21.5.09

sobre la censura y lo ilegal

Como todo tiene que ver con todo, dijo Pancho, y parece que el censurado en este país es Nelson Castro, con columna en Perfil, programa de TV en TN y de radio en Mitre, y solidarizándonos con Diego F, comparto un texto que mando Luzbelita sobre Mariotto, las radios truchas, la hipocresía, los multimedios y la necesidad de que hablemos todos para que abramos la cancha.

Vergüenza perdida

Les pido un favor, denme una manito. Sucede que yo no sé defender, soy regular para atacar y muy empeñoso en el arte afectivo de cuidar y con diferentes resultados. Pero mi defensa es como la de Independiente.

Este lunes le pegaron a un amigo, lo acorralaron con artes mañosos y lo hicieron muñeco de reproches, críticas y agravios, con fundamentos llenos de prejuicios, con la insidia que aceita hoy a la mayoría de los medios de comunicación, especialmente los medios concentrados.

Y la verdad no sé como hacer para presentar una defensa, solo se me ocurren puñetazos al viento. Porque la desvergüenza es inasible y por lo tanto intangible y entonces no se le puede atinar un ataque. Los empleados de Hadad, por ejemplo, señores de diferentes profesiones, de intelectualidad mediocre, de afectaciones falsas y de moral difusa, se escurren en la viscosidad de su propia indecencia cuando uno pretende tomarlos.

La señora Giudici, diputada nacional, como otra muestra, pobre mujer que transita la irresponsabilidad política con la misma inercia que la expone en el caso “Cromagnon” en calidad de desvaída silueta tanto como la punta de lanza legislativa contra la ley de democratización de la palabra pública, laborando aquí a favor de los monopolios. En ambos casos un personaje de medianía absoluta, si es que vale el contrasentido.

El constitucionalista Gregorio Badeni, sosten legal de ADEPA, núcleo reaccionario con formato de organización de prensa, histórico colaboracionista de los golpes militares y defensor a ultranza de la institucionalidad legal de la dictadura en materia de medios, defensor de Antonio Buzzi y de Edgardo Patti, tanto como del orden legal impuesto por la 22285.

Y el “Grupo” que se expone como pista de despegue de estos obuses, con el candor y la inocencia de las madamas, como si se estuviese hablando de un asunto que no lo involucra como factotum y actor principal de los intereses en juego.

Entre todos se han escandalizado públicamente porque un joven militante, intelectual, académico, realizador cinematográfico, amante del tango y del box, peronista cultural y buena persona, relató en el relax de una entrevista que fue, a los 22 años, gerenciador de una radio “trucha”.

El pecado pasó de venial a mortal por decisión de oportunidad y no hay Dios consultado.

Durante más de veinte años los argentinos hicimos crecer un sistema mediático alterno y en contradicción con las malformaciones que la década de los noventa producía fuera de políticas concentradoras y privatizadoras. La palabra pública, igual que los ferrocarriles, las aerolíneas, el gas, la minería y los teléfonos, se enajenaba de su raíz original. Muchos, por aprovechamiento tecnológico, le pusimos el pecho a esa corriente, y construimos un espacio alternativo al hoyo simbólico que se tragaba todo. Lo hicimos con riesgo y con amor, como todas las cosas que tienen bondad de origen. Mientras dábamos esa batalla, los gendarmes del silencio nos denunciaban y perseguían blandiendo nada más y nada menos que la ley de la dictadura, un agravio adicional en medio de la democracia sangradamente recuperada.

Éramos radios truchas.

Ahora, veinte años después, la misma descarada reacción, el mismo oprobioso estigma, pretende pringar la voluntad política de los hombres que empujan la creación de un marco legal de la democracia para la comunicación audiovisual, una ley construida y consensuada, en recabo de la experiencia internacional con vistas a reinstaurar la cuestión de la comunicación en el seno de la cultura.

Es demasiada infamia a la que no se puede devolverle solo silencio. Una mano entonces les pido, yo que no sé defender, para darle amparo a una vocación legítima y a una necesidad fundante para el orden institucional de la Argentina. No dejemos sin censura social y sin respuesta a semejante mendacidad.

Ley de medios ya. Tratamiento parlamentario ya. Hablemos para recuperar la voz.

6 comentarios:

Revista Caracu dijo...

REVISTA CARACU
revistacaracu.blogspot.com

matilda dijo...

seguir rompiendo el cerco. ley d medios ya. abramos la cancha

Anónimo dijo...

Si cancelar un contrato, cuando previamente se le había asegurado a Nelson Castro que no había inconvenientes en continuar con el programa, no te parece censurar... y bueno... entonces busquemos nuevas definiciones de censura.

Nelson Castro molestaba estando en Radio Del Plata, lo compra una empresa aliada a los K y lo rajan a Nelson Castro. De delicado no hubo nada.

Sí a una nueva ley de radiodifusión pero tiene que tener otro objetivo además de molestar al grupo Clarín. Hacer algo CONTRA algo o alguien nunca funciona. Y reducirlo a "que todos podamos ver el futbol" es ver sólo una mínima parte.

lola dijo...

anónimo, vos leiste el proyecto de ley?

javier dijo...

anonimo, estuviste afuera del mundo los ultimos 2 meses o que?

(bah por ahi fueron mas, no me acuerdo bien cuando fue lo de nelson, pero pense que ya no quedaban boludos utiles).

javier dijo...

anonimo, estuviste afuera del mundo los ultimos 2 meses o que?

(bah por ahi fueron mas, no me acuerdo bien cuando fue lo de nelson, pero pense que ya no quedaban boludos utiles).