19.10.10

Condorito, una explicación

Sentado entre la madre y el padre esperando el Roca en Constitución, un chico de menos de 10 años leía una Condorito la semana pasada. Pensé, “mientras haya un pibe leyendo la Condorito, habrá futuro”. Después lo relativicé. Pero al tiempo me di cuenta que a lo mejor estaba en lo cierto. Después lo relativicé de vuelta. Vaya uno a saber.


Lógicamente, compré una Condorito Oro y confirmé algunas de mis sospechas.


Pepo

Uno de los ciudadanos más importantes de los 200 años de vida de Chile es seguramente René Ríos Boettiger, alias Pepo. Junto a Pablo Neruda, Salvador Allende y el Chino Ríos. Este dibujante, sobrino del presidente Juan Antonio Ríos (1942/1946), tras una carrera dedicada a la historieta política, decidió meterse con la soberanía cultural (frente al avioncito de Disney que buscaba representar a la chilenitud) y se mandó un Cóndor, chiquito, emblema de lo trasandino por excelencia. De ahí en más el “pajarraco” irá desarrollando una estética, y se irá rodeando de personajes que le darán el marco conceptual de héroe de lo lumpen.


Viñeta

Condorito eleva el universo de las temáticas de la infancia. No hay guerras, peleas, aventuras, conflictos; hay lenguaje. Lo sincrético del desarrollo, es importantísimo: tres páginas como muchísimo, casi siempre de una hoja, muchas mitades, algunos pies de página, y, por supuesto, las condoricosas, en las que todo se resuelve en una viñeta. Ese formato facilita la lectura en los pibes que tienen problemas de concentración. No hace falta entender el chiste, porque el otro quizás sí lo entendés, y si no, no hay problema, hay otro, y así. Condorito no está escrito para chicos de 10 años, las dinámicas son sociales, muchas veces para adultos, y no tienen el reparo de lo políticamente correcto. Hay borrachos (Garganta de Lata), garcas (Pepe Cortisona), lelos (Ungenio), que hablan de infidelidad, adicciones, que son ventajeros, se ríen de la religión, y un largo etcétera. Lo que sí puede englobar a todos los personajes es que en su mayoría son perdedores, pobres, y que se manejan por impulsos. Tanto es así que la única casa de material es la de los suegros de Condorito, los padres de Yayita: Doña Treme y Don Cuasi.


Espacio y tiempo

Otro acierto es la negación de lo verosímil. Desde el momento en que el personaje principal es un cóndor que habla y camina, nada puede ser normal, más cuando uno de sus mejores amigos se llama Huevoduro, y tiene el rostro blanco y ovoide. Condorito bien puede ser viejo, alemán, pirata, rico, pobrísimo, abogado, italiano, futbolista y réferi, empleado y jefe, cura y feligrés, mozo y comensal. Zanjada esa dificultad, nada es imposible.


Sin embargo detrás de esa volatilidad hay un Condorito real, un punto cero donde todo vuelve. Cuando no hay necesidad de forzar el guión hacia algún escenario, Condorito es vago, lee el diario sobre un tronco, se emborracha, es un solterón empedernido y lancero, tiene muchos amigos, un sobrino, mascotas en shuffle, pocos enemigos, es pícaro y no trabaja.


Condorito, una posibilidad

Otra genialidad de Pepo, el autor, es que (antes se daba más que en el pasteurizado Condorito actual) los personajes viven en una ciudad, Pelotillehue, que es un espacio a componer con las sucesivas revistas, cartográfico. Antepasado directo de Los Simpson, en Condorito hay personajes para cada estereotipo necesario y lugares para cada desarrollo. Y esos lugares son espacios lúdicos. Nada en Pelotillehue (la Springfield del cono sur) es tomado en serio. Ahí viene la impostergable letanía: el Bar ‘El Tufo’; el Restorán ‘El pollo farsante’; el Hotel ‘Lucho’; etcétera. Pero esos espacios físicos no se estancan, mutan todo el tiempo. Nunca el restorán ‘El Pollo Farsante’ es igual al anterior ‘Pollo Farsante’, por ejemplo. A veces es de categoría, a veces, una fonda, a veces el mozo es maitre, y a veces el maitre es mozo. A veces es Condorito quien le sirve al Saco de Plomo, y a veces es el “Plumífero” quien le lleva la carta a Pepe Cortisona. Lo único que no varía es el pelo en la sopa.


Buenas Peras es Shelbyville

Volviendo al espacio lúdico, quizás el gran imán a favor de la lectura infantil es la cantidad de lemas y objetos que secundan la escena. Ya sea la parodia publicitaria (Jabón Sussio ‘No lava’; Tome ‘Pin’ y Haga ‘Pun’; El Hocicón ‘Diario pobre pero honrado’) o el universo paralelo en tensión (futbolistas en los cuadros que patean una pelota que se sale del marco -en la otra viñeta el mismo tipo trata de recuperarla-, o los clásicos chabones adentro de los buzones, los cocodrilos que babean, los sonámbulos con velas, o los cocodrilos sonámbulos con velas adentro de los buzones). Siempre detrás de los diálogos pasan cosas raras: las paredes con esa humedad verde asquerosa, las alcantarillas sin tapa y las tranqueras y paredones con grafitis. Existe una paleta de colores única que representa también a Condorito.


(Hay una historia genial detrás del sempiterno grafiti “Muerte al Roto Quezada”. Cuenta la leyenda que Pepo y su mujer fueron a comer a un lugar y por desgracia a la dama le robaron la cartera. Pepo mandó a llamar al encargado, el tal Quezada, que le dijo que “el hurto” sudedió por gente como ellos, que no debían salir a comer afuera. Desde ese momento, Pepo se vengó desde el background de sus tiras con tanta insistencia que Quezada se hizo pasar por muerto, después de décadas de escarnio semipúblico, para que no lo jodan más. Cuando Pepo se enteró del ardid, volvió recargado a la lapidación. Las hijas de Quezada finalmente le pidieron encarecidamente por carta al dibujante que no inste más a matar a su padre. Todo esto despareció de la historieta cuando se homogeneizó para conquistar nuevos mercados, como el vicio de Condorito por el cigarrillo y los coloquialismos.)


¡Plop!

Pasan los años y las Condorito, con sus ¡Plop! y sus ¡Exijo una explicación!, siguen vendiéndose en los kioscos de diarios de la mitad del cono sur. Pocas historietas han logrado a través de los años algo tan trascendente.


Siempre por fuera de los homenajes y los reconocimientos.


Porque Condorito es incómodo, no trasmite valores, no persigue la canonización de un arte, no tiene un héroe en su núcleo, ni buenos modales, ni un dibujo virtuoso, ni nada de lo que naturalmente se resaltaría de un producto cultural.


Pero nada de todo eso importará demasiado mientras haya un chico con una Condorito en la mano, leyendo un chiste de Condorito en el que esté dibujado un pibe leyendo una Condorito, en la que esté dibujado un pibe leyendo una Condorito, en la que esté dibujado un pibe leyendo una Condorito, y así, ad infinitum.

8 comentarios:

Corvino dijo...

Genial post. Condorito conforma, junto al Chavo, una parte importante del imaginario infantil latinoamericano. El Plop como respuesta al sburdo del mundo me parece insuperable. También la mirada estupefacta de Condorito con su mortal frase: Exijo una explicación.

Carlos Tofla dijo...

Excelente post, Emo... Gracias.
Un abrazo.
Ct.

El Comandante Rivero dijo...

Muy bueno. Todo niño esperando en una estación de tren o de ómnibus debería tener acceso a una Condorito!
Me dieron ganas de ir al Parque Rivadavia a buscar alguna colección de Condorito "de las viejas".

Ah... la nostalgia.

Niamadb dijo...

Epselente... siempre fui fana de Condorito (alguna vez hasta me calenté con Yayita en mi juventú...) y con esto me dieorn ganas de comprarme una.

Anónimo dijo...

Casi dejo de leer cuando ví que mencionaste que los padres de Yayita son Doña Treme y Don Chuma... no sabía que la "vieja bigotuda" tuvo un affair con el compadrito de Condorito, probablemente mientras el pobre de Don Quasimodo estaba viendo el clásico Pelotillehué vs Buenas Peras...

Pedro Caminos dijo...

Che, muy bueno. Una sola cosa, me parece que el pueblo que está al lado de Springfield es Shelbyville, con "b" la primera vez.
Saludos!

Luis Suárez dijo...

Simplemente excelente articulo. gracias por hacerme sonreir recordando todo lo que disfrute leyendo condorito.

saludos.

Luis S.

La Rumu dijo...

Qué buen post. Acá en México también leemos mucho a Condorito. Recuerdo mi infancia plagada de sus tiras.