1.7.05

salmoneando

Faltaron: No me pidas que no sea un inconsciente; Dulce Condena; Me estás atrapando otra vez; ¡Sin documentos!; Buena suerte y hasta luego; La parte de adelante; Revolución turra; Sin gamulán; ¡Mil horas!; Crucificame; Días distintos; ¡No son horas!; Cuando te conocí; Son las nueve; Donde manda marinero; Todo lo demás también; Algún lugar encontraré; A los ojos; Engánchate conmigo; Salud (Dinero & Amor); Otro amor en Avellaneda; Por mirarte; y Cartas sin marcar.

Antes sólo se podía cantarlo junto a tus amigos en el living de tu casa. O solo en el living de tu casa.

Se hizo desear demasiado para tocar ante sus entusiastas e inclasificables fanáticos. Mucho. Más de 8 años desde que presentó el disco Alta suciedad en ese mismo lugar en 1997. Las causas se saben: porta-estudio en su pent-house, idas y vueltas de Madrid a Buenos Aires, drogas -desde las blandas a las duras en todo su espectro-, y la sabida profusión de canciones que no le dejan tiempo a tocarlas porque cuando termina de hacer una ya está haciendo otra y así.

Vistió una camisa naranja y un chaleco de tela negra.

Una frase sabiniana: “No habrá flores en la tumba del pasado”. (Media Verónica)

Existe toda una generación de chicos que recién pudieron ver ahora a Calamaro. Tocó, es cierto, esporádicamente, en otros recitales. Pero un show todo de él, no se veía desde hace tanto. Y qué se puede agregar sobre el mejor escritor de canciones de este país (Jorge Serrano sabrá entender). Cantó 28 canciones; 6 no fueron de él, veintidós sí. Quedaron fuera más de 30 hits que otro músico pagaría por tener en su repertorio.

“Podés pedirles pastillas a tu suegra”, decía, y yo tenía encima 150 miligramos de Ordanal.

Tocó: El cantante; El salmón; Te quiero igual; Tuyo siempre (abersuitada); Clonazepan y circo; Loco; Los aviones; Para no olvidar; Las oportunidades; Estadio Azteca, Nueva zamba para mi tierra (de Litto Nebbia) y Mi caramelo, junto al Pelado Cordera; Nos volveremos a ver; Desconfío (de la vida) y El tren de las 16 con Juanse; No se puede vivir del amor y Alta suciedad con Ciro de Los Piojos; La libertad; No me nombres, con Javier Calamaro; OK perdón; Media Verónica; Crímenes perfectos; Vigilante medio argentino; Flaca; Paloma; Mi enfermedad; y Costumbres argentinas.

Un living de una cuadra fue ayer el Luna Park durante el recital de Andrés Calamaro.

Frases: “Y reprimir el instinto asesino delante del mimo” (Loco); “para invitarte a dormir junto a Miguel Abuelo” (Paloma); “igual somos amigos porque para enemigos hay un montón de gente” (OK perdón); “si no me quieren en vida cuando muera no me lloren” (El cantante); “presenté mis credenciales a tu risa y me clavaste una lanza en el costado” (Para no olvidar); “la culpa es un invento muy poco generoso; el tiempo, tremendo invento sabandija” (Las oportunidades); “es el estilo divino tan fino tan occidental y cristiano. Tan cosmopolita y parisino tan típico Matute, pero no el de Don Gato: el vigilante argento además es barato” (Vigilante medio argentino); “todo lo que termina, termina mal” (Crímenes perfectos); “Me olvidé de avisar ‘no te voy a llamar ni una sola vez en cuatro días’, o sino, mujer voy a hacer cualquier cosa que me pidas” (Los aviones).

Crímenes perfectos fue catarsis colectiva; Costumbres argentinas es el himno nacional. Andrés Ciro Martínez es el próximo Sandro. Clonazepan y circo es una canción de protesta de esta época.

21 de abril de 2005

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