Copiar. Pero con altura.
Emularlo todo.
Empezar un poema con un marcado tinte girondiano
porque leí un libro suyo.
(Un libro que no está,
que no existe,
como si eso fuese posible).
Hacer como que sé comunicarme
y entablar conversaciones con extraños.
Hacer como que preexisto tolerante
y actuar que no se me mueve un pelo.
Hacer como sí.
Tomar prestado un molde de algo genial, robarlo.
Confeccionar un producto final con cierta belleza,
y manufacturarlo.
Tomar usada una frase,
y ubicarla en el momento indicado,
y gesticular que es propia.
Y negarlo todo.
Copiar, reproducir, imitar, falsificar, plagiar.
Ser un simulcop de un otro con mayúscula.
Mirarme en el espejo y tener un hijo.
Embarazarme de mí.
2 comentarios:
Una manera solapada de hacerlo es aplicar los conceptos ajenos a problemáticas conocidas por todos, y articular: no deja de ser un robo, pero es un robo inteligente, quiero decir: uno no inventa nada nuevo, pero por lo menos crea situaciones.
Hay que copiarse mucho de lo bueno que hay por ahí. Ya lo dijo el poeta: - Tengo que pedir un pizza y no se usar el teléfono y no soy bueno para las relaciones sociales: no puedo resolver las cosas sencillas de la vida. Ni siquiera soy feliz con lo que hago y me cago de hambre con esta profesión anacrónica y, para colmo de males, mi hijo se averguenza de mí en los actos escolares y le dice a los compañeritos del colegio que soy un amigo de la familia.
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