8.10.09

currículum mortæ


Restablecidos los problemas operativos de Ni a palos web, retomamos la publicación a destiempo del currículum mortæ. En esta oportunidad, el cuarto, Nelson Castro.
El doctor, en disfunciones

El menemismo les regaló prestigio a personas que no se lo merecían. Ser creíble, letrado, progresista, hasta psicobolche, era fácil en aquellos adversos días. Uno de los más beneficiados por el efecto binario de la contraposición ideológica fue Nelson Castro. Un periodista deportivo con un montoncito de virtudes quien, a fuerza de pronunciar frases unimembres desde la ira sutil, logró posicionarse como uno de los periodistas argentinos más creíbles (y mejor remunerados). Su denodado esfuerzo por defender la patria, la moral y las formas fue y sigue siendo candoroso. No sé quién le dijo que debía defendernos de los peligros del pantano de la política. No se quién lo votó para eso. Pero algún título honoris causa como Ombudsman de Oficio deberían darle a esta altura. Sin que le tiemble un músculo puede decir que un dirigente miente sin explicar por qué y expresando su pena en nombre de todos nosotros. A la manera de Santo Biasatti nunca desarrolla su supuesta opinión, la infiere.


Y está estudiado y probado, como El Juego Limpio es tan aburrido, sus columnas son tan largas y esquivas, y su programa de radio es tan monocorde, nadie se toma el trabajo de escucharlo, verlo o leerlo. La gente piensa entonces que deben estar bien las cosas que hace, dice y escribe. Es la única manera de entender su reputación ya que Castro tiene muy poca profundidad en el abordaje de las problemáticas y una incapacidad labrada para la construcción oral: en su programa de radio lo única cosa modulada es la amplitud de onda. Eso sí, hay que reconocer que al menos su prosa demuestra su exitoso paso por la Facultad de Medicina: no se le entiende qué quiso escribir.


Su último libro versó sobre dirigentes enfermos en el ejercicio del poder. Porque como dijimos es médico. El Doctor Castro. Desde esa autoridad ganada se atrevió a afirmar que la lipotimia de la Presidenta no fue tal, que era algo mucho peor, sin siquiera haberla visto en fotos. Castro se hizo el censurado por el Gobierno a principios de año, cobrando una barrabasada en concepto de indemnización, y a la semana consiguió trabajo en Radio Mitre. En las publicidades gráficas parece Monty Burns. Debajo hay tres jóvenes, profesionales, rubios y de ojos claros. Una elite. Su público.

3 comentarios:

desparejo dijo...

Decís dos cosas que, entre otras, nos permitió ver toda esta época que venimos pasando desde el 2003:
1. Se descubrieron algunas caretas de gente que pensábamos que eran copados y terminaron mostrándose como ese ejemplar que nombraban la otra vez en Ni a palos: el progresista de derecha. A mí no me gustó nunca este chabón; siempre me pareció aburrido, pero los Lanata, los Pergolini, los Lalo Mir, etc, que parecían que eran gente progre, resulta que son los más conservadores y moralistas en cuanto a política.

2. El tema de la legitimidad del voto. Creo que es un punto que debería discutirse cada vez más porque hay espacios de poder que no están democratizados. Gente que tiene poder sobre la ciudadanía y no los vota nadie. Creo que el Poder Judicial es el caso más fulero porque es parte del Estado, pero el tema de los medios va a terminar poniendo en cuestión este tema tarde o temprano.
Bueno, perdón porque te ocupé mucho espacio. Saludos

caca dijo...

desparejo, un gusto, escriba que el espacio en internet es ilimitado, por suerte!

Anónimo dijo...

Juaaaaaa

Buenisima la caracterización!!

Me rei mucho. Es tal cual. Éste y Biasati se creen que son la moral personificada. Que no necesitan argumentar porque hablan "desde la verdad", por supuesto la verdad "de la gente".

Que suerte que alla tipos así que nos ayudan a comprendernos a nosotros mismos, "las gentes".

Christian