con el que grabó un elepé que es considerado el primer disco conceptual post Puerta 12…”.
Extraído de un recital de La Renga, la única persona que no debía estar en ese show estaba en nuestra mesa. Balbuceante de castellano de esquina, en el lugar equivocado. Bien por él. Uno que se salvó, lo que se diría de excepción: un cubano exiliado exitoso en Miami que hace de policía en una película de Oliver Stone. Bueno, más o menos, eso.
Freak #3
Normal en primera instancia. El típico tipo fanático de Pez. “Clase media con un billete”, diría Gaby. Al momento del avistaje ya había comprado dos discos de Pez viejos (30), el disco doble nuevo (20), un ganciabatido (15) y la entrada (20) = 85 pesos. Al segundo tema, agachó la cabeza. Se diría que escudriñaba el bajo de Fósforo, un arreglo del tecladista Leopoldo Limere, o un loop del secuenciador y hombre orquesta Ernesto Romeo, pero no, ¡se quedó dormido! No se supo nada más de él hasta finalizado el show.
Ah, y las canciones más largas “desde Lo que nos ocupa es ese abuela la conciencia que regula el mundo”, según sentenció el Freak #1, a saber:
Desde El Viento En La Montaña Hasta La Espuma Del Mar.
Y Cuando Ya No Quede Ni Un Hombre En Este Lugar.
Aprender, comprender, facultarse, darse cuenta.
Si hay amor que nos venga a salvar.
Después de todo somos eso que ya no se puede ver.
y
Pedazo de música para escuchar antes de iniciar un extenso viaje a través de la galaxia a bordo de un barco llamado Ganga Yamuna.
2 comentarios:
Hola, estuve leyendo la nota sobre Pez en La Trastienda (muy buena) y aprovecho para comentar que el CCCP no tiene "orga"; el club es sólo una asociación solidaria, cooperativa, no competitiva, horizontal y sin liderazgo. No creo que los "montoneros de 1970" pudieran entrar dentro de esa categoría.
Un abrazo. Carlos
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