el bolero, la canción romántica y el dramatismo

Parece que siempre hablo de las mismas cosas así que vamos a hablar de lo que ya hablé varias veces: el bolero.

No soy de escuchar mucho bolero, no me voy a hacer el freak que escucha bolero por las noches. Pero me gusta mucho como genero por dos o tres cosas. La primera que es bien latinoamericano; otra cuestión es que es sumamente popular en las clases bajas del continente; la última, que es universalista, gusta mucho en cualquier cultura.

Eso sí, le tengo mucho cariño. Es sencillo desde lo que dice, es bastante complejo desde como se ejecuta, pero es fácil al oído siempre. A un bolero, como, por ejemplo, No se tú, se lo puede cantar con una guitarra o un intérprete acompañado con 54 cellos en una isla. Le queda bien la desmesura.

Más allá del bolero más puro está la canción romántica. Dentro de esta última subversión existen una amplia gama de intérpretes. Algunas destacables; otros despreciables, que manosean y ajan la obra. La canción romántica se me hace que la pueden hacer mejor los ibéricos. Casos como el de Miguel Bosé, Alejandro Sanz, algunas cosas de Joaquín Sabina, Raphael, José Luis Perales, Luis Eduardo Aute. Se puede decir que no te gustan estos artistas pero no que son ladrones, que lucran; son estetas, corren sus riesgos, tienen sus grandes canciones.

Pasa que el bolero –y la buena canción romántica- tienen un nivel dramático que ni el rock posee, un cuidado lírico y poético destacable e imitable.

Y esas frases cuasi tangueras.

- Dicen que la distancia es el olvido pero yo no concibo esa razón porque yo seguiré siendo el cautivo de los caprichos de tu corazón.

- Vivir así es morir de amor, por amor tengo el alma herida, por amor no quiero más vida que su vida: melancolía.

- Cuenta conmigo. Por si tuvieras que encontrar algún motivo, si necesitas algo más que conformarte, si se te ocurre, por ejemplo, enamorarte: aquí me tienes, siempre dispuesto a ver el mundo como tú ni lo imaginas.

También existen lindas mixturas entre rock y canción romántica. Quedan muy bien esas melodías con urgencia punk: ahí están las versiones de Resistiré y Yo soy aquél. La versiones de Attaque de ¿Por qué te vas? y Amigo. Un disco entero de Javiera & los Imposibles que se llama AM, que es súper recomendable –armado casi exclusivamente con boleros como Sinceridad y Procuro olvidarte-. Un tributo a José José –una cantante mexicano- hecho por artistas aztecas, un tributo, fantástico, donde se destacan Julieta Venegas, Café Tacaba, Molotov y Maldita Vecindad. O el de Sandro, donde el rock nacional toma su parte más dulce –y no su parte rocker- con canciones como Tengo (Divididos) y Porque yo te amo (Cadillacs). También están los bolerazos propios de Babasónicos, Auténticos Decadentes y Café Tacuba. Es fructífera siempre esta comunión.

Hace poco escribí en Bipolar una columnita a propósito del lanzamiento del disco de canciones viejas de Silvio Rodríguez y dije que quizás sea el mayor compositor de habla castellana. Después le di vueltas al asunto y pensé mucho sobre eso. Obviamente es una máxima que tiro desde mi subjetividad y que relativizo con el “quizás” para no quedar expuesto. Le di vueltas –saco a los brasileños, digo “habla castellana”- y sólo le pueden hacer frente a Silvio, cada uno en su estilo, Gardel y Manzanero.