23.2.11

La vida misma es menos interesante que Gran Hermano



Lo único que pasó entre que Somewhere empezó y terminó fue que me paré para ir a la heladera. Esa apatía distinguida, alabada en círculos selectos. Es decir, la misma “inactividad” que se da en Gran Hermano y que es señalada de insoportable. Y capaz sean los mismos los que indiquen las dos cosas, además, presos de la vieja rivalidad entre lo popular y lo culto.

La casa de Gran Hermano no es “la vida misma”; pasan muchas cosas, más que en Somewhere, porque emula la realidad, donde no pasa nada, posta. Y la masividad de GH está dada, precisamente, en que hay acción. GH no es arte, es entretenimiento; la película de Sofía Coppola, sí es arte, a lo mejor, ahí tenés una diferencia.

Esto no hace a la película horrible, la hace distinta, aburrida, y puede que haya espectadores que disfruten ese cine, y se los felicita desde acá. Su primer film, Las Vírgenes Suicidas, es una película bella, melancólica y brutal. Perdidos en Tokio, tiene los mismos ingredientes pero desde un relato más llano y con la participación estelar de Bill Murray.

Para María Antonieta los vicios de la llanura argumental se resienten desde la ausencia de diálogos y en la buscada apatía de Kirsten Dunst. Ya en Somewhere, siempre para mi gusto, nada sorprende: Sofía Coppola busca plasmar la nada misma, la vacía vida de una estrella de Hollywood. Y le sale bien. Pero el cine debería ser todo lo contrario, para la nada se inventaron los domingos de enero a la tarde.

Por el contrario, Gran Hermano, que si se mira de corrido es la última película de Sofia Coppola, el horror, adquiere en los resúmenes, en los debates y en las galas, momentos de intensidad, tensión, conflicto y conclusión. Comedia y drama. El formato de reality más exitoso y exportado del mundo precisa que el show sea cualquier cosa, menos un plomo.

Esta edición de GH2011 nos trae una novedad: la generación Gran Hermano Videns. Chicos de entre 20 y 28 años que crecieron, sí, viendo las diferentes ediciones del programa. Una generación de chicos que no necesitan leer el reglamento (esa carta magna) para saber qué se puede y qué no se puede hacer. Que saben quiénes son y para qué los usan. Que conocen que una dinámica “vende”, que tal otra “da rating”, que si es de noche “están en vivo”, y así. Y desde ahí discuten de igual a igual con la producción, discuten los contenidos.

Los “hermanitos” de Jorge ahora parecieran encarnar los “valientes” de Solita. Saben que por más que el protagonista sea “la gente” que “decide con su voto quién se queda y quién sale”, su rol es fundamental para el programa, y desde ahí le contestan a Rial en vivo, le refutan sus argumentos, implican a la producción como padres abandónicos, reclamando, rosqueando, muchas veces, incluso, unidos.

Mucho más interesante y movido, claro, que lo que pasa en “alguna parte” debajo del arcoíris.

1 comentario:

Matías dijo...

Muy bueno che. Voy a volver a leer esto cuando la vea. Abrazo.