27.9.10

la verdad, la tenés ahí adentro



“Es muy egoísta creer que en el mundo estamos sólo nosotros”, funcionaba como argumento demoledor. El egoísmo y su mala prensa hacían el trabajo sucio, el resto. Cuando lo que se esperaba eran pruebas y no inexpresables sentimientos. Casi como una religión era creer en los extraterrestres. Si existen, tráeme una nave, un marciano, algo. “Vienen en son de paz”, “Si hubieran querido matarnos ya lo habrían hecho mucho antes”, “los mayas eran tan avanzados que se los llevaron”, “traen un mensaje de amor”, consignas que como cuentas de un relato alienígena se sucedían con la definitiva redención del más allá.


La fase b del convencimiento incluiría sentencias más firmes como “es muy pedófilo creer que estamos sólos”, “hay que ser homicida reiterado para no concebir la vida en otros planetas”. No hicieron falta. Lejanas épocas felices donde un ovni era avistado a diario por cualquier vecino de Monte Chingolo, donde las plantaciones de rábanos amanecían con misteriosas quemaduras circulares en Tucson o San Pedro, donde nunca más la vida florecía, mundo, otro, hace 20 años, más lindo para ser niño.


Zerpa fue monumental / Roosevelt fue nuestra city imperial / Uritorco, Nuevediario radar. Sí Mulder despertase.


El extraterrestre más conocido es Superman. Curiosamente es quien reniega de su origen, Krypton. Rápidamente, Clark Kent se hace periodista (y peronista) y se olvida de su patria, toma los colores de su país residente (como los soldados latinos o los basquetbolistas africanos) y se olvida de Marlon Brando, su padre, más parecido a Dios que Dios mismo. Superman es de alguna manera El hijo de Dios.


Mientras retiene la falla de california reza: “Padre, por qué me has abandonado”.


La década del 70 presentó a los extraterrestres en universal batalla, que prontamente se licúo en el humanismo (tras el pacto de San José de Costa Rica en 1978): Star Trek y Star Wars como emblema. La última película de la saga coincide con el regreso de la democracia: El Jedi como Alfonsín. Los Regresos. No significa absolutamente nada, esto, pero confirma mi tesis, tesis que no tengo clara.


ET como el último eslabón del extraterrestre corpóreo y bueno circa 1982, confirmaría la misma. Eslabones perdidos en el espacio.


Con Mork & Mindy ya empezábamos a reírnos de su ausencia, a tomarnos todo esto como correspondía, a la chacota. Casualmente entre 1978 y 1982, época de cambios. Mork del planeta Ork, extraterrestres con formas humanoides, la joda languidecía.


Por acá Fabio Zerpa empieza a tener razón. Calamaro le hace la canción, estamos en 1984. Todo cierra. Sería muy egoísta creer que estamos solos en el mundo. Tras la dictadura los extraterrestres se ponen buenos y querendones.


Las últimas señales que hice para el otoño se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos, dice Gelman, y es bello, pero no sé cómo conectarlo con lo que vengo hablando.



El extraterrismo en la Argentina, una tesis

Una banda llamada Los Enanitos Verdes regenteada por un tal Marciano Cantero cuya canción más importante se llama La Muralla Verde es un signo inequívoco de los tiempos. La última muralla, al decir de Carrió, último espécimen alienígeno entre nosotros.


Mariano Hamilton en su libro Cercano Oeste, muy recomendable por cierto, toma en clave ficcional la creencia de la población de entonces en la posibilidad de vida extraterrestre. Una extraña secta construye hoteles subterráneos para cuando finalmente acudan. Falta poco. En realidad tenían que ver con los tiempos oscuros, pozos donde albergarían sí terrícolas y con fines inconfesables. Presidía Onganía.


Hasta entonces, en la Argentina existen los extraterrestres en las historietas y poco más, no hay literatura fantástica de calidad sobre el tema, hasta El Et’ernauta, ponele, los Manos, primer invento argentino de extraterrestre posible. Hay por esos años algunos tangos marcianos friendlies de Horacio Ferrer, ya con la lógica de la bondad que traerá su milenaria filosofía de paz.


No tengo registro pero me imagino que entre 1976 y 1983 las páginas de Flash, Extra, Semanario (o similares de aquella época) se llenaron de vida extraterreste (y de hombres gato).


Pero es Fabio Zerpa quien le da un halo de verdad. El periodista serio que cree en ellos, que deja todo lo demás para documentarse, exponer, portar rastros, huellas, fotos donde se ven haces de luz, ovnis, objetos voladores no identificados.


Todos entre 1984 y 1987 vimos al atardecer un objeto que se trasladaba en el cielo con movimientos que ninguna tecnología humana podía generar hasta entonces, trayectos irregulares que se interrumpían. Una vez una tía me llevó a un simposio maravilloso de Zerpa en un cineteatro de San Bernardo. Quizás algún día lo cuente, no será hoy.


Lo más interesante para mí del entretenimiento se da con la sacralización que durante esos años Estados Unidos impuso: la trilogía V Invasión Extraterrestre (1983-1985), Alf (1986-1990) y Los Expedientes Secretos X (1993-2002). Que a varios niveles arruinaron para siempre la posibilidad de vida extraterrestre, mientras en la Argentina Crónica, Nuevediario y los teatros provinciales se encargaban de alimentar el viejo argumento. Recordemos: primero fue V (con la maldad total del traje de lagarto detrás de las señales del otoño, invasores malvados, guerrilla urbana), luego Alf (desde la picaresca, un Mork de segunda generación), y finalmente X-Files (mezclando todo con la psicología, las conspiraciones de los gobiernos del mundo, y especialmente por ser ya de segunda generación, están entre nosotros, me abdujeron una hermana, no están pero están, bah, dificultades de todos los órdenes que complejizaron el análisis de, ahora sabemos, algo que no existe ni existió jamás.)


La aparición de los marcianos paródicos en Los Simpson, siempre fuera del mundo riendo patéticos, fue el tiro del final desde la cultura popular al mundo extraterrestre como vía humana al socialismo.

Había fecha de caducidad, 2001: Odisea del espacio y fin del neoliberalismo.


El otro Ferrer, Aldo, el que siempre habló de “Vivir con los nuestro”, terrenalismo e instituciones: Mazlan Othman, embajadora de Naciones Unidas para el Espacio.


En la Argentina no los decidores de la cultura de masas lo entendieron así. Tras la trilogía Alf-V-XFiles, que es considerada por los sociólogos como el #findelextraterrismo, la década del 2000 arrojó éxitos mínimos y fracasos estrepitosos como Condor Crux, Mercano el Marciano y Una familia especial.


Qué tristeza, Hal.


1 comentario:

Mendieta dijo...

Es que, bueno, prefiero los marcianos hablando que las maquinitas.