7.1.08

Dice que a todo le pongas mucha Gelman

Miraba por la ventana, acostado, e imaginaba estar esperando un vuelo, demorado, en un aeropuerto. Estaba además Juan Gelman y su mujer, también demorado, el vuelo, Juan, yo, su mujer, aburridos; pero él con su halo, más liviano ante las viscicitudes de la mundanalidad mundana, casi etéreo, poeta, en fin. Escribo en un papel “la vida”, muy chiquitito, y procuro que me vea –con el misterio necesario para que se interese en mi accionar-. Un tacho de basura está, por esas casualidades de los delirios, enfrente de Juan. Pego el cartelito en el tacho de basura con una cinta de papel color beige. Juan está sentado, yo me siento en el piso, exactamente entre él y el tacho, de espaldas al poeta. Sacó un pilón de hojas y con un marcador grueso escribo “sueño” en una de ellas, hago un bollito. Con una morisqueta histriónicamente payasesca lo tiro al tacho. (No decidí si tenía que embocarlo o no.) La idea era, más bien, repetir tres veces el proceso. Escribir “sueño”, hacer un bollo y tirarlo de una manera inverosímil. Acto seguido me incorporaba, me daba una vuelta, e increpaba, sí, dulcemente, a Gelman: “Como a tus compañeros que mataron y mataron, y nadie te enseñó a hacerlos de nuevo, estoy arrojando sueños sin método contra la vida chiquita”. Obviamente Juan se emocionaba y me invitaba a comer a su casa y nos hacíamos amigos.

Bollitos de juangelman a là natanael
  • Ingredientes
  • 1 cinta de papel color beige.
  • 1 aeropuerto.
  • 1 tachito de basura.
  • 1 marcador grueso negro.
  • 1 Juan Gelman ocioso.
  • 1 pilón de hojas.

Todo este escenario me obligó a levantarme de la cama y volver a leer por enésima vez los mismos 25 poemas de Juan que tanto me gustan.

Enciendo el libro en un canal al azar y me entretengo con la telenovela inasible de Televisa Cósmica Internacional, María la sirvienta, cuyos contenidos fueron comercializados por Dori Media Group en el Estado de Israel para la señal del estado (de Israel) y sus repetidoras Franja de Gaza Color y Cisjordania Visión.

Resumen del capítulo anterior:

Se llamaba María todo el tiempo de sus 17 años,
era capaz de tener alma y sonreír con pajaritos,
pero lo importante fue que en la valija le encontraron
un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa.

Todo el tiempo de sus 17 años nuestra protagonista, María, de profesión sirvienta, fue más o menos feliz, y tenía su almita. Una vida armada, que le dicen. Pero lo importante fue que en su valija le encontraron un niño muerto de tres días envuelto en diarios de la casa, ni siquiera eran diarios propios, Crónica o Popular, de la casa, La Prensa o La Nación, da lo mismo.

Qué manera era esa de pecar de pecar,
decían las señoras acostumbradas a la discreción
y en señal de horror levantaban las cejas
con un breve vuelo no desprovisto de encanto.

Tenemos los personajes secundarios, las señoras discretas, qué lindo reparto. El pecar de pecar es el pecar de un ser en pecado que ni original es, es una pecadora vulgar que peca vulgarmente con pecados ramplones. María, una bárbara, pero joven, redonda por todos lados, atractivísima, que hedió todo el tiempo de sus 17 años, en los que se llamó María, exudando sexo, exigiéndolo con gritos físicos guturales, sonriendo con pajaritos. Por eso se encantaban las discretas cejas de las señoras, en el horror de lo previsible, de lo natural. Los otros personajes son, claro, los señores, que hacen su aparición en la compañía, ahora mismito, como aquella santa teresa en el revés de un éxtasis.

Los señores meditaron rápidamente sobre los peligros
de la prostitución o de la falta de prostitución,
rememoraban sus hazañas con chiruzas diversas
y decían severos: desde luego querida.

El conflicto de la relación entre los hombres bien y las mujeres discretas está subrayado entrelíneas por el poeta, quien nos sitúa imaginariamente en una tertulia, alrededor de las 7 de la tarde, al ocaso de una cacería de patos en alguna hacienda bonaerense o pampeana. Porque los hombres conversan de pie y las mujeres sentadas alrededor de un arreglo floral, siempre ha sido así y no tiene por qué modificarse ahora esa condición milenaria. Entre disparo y disparo, mientras los perros traen las presas o la falta de ellas, dirimen sobre la importancia de coger, sin método, vale repetir: lo que pasó no admite hipótesis; todo lo demás es debatible. Y dicen severos: deseluegoquerida.

En la comisaría fueron decentes con ella,
sólo la manosearon de sargento para arriba,
pero María se ocupaba de soñar,
los pajaritos se le despintaron bajo la lluvia de lágrimas.

Fondo a negro, comisaría de campo, sargentos y demás especímenes de policías provinciales haciendo lo de siempre: sumando alguna tristeza extra a quien se las había ingeniado para llevar su vida más o menos dignamente. Chiruza es una palabra que pude aparecer tanto en el vocabulario patricio como en el argot policíaco, que de tanto sargentear -"marche preso desacatao"- hipotecan el orgullo en defender a sus carceleros. Chiruza, palabra que ni admite, entre otras discriminaciones, la modalidad masculina. No existe el chiruzo. La chirozitud es sólo feminina, por prostitución o por falta de prostitución.

Había mucha gente desagradada con María
por su manera de empaquetar los resultados del amor
y opinaban que la cárcel le devolvería la decencia
o por lo menos francamente la haría menos bruta.

Qué es eso de que esta Chiruzita, a la que le dimos todo, nos acarree este horror en las cejas, ciertamente encantador. Estoy, estamos, muy desagradados con María, esta bruta, que metió un bebé muerto en una valija, mejor dicho, esa manera poco decente de empaquetar los resultados del amor o la falta de amor.

Aquella noche las señoras y señores se perfumaban
con ardor
pero el niño que decía la verdad,
por el niño que era puro,
por el que era tierno,
por el bueno, en fin,
por todos los niños muertos que cargaban en las valijas
del alma
y empezaron a heder súbitamente
mientras la gran ciudad cerraba sus ventanas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

que sueño maravilloso tuviste será que el domingo leiste la nota de Clarín(?)
podés parar!
un beso

caca dijo...

te perjudicás!

no, no lo había leído, ahora voy a buscarla!