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22.6.07

riquelme

un hombre
Será conflictivo para los presidentes y para los técnicos –y para algunos periodistas- pero nunca escuché a ningún futbolista hablar mal de Román, que es Riquelme. Pura bondad y solidaridad en un deporte competitivo.

Ayer escuchaba a Medelón, ex técnico de Olimpo, decir que la diferencia fundamental entre ser DT y futbolista es que al pasar a ser entrenador te tenés que preocupar más por el equipo, cuando sos jugador, por lucirte y ser vendido a Europa. Román, como en otras cosas de su juego, es distinto en eso, es un jugador de equipo, un tipo que se salva con diez más o no se salva. Aquellos que nunca lo ven reírse, porque prefieren quedarse en lo superficial, nunca vieron la sonrisa de Román cuando hace un gol un amigo suyo, un compañero. Román va y abraza a Clemente, a Traverso, a Delgado, a Palacio, a Martín, a Forlán, a Aimar, a su puta madre, con una sonrisa acompañada de revoltijo de pelo paternal. Y se va.

Va y le hace un caño monstruoso a Yepes y cuando le preguntan dice "tiene más merito él que yo, cualquier jugador de fútbol me hubiese pegado una patada. Lo que hizo él es más de hombre".

Cuando elige dar siempre el pase, en vez de pegarle al arco cada vez que tiene la pelota.

Cuando se pelea con dirigentes y técnicos por medidas sindicales que otros prefieren no usufructuar (es líder y actúa como tal). Entonces dice Russo que lo primero que le peleó cuando llegó a Boca es el horario de concentración, de 21.30 a 23, “para que puedan cenar con las familias”, reconoció Miguel Ángel.

Cuando todos se mataban por estar en la selección Pekerman hizo una preconcentración y él se exculpó de no ir porque se le había muerto la mamá a Traverso, su amigo, y dijo que para él eso era más importante que jugar un mundial.
O cuando nació cada hijo que tuvo que se fue de cuanto equipo jugó para estar en ese momento.

Muchos lo criticaron por esas cosas, yo no puedo entender las críticas.

Cuando hizo su primer Topo Gigio fue para Macri, para que le pague lo que le correspondía.

Es una de las personas mejor paradas en la vida, como en la cancha.

Volviendo a ese hombre, que dijo que nunca nadie lo entendió mejor en una cancha que su amigo Pablito Aimar –recordar esa sub-20 campeona del mundo en Malasia con Cambiasso y Quintanita y Romeo-, siempre que le preguntaron cuál era el mejor jugador del mundo él respondía que Zidane era distinto. Muchos ya hablaban pestes de Zinedine, y miren el mundial que hizo ese fenómeno africano. El último partido que jugó Zizou fue con el Real Madrid contra Villarreal –hay una película de eso- y el argelino le regaló su casaca merengue a Román, para que la guarde.

Otros caraduras lo criticaron a Román, decían –muchos dicen aún- que era un pecho frío porque había errado un decisivo penal frente al Arsenal inglés, que no podía jugar en la selección ese tipo. Obviaban que Román había llevado al club más joven de Europa a la semifinal del torneo de clubes más importante del mundo, al Villarreal, el club de la ciudad más chica que llegó más lejos en esa competencia. Hizo historia además en quedar tercero en la liga de las estrellas, en dejar afuera en primera ronda al Manchester y al Lille. En octavos en dejar afuera al Glasgow Rangers, en cuartos en darle un paseo al Inter de Verón, y en casi llegar a la historia grande de clasificarlo a la final. Lo más asombroso es que ese club chiquito –tan chiquito como Olimpo acá- hoy no lo quiere.

No importa, que se quede en Boca, club al que le dio ya más que ningún otro jugador en la historia. Dije hace poco que yo lo quiero más que a Maradona porque yo soy hincha de Boca y a Boca le dio más Román que el Diego. Todavía tiene 28 años.

Yo te amo Juan Román Riquelme, señor de la pelota, rebelde del fútbol, jugando hacia la eternidad, haciendo su juego imposible, con una velocidad mental incalculable, con una pegada tan precisa que sorprende radares, con una humildad tan humana que podría llegar a ser ciudadano de estampitas tras su muerte.