Salgo en televisión no por cariño al público sino para ganar suficiente dinero que me permita alejarme de él.
No aspiro a tener amigos. Prefiero tener empleados. Me tratan con más cariño y no vienen a verme a la casa.
No me gusta hablar por teléfono porque ya me acostumbré a que me paguen por hablar. Cuando hablo por teléfono, siento que alguien me estafa o que me queda debiendo dinero.
Mi idea de felicidad se reduce a cagar en mi casa. Eso me obliga a pasar la mayor parte del tiempo en mi casa. Por eso me hice escritor, para cagar en casa.
Mi única ilusión como padre es que mis hijas sean sexualmente felices, que es la única forma de forma concreta de felicidad que conozco.
He ahorrado algún dinero porque comprar cosas o hacer negocios requiere un esfuerzo del que me siento incapaz.
Nunca seré un buen escritor. Prefiero ver un buen partido de fútbol que leer una buena novela. Prefiero ver un buen clásico a leer un clásico.
Me he vuelto sexualmente pasivo no porque lo disfrute más sino porque ser activo es un responsabilidad histriónica que me abruma.
He bajado algo de peso porque me agobia salir a comprar comida al mercado.
Mi odio a los gatos se origina en la sospecha de que son más inteligentes que yo.
Fragmentos de la columna Mundanas de Jaime Bayly.
Revista Veintitrés, 21 de junio de 2007.
3 comentarios:
Jaime califica para mi hace algunos años, menos cuando estaba en canal 9, pero lo leia por otro lado y seguia calificando...
El 9 estuvo anulado en mi tele un par de años...
lo de hacer caca en casa es algo que me parece muy importante...
por fin alguien que reconoce la inteligencia de los gatos!!!!
Es una mezcla en partes iguales de Nietzsche y Groucho Marx.
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