22.1.10

El pibe y el jardín

La Convertibilidad aún gozaba de su período virtuoso y desde la China y otros sitios de Oriente a precios accesibles los primeros reproductores caseros de CD’s llegaban al país. Cada familia, de a poco, empezaban a tener en sus casas el suyo. Corría 1992. Claro que la tecnología era muy reciente y no existía una oferta amplia de discos compactos. Los sellos discográficos empezaron a actualizar su catálogo con las joyas de sus arcones y a promocionar a todo trapo los lanzamientos de sus artistas estrellas.

Los clásicos no son bestsellers. Muchos pudieron volver a comprarse en CD El lado oscuro de la luna, sí, claro, incluso sucede todavía, pero no todos lo compraron el mismo mes. Justo de toda justeza, llegó un discazo, el primer discazo de la década, posiblemente el mejor de los últimos años y, a lo mejor, uno de los mejores de todos los tiempos. Hablamos de El amor después del amor, de Fito Paéz.

Mi experiencia con esta entonces nueva tecnología fue así, puse mis ahorros para comprarme un minicomponente Phillips. Todos mis ahorros puse. Ni una moneda me quedó. Mi viejo me regaló 15 pesos para comprarme el primer disco. Era un tema elegir porque, de vuelta, era poca la oferta, y todo salía 20. Me compré un Grandes Éxitos de Vox Dei, anticipándome al viento de cola de Tango Feroz, que me salió 14. Ese disco lo gasté, como imaginarán, era el único, y descubrimientos como Ritmo y blues con armónicas lo justificarían por completo.

El CD como formato permitía un salto tecnológico que revolucionó la manera de escuchar música hasta el punto en el que hoy nos resulta inconcebible la lógica del cassette o el magazine (?). Apareció el track. La posibilidad de escuchar una canción, saltar a la 9, volver a la 4. La posibilidad de terminar no conociendo una canción por no escuchar nunca el disco completo. El random, hoy anémico, en desuso, durante los noventa fue un quilombo. En mi aparato se llamaba shuffle. Como ya conocerán te permitía escuchar el disco salteadito, de acuerdo al azar. El trackeado trajo consigo la posibilidad de reproducir infinidad de veces la misma línea de bajo o un estribillo, cosas que el tiempo también se encargó de dejar en el pasado.

Pero volvamos a 1992, cuando los árboles florecían en cada estación y se tomaba café al coñac caliente antes de entrar a la matinée. En aquel tiempo de privatizaciones compulsivas todos ya estaban en vías de su primer centro musical, más por una cuestión de estatus que por una necesidad real. No era entonces raro ver en casa de compañeros del colegio un promedio de 15 discos, siendo generoso, y, más allá o más acá de los gustos de cada familia, se compartían de manera universal dos discos: Vasos Vacíos de Los Fabulosos Cadillacs y el citado opus de Páez. Elijo este último entonces porque tiene el valor de la obra nueva, siendo que el disco de los Cadillacs fue un remozado grandes éxitos (más la yapa de Matador).

Aún no existía, para cerrar con el color de época, la grabadora de CD’s: la única manera de tener un disco, era comprarlo. ¡Qué raro! Todo esto significó que El amor después del amor se permitiese llegar a Disco de Diamante el primer día de 1993, al vender más de 500 mil discos; en realidad, la friolera de 700 mil (por lo que juzgamos que ya habrá superado el palo de unidades vendidas). Una barbaridad que en este país sólo lograron Queen, los Nocheros (dos veces), Soledad y Luis Miguel (cuatro veces; sí, leyeron bien, cuatro veces vendió más de 500 mil discos). Ahora, ya con internet en el medio y esos downloads a un click de distancia, el monto a alcanzar para el Diamante se bajó a 250 mil, sin embargo, nadie lo logró. Y podemos asegurar que salvo que se invente un disco que además te cocine y te planche nadie volverá a tener esa cantidad de ventas nunca más.

Centrémonos en Fito Páez, en su disco mejor. Se dice que un artista se pone bueno, lúcido y prolífico, cuando sufre un grave desamor o una pérdida. No es el caso. La musa inspiradora fue Cecilia Roth, la actriz con la que el músico rosarino empezaba a noviar. Es cierto que otros dolores le permitieron escribir lo mejor de su obra anterior, su veta más sanguínea, más consustanciada con los dilemas cotidianos, más cercano al cronista de sucesos, pero ninguna obra completa ni anterior ni posterior supera a la policromía musical de EADDA.

Podría pasar tema por tema pero prefiero abordarlo desordenadamente, en random, asociar canciones. No es un disco que guarde una línea conceptual tan fuerte, sólo la preciosidad de las canciones que se suceden, lo que no es poco. Si a eso le sumamos el fenómeno del trackeo y la cantidad de hits (al menos 7), lo que tenemos es un disco de grandes éxitos paridos en el mismo día.

14 canciones que parecen más de 20, lo imaginaba más largo, que fueron elegidas por Fito ya pensando en la posteridad. Se nota en su acuarela amigable de sonidos, en la calidad de sus invitados y en la idea de disco, barroco o romántico.

Todas las canciones tienen su historia particular, Brillante sobre el mic fue usada en un 95 por ciento de cumpleaños de quince y viajes a Bariloche de la década del noventa para abrazarse sin motivo mayor que aquellos “recuerdos que no voy a olvidar”. La parte más rockera, que incluye el toque de Ariel Rot en A rodar mi vida, y los más pesaditos y geniales Balada de Donna Helena y Tráfico por Katmandú, que fue cortina de un programa de televisión de esa época llamado Desde Adentro.

La corte folklórico, Detrás del muro de los lamentos con Mercedes Sosa; el tango canción Pétalo de sal en compañía de Luis Alberto Spinetta; y la iniciática La rueda mágica compuesta a dúo con Chalry García, a la que se sumó Andrés Calamaro, para un terceto de pianos eléctricos que nunca más se volvería a juntar (sinécdoque, no tocan los tres, son El Teclado).

Sasha Sisí y el círculo de baba llegó a ser corte de difusión, rareza, canción funky deforme e inclasificable, con una historia hermosa, de esas que Fito siempre logró desde su particular estilo. Creo, un tema de otra época, ideal para cantar cuando la fiesta se está apagando. Y el tema que le da nombre al álbum, que nunca fue de mi gusto, pero que explotó, con esa base electrónica y la estupenda voz de Claudia Puyó.

La minisesión fílmica, que incluye Dos días en la vida, canción inspirada en la película Thelma & Louise, con Fabiana Cantilo y Celeste Carballo (¡y Fabián Gallardo!) y la espectacular, La Verónica, que relata una historia dentro de una película que no existe, con una manera muy original de construir el relato, “Exterior. Día. Toma 22.”

Cierro con las dos canciones que se despegan por méritos propios de las ya increíbles canciones del disco. Qué más decir de Un vestido y un amor, con su pincelazo “Te vi, juntabas margaritas del mantel”, canción que hoy es un estándar en castellano, grabado por un montón de intérpretes, hasta la inclusión definitiva en Fina Estampa de Caetano Veloso, disco en el que el músico brasileño grabó sus canciones favoritas en castellano, piezas como Vuelvo al Sur (¡con letra de Pino Solanas!) y Contigo a la distancia.

Deje la mejor canción de Fito Páez de todos los tiempos, y seguramente una de las mejores del cancionero popular argentino, para el final: Tumbas de la Gloria, con ese increscendo armónico, ese estribillo virtuoso y el categórico “algo de vos llega hasta mí, cuando era pibe tuve un jardín”.

La imagen de tapa, crística, con Rodolfo en cueros, exudando juventud, con dos diamantes o hielos secos al frente, la mirada perdida en el foco y el nombre del disco -ilegible por eso del negro sobre negro- redondean este disco fundamental de la música argentina, que coexiste en un millón de casas, más o menos, 34 puntos de rating.

14 comentarios:

Carlos Tofla dijo...

Lo compré el mismo día que salió. Un amigo tenía "Tercer mundo" en CD y lo habíamos recontra gastado en la compactera de su centro musical.
Como dice Dolina: "un trapo mojado contiene infinita agua; uno lo estruja y lo estruja y siempre sigue sacando una gotita". Así fue para mí este disco: escucharlo y escucharlo y siempre encontrarle algo nuevo (quién no "pasó al reves" el final de Tumbas... para descubrir los nombres de los rockstar fallecidos...).
Un abrazo.
Ct.

Carlos Tofla dijo...

PD: qué espantosa es la versión de Caetano.

Matías dijo...

También fue el disco nacional con el que me obsesioné de pibe (el internacional fue Thriller, de Michael Jackson) cuando mi viejo me regaló la compactera Technics que todavía se la sigue aguantando como un campión. Lo tuve olvidado años, más de una década, lo redescubrí hará dos o tres años, y logró convertirse en una constante en mi vida. Es un disco sin paragón; es el argumento más sólido, con la fuerza de un puñetazo, ante los detractores del estilo de Fito. Y para los rosarinos estrictamente: si no te gusta Fito, no entendés Rosario. Así de corta. Fito es un extracto de la sustancia de la que está hecha esta ciudad. Por su estilo y su historia. Por la Trova, por los amores, por la poesía.

Hasta Brillante sobre el mic, que como bien decís pasaría por un tema ya "quemado" por las circunstancias en las que se lo (ab)usa, sigue teniendo una increíble fuerza, sobre todo eso en esa estrofa final en la que dice "yo vi tu corazón, brillante sobre el mic en una mano". Estremecedor.

Un amigo músico me dijo "escuchá bien ese tema que van entrando los instrumentos de a poco y termina con un quilombo bárbaro", así que después de bastante tiempo con Tumbas de la gloria como indiscutible favorito (que también es el de Fito, según confesó en ElePé), y ya habiendo literalmente gastado el disco compacto, Donna Helena se me convirtió en la joyita tardía que le encontré a El Amor Después del Amor. Lo mismo me pasó con el tema homónimo, que me parecía algo "poppero" dentro del conjunto, hasta que escuché a esa Joplin argentina que es la Puyó confesando que no había nada como cantar esa canción en vivo con Fito. Ahí entendí el tema y entendí a Fito, y cómo le chupa todo un huevo y cómo le sale todo bien de adentro, como a cualquier otro gran genio.

Si no lo vieron, busquen en internet el especial de ElePé de este disco, es un agregado fenomenal para disfrutarlo aún más.

estudiante crónica dijo...

Mi primer CD, a los 13 anhos (bah, el primero que elegi yo, me habian regalado Greatest hits 1 de Queen antes, que tb estaba muy bien).
Lo gaste. No paraba de escucharlo. Me sigue pareciendo brillante, sigo sabiendo todas las letras de memoria.

Mauri Kurcbard dijo...

Siempre imagine a los CDs como una especie de gigantesco salchichon hecho de plastico al que hay que ponerle algo para venderlo, sino no te lo compra nadie. Los instrumentos, los equipos, los conciertos,la indumentaria y los musicos son simples aditivos, engranbajes de una gigantesca maquina planetaria quye permite que eso suceda y se convierta en muchisima plata.

Despues me di cuenta de que para las Multi de la musica, esto es literalmente asi, hay que vender salchichon a como de, la musica y los musicos son apenas un engranaje, de ningun modo un productor a difundir un producto artistico, sino, una cosa, unos forros digamos.

Vayamos al grano.

La trayectoria noventista de Fito- casi el nudo central de su vida- es una gran ilustracion del ascenso y caida del menemismo, creo que ese es su gran aporte a la historia de la musica. De ningun modo estoy diciendo que Fito es menemista, sino que es uno de los mas refinados represenatntes de esa historia.

En lo que respecta a mi, jamas formo parte de mi cdteca, ni de taquito.Pero se gano el cielo bancando a Symns.

Saludos.

Carlos Tofla dijo...

Mauri, no entiendo tu parábola Menem-Páez. Y tampoco comparto tu generalización de músico=relleno de salchichón; hay de todo en la viña del señor, como diría mi suegro...
Saludos.
Ct.

Matías dijo...

Sí, me da asquito pensar que cuando escucho El Amor Después del Amor estoy escuchando la inauguración de Yacyretá. O sea, que el auge y "ocaso" (tema que te discuto si me pagás un porrón y unos manice) de Fito coincida con el del menemismo no quiere decir que Fito sea la esponja o espejo de aquél, me parece. Más bien, si hay un tipo que cantó al menemismo, y diez años por adelantado, fue Charly.

Martín Zariello dijo...

Primer disco que escuché en mi vida (junto a Dynamo y Vasos Vacíos). Se lo regalaron a mi viejo para su cumpleaños. Yo tenía 7 años y lo gasté escuchándolo todas las tardescon los auriculares. Y me aprendí todas las letras, incluso las que no entendía. Discazo absoluto, hace años que no lo escucho entero salvo dos canciones que me gustan mucho, me dieron ganas de pegarle una revisada. Justo ayer me bajé el nuevo tema de Páez...

Saludos.

PD: La Bersuit con La Argentinidad al pedo no fue disco de diamante?

matilda dijo...

m gusta el riváival q hacés.
pertenezco al grupo de los q fito nos fue dejando de gustar a partir d este disco. m mas exactamente, hasta 3º mundo todo bien.
emocionante repaso d temas. aunq solo m gusten un vestido y tumbas.

una cosa q no entiendo
bah, 2:
q es el trackeado?
xq el random/shuffle pasó a la historia? e lo más.

q hdp vuelvo al sur!

omar alberto dijo...

Recuerdo que mi tia nos habia regalado un radiograbador en el 95 +o- y no teníamos ni un disco (y ni una moneda, vivía con mis abuelos y de su jubilación y ayudas varias)para escuchar. Mi hermano tenía un compañero de escuela que tenía un mas que buen pasar y le prestó como 10 discos, entre ellos estaba Vasos Vacios, La vida Loca, el disco negro de Metallica, Use your illusion II (el azul) de Guns & Roses y este disco de fito. Yo era un prepuber que se divertía mucho con los decadentes, me la pasaba cantando "el pájaro vio el cielo y se voló.." "te voy a dar con la guitarra en la cabeza..", sin embargo y me encantaba el disco de fito, me escuchaba todas las noches una y otra vez sus canciones y repasaba las páginas del disquin, me impactaban los colores de la tapa. Realmente me hiciste retrotraerme a mi más tierna infancia. Más tarde dejé de escuchar a Fito, me hice adolescente y entre rebeldía y amigos me corrí para el lado de Los Redondos, La Renga. Después me acerque al folklore y a Manu Chao.
hace unos meses me vino a la cabeza la letra de Pétalo de sal, extrañamente, hace años no la escuchaba (dudo que alguna radio la ponga alguna vez) y se me cruzó en un par de sinapsis neuronales, me busque el disco y lo volví a escuchar, realmente coincido en que es LA OBRA de Fito y uno de los mejores discos de nuestra música.
Ah, abrí la página esperando encontrar algo sobre Redrado, Pino, la Donda y me saliste con esto........... me fui.
Un abrazo peronista

Mercedes Grazzini Insua dijo...

Siempre se vuelve "al amor despues del amor"...¡qué poesia!...¡cuánta, pero cuanta música!
Rosario es más que Fito pero FITO ES ROSARIO.

Anónimo dijo...

la cortina musical del menemismo sin duda

Anónimo dijo...

Como dijeron en un comentario anterior, ya no agradó tanto desde aquí en adelante. Acaso el peor de los mejores o el mejor de los peores de toda su obra. Indudablemente es una bisagra.
El hambre -de comida, de gloria, de lo que sea- le hacía componer mejor

nanolefou dijo...

Qué discazo: el salto a la adolescencia.