30.7.10

maría magdalena

Voy a tratar de ser sintético porque todo lo que toco se rompe.


Hablo, de qué sino, de un corazón loco, que se dobla con el viento y se rompe.


Hace tiempo vengo paladeando esta verdad a voces que es el librepensamiento.


Pensar lindo, suave y mejor, o hacer mal, áspero y peor; esa es la cuestión.


La realidad es fértil de errores y aciertos, ahí está la vida para elegir pararse.


Yo te prometí hacer deporte pero era una mentira pera robarte un tal vez.


Claro que es fácil volar con la libertad libre de la autosatisfacción propia. Decir masturbación es redundar. Quiero decir, el librepensador es de derecha.


Hay una explicación que uso para dilucidar complicaciones boludas sobre qué es la izquierda y la derecha, que resuelvo así: derecha hoy es el que prefiere que el privado resuelva; izquierda, es el que prefiere que sea el Estado.


Tan corrido estamos que la antigua discusión es esa.


Pero sigue siendo por ahí.


El librepensador es quien decide que las verdades son más complejas que “eso” y por tanto se sostiene con una idea originalísima para un tema periférico y fuera de agenda (tema que no sabe ni cómo empezar a solucionarlo) pero que, con caprichosidad, lo hace radical, progresista o quién sabe qué cosa.


Son una idea original.


Una vez leí una cosa fantástica, que me gusta usarla para provocar, “yo no soy un librepensador, yo soy parte de un movimiento”.


Bueno, eso, no soy el que se va a la tumba con una idea impracticable y genial de algo que no tiene solución pero que conserva propiedades de aleph de un supuesto progresismo total al que el resto de los mortales algún dios agnóstico nos negó el derecho a entender.


La vieja idea repetida de la utopía que se aleja un paso por cada paso que damos.


Me resisto, soy parte de un movimiento, el que tenga una verdad revelada que arroje una sentencia firme.

2 comentarios:

Mendieta dijo...

Es que "en la frente me escribí tu nombre. Y todo lo demás también".
Abrazo.

Adrián Regules dijo...

Si cambiamos "Estado" por "comunidad", con todo el peso que tienen ambos conceptos, suscribo al pie de la letra. Lo digo como un librepensador que es parte de un movimiento.
Aunque, la verdá, la palabra "librepensador" es demasiado ampulosa; es decir, grandilocuente y vacía.