29.9.10

Parábola de Günter Parche



Hubo una vez una gran deportista, más que eso, de elite, Stefanie Maria Graf, alemana.


Steffi Graf era la mejor tenista en una época de grandes tenistas. Grande entre las grandes, Steffi fue número 1 del circuito cuando monstruas como nuestra Gabriela Sabatini le querían arrebatar el cetro sin suerte. Estaban las geniales Arantxa Sánchez, española, Mary Joe Fernández, dominicana (norteamericana) y, en su ocaso, la grandísima checa (norteamericana) Martina Navratilova.


Era número uno Steffi, tranquila, hasta que una yugoslava, Monica Seles, con sólo 15 años, arrumbó el court: ganó seis grand slam y se entronó número 1.


Por supuesto, Günter Parche, no lo soportó.


Muchas veces Steffi Graf me hace acordar al Grupo Clarín y Mónica Seles a Cristina Fernández de Kirchner.


Günter Parche era fanático -en el sentido literal- de Steffi Graf.


Ingresó de improviso en la cancha y le clavó a Monica Seles un cuchillo en la espalda.


Parche dijo que no quería matarla, quería sacarla de la cancha, del juego, esperaba que no compita más, para que todo siga igual, para que nada cambie.


La justicia exprés, los jueces cautelares, los empleados del multimedio y los legisladores clarín; eso, son un parche.


Los logros de Seles durante su carrera la convierten en una de las mejores jugadoras de tenis de todos los tiempos. Sin embargo, siempre estará la pregunta de cuánto más hubiera podido lograr si no hubiera sucedido el lamentable suceso del año 1993.


Seles actualmente está soltera y vive en Florida.

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