2.6.06

átomos, galaxias y otros acasos

Pasa que este señor es inconmensurable. Acontece que hay una persona que maneja el palabrerío. Ocurre que llegó por San Antonio de los Baños, este tipo, cuando le fue imposible no nacer. Y no lo digo yo, lo dice él. A ver… si uno habla de su propio nacimiento seguramente se nublará; él, viene navegando nubes. Si uno intenta recordar un recuerdo precario; él, dirá que fue un parto de antigüedad.

¡Basta! Uno se siente un inútil. Un torpe. Un imberbe. Un idiota.

¿Y qué hace este señor al respecto? Se propone fundar un Partido de Sueños. Talleres donde reparar alas de colibrí. El impúber hace asambleas de flores marchitas. Admite en su plataforma: tarados, enfermos, gordos sin amor, Desaparecidos y deudores del Banco Mundial.

Y qué se puede hacer con él, con el amor; qué se puede hacer si es cosa de él, qué se puede hacer si siempre el cariño le sale tan bien.

Ese pibe describió la evolución del Che Guevara con una significancia tan sabia que estremece. Dijo que ese rosarino nos alecciono desde la melena inculta a la calvicie. ¿Y qué hizo al respecto? Propuso un canto alado de fiebres de la infancia… No, no quiero seguir.

Ese purrete tenía un puñado de años y se embarcó con unos pescadores. Vaya a saberse si fue para olvidar o para aprender. Pero estuvo una treintena de días en altamar y se volvió con un repertorio único en la canción de habla castellana.

¿Serrat?

No, ¡por favor!

Quiero decir, no sé si me expliqué bien: mientras en 1969 le dedicaba una temprana canción de amor homosexual a Bob Dylan en plena Cuba revolucionaria, mirando a lo lejos se cuestionaba estar lejos de la casa y del árbol; sí, puede ser, por su rebeldía de trotamundos, preguntándose, en el mar, “¿Qué se puede querer si todo es horizonte? ¿Qué le voy a enseñar a la suma del viento?”

Lo aprehendió todo rápido. Lo hizo suyo a una tempranísima edad. Mientras otros se empeñaban en quererse amar y en poder vivir. Él, hermoso, se imaginaba un escenario: un funcionario y un poeta amando a la misma mujer. Sugería trovando para sí que el funcionario andaba con funciones y que al poeta cambiaba de voz. Posteriormente le preguntaba a la audiencia a quién pensaban ellos que la mujer elegiría. Y suponía un desenlace: los despeinados se inclinarían por el poeta; los peinados por el suicidio. Genialmente, él, reconoció, le –se miró- apostaría, verdaderamente, todo, sí, a, quién sino, ella, la: mujer.

En el medio reinventó la canción de protesta: “Alguien debiera hacer estallar el hongo de los derechos civiles de los fantasmas que pueblan Bagdad (2004)”.

Tiene 2.500 canciones, algunos discos, la hija más feliz de este mundo, poesía que sulfura cual pila alcalina Varta: belleza, pibe, belleza, bambiniana.

Una vez tuve un profesor fascista que evaluaba lo que un personaje tenía para decir a partir del universo de vocabulario que manejaba. Otro profesor, menos fascista, pero de izquierda –que gustaría de este post (de hecho, en su primera clase dijo una frase del iracundo mentor de todo lo que estoy diciendo: “¿Adónde van las palabras que no se quedaron?”)-, nos desasnó con un dato estremecedor: una persona común maneja un universo de 700 palabras. Uh. Cómo tiemblo. Eso debe ser trascendental para ser feliz.

De este muchacho del que vengo hablando, como Gelman, puede decirse que maneja una órbita de un diccionario que recién será aceptado en el año 3984; no, no hablan mal, están adelantados a la burocracia de lo que debe decirse. Porque son cosmonautas de la palabra, son alados intrépidos de lo dicho, porque conjugan verbos con el sólo fin de que el word los subraye con una vivorita roja, pero, especialmente, para que, uno, vos, yo, él, se emocione: “Y, a ese buitre que lo inventa comadre, ¡lo debieran diputar!”.

Este chico indefenso vio en Paula, hace muchísimo, en sus ojos precisamente, la posibilidad de inventar un mundo. Y creyó que la felicidad estaba, debía bastar, con inventarlos, sus ojos, los de Paula. Debía bastar con hacerlos vivir. Decía que los ojos de Paula eran la Historia: ellos iban solos contando mil cosas de ella.

Al margen: también dijo que el amor debía ser alabado, aunque sea por necesidad; qué sabio, digo yo. Y agregó, él: “Cada vez son más enanos los tal vez, y crece la condenación de los así será”, atreviéndose a presagiar que cuando finalice la mutación nueva Edad Media habrá. Já. No sin antes decir que los perdidos reinventan la ocasión del colmillo animal. ¡Alabado el todavía! La voz de las antenas va sustituyendo a Dios, dice, lúcido como nadie, leyendo lo que nosotros, tapa de Clarín mediante, no podemos osar ver.

Ese botija se atrevió a usar una metáfora chabacana, burda, inculta, pueblerina, necesaria: “Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones”. Uff.

Pero además me enseñó que el Escaramujo está tanto en las flores como en el cielo. En la rosa y en la mar. Si media docena de coetáneos en este país tuviéremos ese poder de síntesis revolucionaríamos el periodismo.

Como si todo esto fuera poco, una vez dijo que su deber era cantarle a la patria, alzar la bandera, sumarse a la Plaza. Y consideraba que lo había logrado volando al lado de su compañera, a su lado, soñando su abrazo.

Carlos Polimeni, tipo al que respeto más por inteligente que por imitable, dijo que Spinetta es el poeta del rock; Gieco la memoria; y Charly, el cronista (quisiera saber dónde lo pone a Calamaro, ya que ha hecho sobrados méritos para empardarle al poeta, al cronista y a la memoria). En esos términos digo, dije siempre, que Sabina no sólo es un cronista, es el mejor recreador de sucesos de la lengua castellana del siglo pasado.

Hay un poeta, hay un iluminista, hay un embellecedor, hay un Genio: se llama Silvio Rodríguez, es cubano, es mi amigo, es emocionante. Y todo lo que hoy pude escribir acá -y todo lo que mi capacidad no puede hacer y guarda para siempre en el corazón- se lo debo a él.

Y, si se enteran que alguien Quiere incinerarle los versos argumentando un folio inmemorial, avísenme, que soy capaz de dar mi vida para que otro chico como yo pueda escucharlo y esperanzarse.

Porque poco importa la vida, mi vida. La puedo dar por cualquiera que quiera a una princesa convertida en un dragón. Que quiera un bello sino de oro para un reino. Que quiera que Virgilio lo lleve al infierno. Que quiera ir hasta el cielo en un fríjol sembrado.

Y yá.

8 comentarios:

nolugareña dijo...

Me hiciste llorar.

¿Te acordas el año pasado que llorabamos con todo lo de Silvio?

b. dijo...

guau Nat! guau, a mi también me hizo moquear leerlo.Y yo que creía que solo te emocionaban las voces femeninas (por algún post tuyo de hace tiempo). Debieras hacerle llegar esto a Silvio de alguna forma.

Budka dijo...

Llevamos dogal de belleza.

reinita neurótica dijo...

Yo, que soy muy bruta, hasta que no pusiste "ojalá que no pueda tocarte ni en canciones", pensé que era Sabina. Después, con la cantidad de canciones, pensé que era la mona Giménez. Pero con lo del vocabulario esa tesis se vio puesta en cuestión. ¡Y era el grosso de Silvio, el poeta! Bellísimo post, hacéselo llegar Natanis!

Martín Zariello dijo...

que bien que lo escribiste. y mira que yo a sabina no le tengo mucha simpatia y a silvio si pero es uno de esos tipos que me espero encontrar musicalmente en alguna camino de la vida pero que todavía no escuche. es que si algo esta bien escrito se lee igual, aunque no te llame la atención especialmente sobre lo que se habla. saludos.

nolugareña dijo...

¿Que estas esperando Corvino? La vida te pone Silvio en el camino en forma de post y vos te vas a quedar sentado mirandolo pasar.

Mati a ver si le grabas unos cedes a este muchacho y cumplis tu mision.

caca dijo...

Cómo quieren que se lo haga llegar!!! Gracias de todas maneras pero es un imposible, no existe, no quiero saber de su existencia real, cruzar unas palabras. Habrase visto tanta falta de respeto. El mismo dice en Derecho humano: yo pido pues que no me admiren, yo pido pues que no me digan, que sólo estoy cantando un poco por cantar. Y después pide una noche bien sencilla, bien humilde, bien pequeña para estar solo. Y nos echa biblicamente "Fuera de aquí, y no miren para mí". No soportaría la Ira de Silvio, después de todo sólo somos espejismos, resumen en efervescencia, besos prohibidos a la puerta del sol. No somo eso Silvio, gracias, pero no podemos jactarnos de ser finalmente besos prohibidos a la puerta del sol, nos queda grande, nos baila.

Lo único que quiero decir para los que no lo escucharon es que todo lo escribí en el post son reescrituras de poesias -ma qué canciones- de él. No hay una sóla idea mía. Apropósito del invento palabreril, es el día de hoy que, metiendo leña en mi horno de sietemesino, y ahogando, no encontré a nadie que sepa que es una saliveo. Y el muy campante te tira "saliveos al sexo de los noventa". Si alguien me ayuda, gracias. Ah, eso era de una canción que habla del capitalismo y dice así:

El sistema invisible tendrá su precio,
su frontera y tamaño, su analogía.
Dios le llaman algunos, otros Comercio,
mas para mi es el Reino de Todavía.

¡No es una genialidad el abanico de eufemismos que usa para calificar a la máquina de fabricar eufemismos!

b. dijo...

Che que vos hayas juntado versos de sus poesías no le quita mérito a tu escrito, la forma en que están combinados/mezclados/amontonados/cómoquierasllamarlo esos versos es idea tuya. Así que acepte los elogios sin chistar!