5.7.05

pista x pista

Hoy: En vivo. Cacho Castaña.

Epsa Music. 2003.

Nota: grabado en el Gran Rex en octubre de 2003; Cacho juntó 10.000 espectadores, cifra inédita para el tango en toda su historia.

La gata Varela. Bandoneonito para Adriana, la que parece una atorranta cuando canta. La escuché por primera vez en un programa de ATC; mi mamá hablaba por teléfono y yo le contaba que era para Adriana Varela. Se la perdió, hablaba con su prima Cristina. Después le gustó mucho, ella se compró este disco, y me lo pasó -creo que fue el único en 26 años-. Homenaje a la mejor cantora de tangos.

Soy un tango así. Una intro fantástica. De esas que se deben silbar por la calle. Relata la historia de un cantante de tangos. Lo bueno de Cacho es que sabe dos notas y tres metáforas y te hace un disco. No, peor (mejor), veinte elepés. “Mensajero de un Buenos Aires con bastón y con sombrero”, dice por ahí. Yo escucho música en el laburo todo el día, siempre cosas eclécticas, y este disco es el que más veces me pidieron, las más variadas personas, que se lo grabe.

Voy camino a los 50. “Punto y coma de la vida”, agrega. Cacho, que es medio punk, no tiene un tema que supere los 4 minutos. Relata su paso al umbral del medio siglo de existencia. Gerardo Rozín dijo una vez en un reportaje que si buscás la palabra grosso en el diccionario aparece al lado la foto de Cacho. Bueno, eso.

¿Qué tango hay que cantar? Otra música similar a las anteriores; será así todo el disco a no desesperarse, pero eso no es lo importante en Castaña. Este tema una vez se lo pidió Gerardo Sofovich en Polémica en el Bar y dijo que era su tema favorito. El Ruso increíblemente ayudo mucho a muchos tangueros en sus comienzos junto con su hermano Hugo; entre otros lanzó a Astor Piazzolla y le dio un empujoncito a la carrera solista de Roberto Goyeneche, cuando se independizaba de Aníbal Troilo. Es una canción hermosa. “¿Qué tango hay que cantar para poder seguir creyendo en el amor una vez más?”, pregunta; es la primera de las 50 veces que usa a Malena –de Mariano Mores- como metáfora.

Café La Humedad. Su gran canción. La grabó el Polaco Goyeneche cuando Cacho era un aprendiz aún (quizás siga siéndolo). Como Suárez y Necochea en Tres amigos o San Juan y Boedo (antiguo) en Sur, Cacho en Café La Humedad eternizó la intersección de Gaona y Boyacá. ¡Está entre los más grossos del supraurbanismo ciudadano!

¿Sabés una cosa? Adictiva. Siempre que alguien pregunte ¿sabés una cosa? después de haber escuchado esta canción, en cualquier ámbito, le saldrá indefectiblemente impostar la voz de Cacho. Acá confiesa que está cansado “de andar por las noches haciendo macanas”: es un genio. Para mí le está hablando a un amigo que tenía una hija hasta que Cacho se casó con ella (y hasta donde yo sé siguen en pareja). “Antes era tuya y ahora es tan mía”, dice, carlinescamente. Fumá. “Se llama Maríaaaaaaaaaaaaaaa”, termina.

Garganta con arena. Dedicada al Polaco, la canta con la Gata: qué más se puede pedir. Metaforiza de vuelta a Malena. “Cantor de un tango equilibrista. Más que cantor, artista con vicios de cantor”, dice y dice: “Hiciste que a la gente le duela tu dolor”, y quien escuchó a Goyeneche entiende todo. La grabó la Sole de Arequito en su disco en vivo y se canta en todos los karaokes de Sudamérica (menos en Bogotá). Cacho es multitarget.

Tita de Buenos Aires. Es el gran lugar común de todos los lugares comunes de Chacho. Este tema es el único que no me gusta de todo el disco. Es una de las cinco canciones de este disco que dice Buenos Aires en el título. “Te pintaron las cejas con dos pinceladas de asfalto caliente”, dice. Es uno de los cinco “temas dedicados a” del disco. Junto al los de Varela, Gardel, Goyeneche y… ¡él mismo! ¡Ah… me olvidaba! Está dedicado a la señora que vivió sus últimos días en la clínica Favaloro hablando con Dios. Sí, la misma a la que le hicieron un cover en Betty la Fea (homenaje post mortem).

¿Adónde vas?, quedate en Buenos Aires. Textual: “Desde una vidriera mi nombre escuché. Y al volver… observé que la voz de un maniquí llegó hasta mí”. La mujeroide andrógina le pidió a Cacho que no se vaya a otro país, que se quede en Buenos Aires, porque “todavía venden la foto de Gardel”. Surrealismo tanguero. Este nuevo género será venerado por los japoneses en breve. Después recita carlinescamente. Te levanta el ánimo.

Selección de temas:

a) Ay me gusta, me gusta. Ganó un festival en Japón con esta canción (¡Ya había llegado a Oriente y con éxito!). Es tan mala que la usa para reírse de sí mismo. La corta en seco con: “Ay me gusta, me gust… ¿andá a saber qué le gustaba a los japoneses que ganamos el festival con esto?”.

b) Ojeras de Buenos Aires. Otra canción sobre ser cantante de tangos, más revisionista que las otras. Medio oscura. “Artista que un smokin’ te alquilaste, te dijeron que cantabas y esa noche no cantaste”, refunfuña. El tema es más de lo mismo, es decir, es muy bueno.

c) Traficante de ilusiones. “Yo, que por amor dejé de lado tantas cosas que quería cuando estuve enamorado”, dice, y es muy lindo lo que dice. “Sigo estando solo por el miedo a perder la libertad”, también dice. Es una letra excelente. Loser, pero optimista. Unplugged como todo este set de tres temas. “Y asco del vacío que dejan cuando me aman y se van”, termina, tristemente.

Todavía puedo. Uno de los temas del disco que se pueden obviar. Mensaje optimista que no se cree ni él. Es como si Víctor Heredia hubiese hecho un tema bueno alguna vez y, en vez de cantar, quería ser sincero y quería poder cantar, y no pluralizaba, se hacía cargo y hablaba en nombre de sí y no del pueblo argentino. Dásela Cacho, Víctor la necesita más que vos, no seas así.

El vendedor de fantasías. Es lo mismo que Traficante de ilusiones, hasta repite esa frase seguida a la frase del título. Tira el teatro abajo. Un bandoneón sincopado que marca el ritmo de tu bypass mal hecho en la clínica Favaloro. Medio violenta y todo. Dan ganas de cantarla por la calle un día de lluvia, de lluvia sincopada, claro, como suele llover por acá. “Viejo mago sin galera, ¿dónde está la que querías?”, dice. La canta como sólo Cacho canta sus canciones: nunca un tono bien puesto, siempre con el sentimiento en la garganta (con arena, claro, también).

Ojalá que no puedas. “Ojalá que no puedas hacerle el amor cuando duermas con ella. Ojalá que no puedas hacerle el amor, ojalá que no puedas. Ojalá que no puedas hacer que tu piel se agigante de sueños, que se muera de ganas, que no tenga consuelo, que le sangren las manos si acaricia tu piel o acaricia tu pelo”, dice Cacho que le dijo una mina cuando lo dejó. Autocrítica confesada sólo para agigantar su mito de amante, como sólo él puede hacerlo. Consecuencia: miles de minas enfermas de lujuria. Tema épico instrumentado orquestalmente para sensibilizar el movimiento de nuestras cabezas. Como en un tema heavy. Ese gesto de “sí furioso con la cabeza” inmortalizado en “El mundo según Wayne”. Eso mismo pero más heavy: es decir: sin Queen.

Septiembre del ’88. Es una canción inspirada en lo que produjo en la clase media la crisis inflacionaria de la presidencia de Ricardo Alfonsín, cuando muchos se iban a Europa. Por esas cosas de la circularidad del ser argentino fue totalmente coherente en 2001/02, tras la mentira Delarúa y la pesificación asimétrica duhaldista posterior. Empieza con una carta a un amigo expatriado triste y después la traviste de falso optimismo. Es la más épica de todas las canciones épicas del disco. Te pone los pelos de punta -bien Noblex-, especialmente si la escuchás en el ‘88 o en el ‘01 o en el ‘02 o en el próximo desfalco institucional; fechas donde el ser nacional anda más vulnerable y colectivo que de costumbre. “Si acaso te encuentras con otro emigrante decile que vuelva que pronto seremos mejores que antes, que todo fue culpa de cuatro atorrantes, que sólo lograron que el pueblo no cante”, describe. Y, además, como si fuera poco, termina con el golpe bajo de los últimos cuatro compases del himno.

Para vivir un gran amor. En formato épico -perdón por la reiteración pero es la palabra indicada-. Con Coro Kennedy incluido, la gran canción de amor de Cacho, en este disco en vivo, un tempo más slowly. Es hermosa esta canción, qué carajo. Da una serie de ideas a seguir, de las que no cree en ninguna ciertamente, usando todo el espectro de lugares comunes hasta neutralizarlos por sumatoria: consiguiendo que eso no nos moleste. Otra para cantar (en las veredas, en la Argentina; en la aceras, en el Uruguay, en 2014, cuando finalmente digan que Cacho nació en Tacuarembó y que se llama Fulgencio).

Cacho de Buenos Aires. “Por esa puta costumbre”, letaniza. Autobiográfica. Qué sino. Simpática. “El tema que yo más quiero”, reconoce Cacho, ególatra, y señala que él es de Buenos Aires, eso que ya sabíamos todos.

Fin de un disco imprescindible para todos los que les gustan las losereadas recubiertas de falsa arrogancia. El Gran Rex se cae a cachos cuando se escuchan esas guitarreadas eléctricas tan grasas, porque es un grosso. Y te lo imaginás saliendo a saludar con la intro de “Soy un tango”, cuando regresa a, precisamente, saludar.

Grosso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

a mi me parece grosso cacho en algunos temas pero lo que me cae mal del tipo es esa cosa de "yo me levanto todas las minas", eso me cae mal, aunque le reconozco cafe la humedad, garganta y el que le dedica a la gata varela. saludos.