Sucedió en los albores del siglo, allá por el mil novecientos y pico, con la aparición de la fotografía, el fin de lo pictórico como lo habíamos conocido.
En aquellos años empezaba a perder sentido dedicarle tiempo a un retrato o a un paisaje. Con un simple click se conseguía igualar la realidad de mejor manera y más rápido y más barato.
Entonces (supongo que fue así) se juntaron los artistas y consensuaron que Cezanne (1839-1906) no estaba tan loco, que por algo “hizo lo que hizo”, y dijeron: “Vamos a seguirlo si queremos seguir currando con esta mentira del arte”.
Las charlas se dieron simultáneamente en varios lugares de Europa y, de acuerdo a la idiosincrasia de cada una de las sociedades, surgieron distintas vanguardias; se decía en las veredas de París o Ámsterdam: "No queremos pintar lo que vemos sino lo que no se ve, lo que no está". Cronológicamente se dio primero el expresionismo (más que nada alemán) y después el cubismo (se reparten lauros en partes iguales España y Francia, los popes de este estilo). Y sí, fue el fin de lo que antes se llamaba arte.
El expresionismo buscaba comunicar por formas y colores; el cubismo, ver la realidad desde varios puntos de vista a la vez, lo que fue un corte de mangas a la fotografía: "¡A ver cuando sacás una nariz de perfil en un rostro de frente, maquinola!", dicen que le dijo a una pocket un Picasso fuera de sí una tarde de agosto.
El Futurismo italiano retrataba la velocidad, lo moderno, lo industrial (gobiernos totalitarios: mucha máquina; poco hombre). Holanda escupió un vanguardia de lo más loca: The Stijl by Mondrian; para mí, la mejor.
Más o menos por esa época también se congregaban una sarta de enfermos en Francia que se autodenominaban Dadaístas. "El arte es el absurdo", se dijo que decían, pero no creo que ellos hayan dicho eso sino más bien tal cosa dirían los críticos, que algo tenían que decir. Duchamp, fue Dios.
En otro mundo, en Rusia, mientras se caían los zares de las mesitas de luz soviéticas, se empezaban a encender los veladores del suprematismo y del constructivismo. Estas vanguardias no se pueden separar –son como la bulimia y la anorexia-. Fueron minimalizándose hasta llegar a la nada. Malevich pintó cuadrado blanco sobre fondo blanco, y colgó los pinceles y dijo que no se podía experimentar más en el arte. Nadie le creyó, salvo su madre. Lo más interesante de las vanguardias rusas fue su utilización propagandística en el leninismo. Como eran casi todos analfabetos se comunicaba la gestión comunista a partir de figuras, fotografías y eslóganes efectivos y cortos. La tortilla de los que saben leer y escribir se daría vuelta en pocos años, en parte gracias a estas vanguardias: ¡El arte sirve para algo!
Más adentrado el siglo, casi unos 50 años más, Freud era un poco más que el ideólogo de unas teorías y ya existía más de un franchute que lo leía. "Eureka, quiero pintar el inconsciente”, dijo uno. Y lo hicieron muchos, y vieron que era bueno, y le pusieron por nombre surrealismo, y todos se regocijaron. Estuvieron Dalí, Magritte y Miró, entre ellos.
Quizás lo más simpático de estas corrientes era que se autoimponían reglas a seguir, postulados políticos, actitudes para la vida, manifiestos: los vanguardistas eran, en resumen, grupos de intelectuales alejados de los sufrimientos del pueblo que se juntaban a tomar vino caro, a aspirar drogas inaccesibles pera la media, y a hablar sobre bueyes perdidos. Tenían mucho tiempo libre para perder.
Los manifiestos instauraban lo que se debía hacer en cada vanguardia. Digamos que si te corrías un ápice de lo establecido, te echaban. "Negro, si no te gusta te armás tu vanguardia y me dejás de joder", le dijeron a Malevich, mientras se iba de Rusia paseándose con una carpeta con sus obras por todas las vanguardias habidas y por haber e intentaba que de una no lo echen. Junto a Kandinsky crearon una vanguardia llamada "El Jinete Azul". ¿Algo más?
La mayoría de las vanguardias -salvo raras excepciones- eran grupos multidisciplinarios: convivían artistas de las más diversas procedencias artísticas (poetas, escultores, arquitectos). Los poetas y escritores eran los que se encargaban de formular los manifiestos. Se destaca: Tzara, para el Dadaísmo, y Bretón, con la "9" del Surrealista.
Tras 100 años hay gente que sigue diciendo que sólo es arte lo que hacía El Greco o Miguel Ángel; así estamos… leyendo el Código Da Vinci.
31 de marzo de 2004
2 comentarios:
Wow! Que resumen.
Holaa! xD
bueno.. yo estoy cursando la carrera de diseño grafico publicitario, y de verdad que me sorprendio este breve resume! ^^
mi profesora me hizo un lio entre corriente y corriente, y la pozta, que librast del merengue, con palabras justas dijiste todo ^^
te mando muchas felicitaciones y segui asi ^^
Bye
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