2.8.05

abc, or aaa: that's the soldier question

La institución más privilegiada de la Argentina es el Ejército. Tienen un orden legal para sí, la Justicia Militar, y sacerdotes propios, los curas castrenses. Pero además, cada tanto, se permiten ser el Poder Ejecutivo, con la ayudita de las clases medias reaccionarias.
Ahora descubro que para los militares es legal el abuso sexual, cuestión que podría cambiar si el congreso convierte en ley un revolucionario proyecto que impulsa el ministro de Defensa, José Pampuro, para comenzar a penar estas malas prácticas, según tituló ayer Clarín.
A partir de esta realidad paralela, que los soldaditos argentinos gozan, me puse a investigar otras particularidades de las Fuerzas y me enteré que existe una narrativa típica militar. Esta literatura se caracteriza por algunos usos gramaticales y ortográficos específicos. Según figura en un manifiesto llamado Conductas para la grafía castrense en la Argentina, adscrito en la primavera del ’76 (aún continúa en vigencia), estos son algunos de los mandamientos que debe respetar un letrado marcial:
- Recordar siempre los óptimos resultados filológicos obtenidos con el uso indiscriminado de palabras graves.
- Tener presente la obligación de usar subordinadas en todas las oraciones.
- Atender que se boga persistentemente en favor del empleo irrestricto de eufemismos.
- Sopesar la importancia del no empleo del “punto y a parte” y de los “puntos seguidos”: marcan una línea recta en nuestra acción lingüística los excelentes resultados en cuestiones de puntuación alcanzados con la utilización a ultranza del “punto final”.

Misteriosamente desaparecieron las últimas dos páginas del marcial documento.

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