24.10.07

En política, participar más y despreciar menos

Existe una imagen arraigada de que la política incluye una porción de ineptos y corruptos superior a la que puede hallarse en otros órdenes de la vida social; algo así como: "Existe una clase política sin mayores prejuicios morales que surge de un pueblo maravilloso", creencia que no tiene el menor fundamento ya que pueden señalarse diversos ejemplos de corrupción o transgresión en ámbitos privados.

(...) Una buena parte de la sociedad argentina exige soluciones de quienes descree o aun más, desprecia.

(...) ¿Es posible entonces imaginar la existencia de un volumen significativo de capaces y probos involucrados en la labor política y que además sean suficientemente valientes y abnegados para comprometerse en la solución de problemas complejos corriendo riesgos ellos y sus familias y además enfrentando la desconfianza y la desaprobación de virtualmente toda la sociedad? No, simplemente no lo es.

(...) Las organizaciones de la sociedad civil elaboran y sugieren propuestas, pero en la medida que sea preciso el poder del Estado para aplicarlas, no están en condiciones de llevarlas a cabo a menos que se transformen en partidos políticos.

(...) Pretender que la acción estatal sea el resultado de una presión ejercida "desde afuera" (...) es simplemente absurdo y muy peligroso para una democracia.

(...) También lo es transformar al apoliticismo en un principio valorado.

(...) la solución a los complejos problemas que afectan a nuestra sociedad requiere un número significativo de personas con vocación para ocuparse de los temas públicos, (...) personas decididas a hacer política y organizarse en partidos políticos.

(...) No se trata de grupitos de gente buena apostando casi exclusivamente a la presencia mediática la que encontrará las respuestas necesarias (...) evitemos la soberbia de creer que podemos inventar una democracia sin partidos aunque no haya antecedente alguno que avale esta pretensión (...) es de esperar que hayamos aprendido de las terribles consecuencias de procesos que en 1966 y 1976 vinieron a acabar con las "corporaciones políticas".

(...) Sin esto, serán de escasa utilidad las reformas que sólo apunten a aspectos necesarios aunque secundarios, como la modificación de las listas sábanas o el mejor control de los gastos de campaña. Sin revalorización de la política no nos libraremos del riesgo de que nos gobiernen los inescrupulosos.

Por Aldo Isuani,
Sociólogo, profesor titular de la UBA, investigador principal del Conicet
Tribuna, Clarín, 24 de octubre de 2007, hoy, bah...

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