11.11.09

El altavoz de la conciencia

Continuando con el Plan Quinquenal de CM's, el Primer Actor, Enrique Pinti.



En 1998 fuimos con unos amigos a Cuba. Una noche, en La Habana, consultamos qué podíamos hacer. Estábamos en las afueras de la ciudad, parando en una casa de familia, en el Bronx, lejos del vallado turístico. Nos recomendaron difusamente un show en vivo. Quedaba en un edificio más parecido a una subsecretaría que a un teatro. Preguntando supimos que, sin exagerar, mil pisos para arriba, sin ascensores en dos islas a la redonda, había un café concert. O lo que acá llamaríamos así. Alguien bailó, alguien cantó y alguien dio un show humorístico que culminó con ese monólogo de Enrique Pinti, que dice “pasan estos, pasan los otros; quedan los artistas”.


No me cae mal Pinti, es un personaje difícil de asimilar, raro, pero me cae bien. Eso sí, le queda grande el rol de analista lúcido de la realidad. A lo sumo, interpreta mejor que nadie el sentido común de los lectores de Clarín, como una publicidad de Michetti o como cualquier charla en la cola de un banco. Quiero decir, Pinti no es un pensador. En su sucesión vocal, que no precisa la respiración, pude mechar quince lugares comunes con una gracia. O lo que causa gracia es la manera, y no lo que dice. Porque si uno desgrana su discurso, pide la desgrabación, y lo lee atentamente, no encontrará allí pensamientos preclaros ni ironías sutiles, sino una ristra de insultos livianos más un nihilismo alegre y resignado en partes iguales, todo hilvanado velozmente. Quien haya leído un artículo suyo lo confirmará. Lo que causa gracia no es lo que dice, es Pinti.

Ahí radica el carisma de Enrique, en que se ríe primero de si mismo, y al reírse de él más tarde se ríe de su clase, la media. Y después se ríe de los políticos que representan a esa clase media. La formula es esa. No se ríe desde afuera, se reconoce parte. Subraya sus propias miserias para después identificar las miserias de la sociedad a la que pertenece, pertenecemos. Y eso resulta, no hay duda: genera empatía en algunos y admiración en otros.


Luis Majul con una sonrisa impertérrita y una afirmación por cabeza puede recorrer la realidad nacional desde la mirada de Pinti, como si Pinti fuese Jauretche. El error es Majul. Pinti es mucho más sabio que su público, porque no se la cree.


Y mientras ese monólogo de Enrique no sólo perdure sino que trascienda las fronteras y se consustancie con una realidad tan distinta como la cubana, será un artista. Y quedará.


Dedicado a la comentarista anónimo de ayer a las 9.09 PM, que se comió 7 niapalos al hilo.

3 comentarios:

Andrés dijo...

Gracias por la dedicatoria. Un abrazo (prometo no comentar mas como anónimo y seguir leyendo ni a palos)

Tito Rosé dijo...

Pinti cree que es un supuesto fiscal de la patria pero despues se presta a estimular el juego desde la publicidad del Quini....que se calle de una buena vez con su moralina republicana. Un forro

Julia dijo...

Ayer a la noche...zapeando, caigo en Volver (no sos el único que cuelga un rato en ese canal) y me lo encuentro a Pinti. Por la calidad de imagen y la moda calculo que era de principios de los noventa. Pinti tenía una camisa de señora, con detalles de brillos, y con hombreras. Su cara maquillada, en los parpados una sombra lila, y por supuesto transpirado. al principio fue gracioso...pero se iba transformando en lo que parecia: una peluquera de barrio quejandose de lo berreta que somos los argentinos...de que la culpa la tienen los politicos...etc...
Yo me quise reir, darle una chance, no ser tan chauvinista y darle un espacio a ese humor...pero finalmente cambie de canal. Un abrazo y felicitaciones por la nominacion!!! hace poco te conozco pero por lo que te lei, bien merecido te lo tienes! (la conductora de 300 segundos)