22.6.10

otra escena

Hombre récord. Optimista del gol. Cuando jugaba en las inferiores de Estudiantes Martín Palermo competía a muerte con un jugador de Gimnasia que terminaría siendo su gran amigo y mejor asistidor, Guillermo Barros Schelotto, dupla que ganó todo en el Boca de Carlos Bianchi en la década del noventa. Después de esos regionales en La Plata vendría la primera en el Pincha, los tres goles a River, los peinados extraños y una portada en la revista Mística de Olé travestido de mujer, que dio que hablar. El Loco se empezaba a formatear su apodo y su particular carrera. Desembarcó en Boca y se fue ganando el puesto hasta lograr apropiarse de la “9”, y esto seguirá siendo así hasta que decida retirarse, parece. Anuló así a tremendos competidores a quienes obligó a hacer banco hasta que decidieron partir a nuevos desafíos. Grandes jugadores como el uruguayo Carlos Bueno, Bruno Marioni o, actualmente, Lucas Viatri. Curioso caso el de Mauro Boselli que tuvo que hacer el camino inverso para terminar triunfando, irse a Estudiantes. Pero además de su capacidad futbolística, de ser un tipo que paga con goles, quien al cierre de esta edición podría superar a Roberto Cherro como el máximo goleador de la historia de Boca Juniors, el tipo es un laburante, una persona, Martín, que se destaca más por cómo logra sobreponerse a las desgracias, que a sus dotes reales para el fútbol. De hecho recién el año pasado logró cimentar un halo de intocabilidad. Tiene el récord de errarse tres penales en un partido y el récord de haber hecho el gol con la cabeza desde más lejos en una cancha de fútbol. Superó la muerte de un hijo, una lesión complicadísima, un divorcio, siempre con goles. Palermo en el ocaso de su carrera quizás pueda participar por primera vez en un mundial, y aunque muchos digan que ya no es el mismo, al día de hoy es el goleador del actual campeonato, con su cuerpo pesado y su cansancio natural ante las exigencias de un deporte de contacto. Cuando el equipo no anda bien, retrocede 60 metros para tirarse a los pies del rival y recuperar pelotas, o ser el mejor defensor en los tiros de esquina, yendo libre a despejar centros como ningún otro jugador del país. Martín Palermo incluso logró un privilegio que sólo unos pocos alcanzan, ser querido y respetado hasta por los hinchas de River, quienes, también, secretamente esperan que escriba su última página de gloria en Sudáfrica. Para que la dirija Clint Eastwood está su vida.

Publicado en la sección El Laburante, Ni a palos, marzo de 2010.

2 comentarios:

No dijo...

Lo de Palermo fue increíble, cómo lo grité. Falta que haga un gol en la final o en tiempo de descuento en un partido chivo y creo ya está...además, como con Carlitos, es de esos tipos queribles, a los que uno quiere que le vaya bien, más allá de la camiseta que vistan

Carlos Tofla dijo...

Recuerdo esa columna, Emo.
Sueño 1 cumplido, me falta el 2, que es la vuelta olímpica con el Diego DT.
Un abrazo.
Ct.