El único poder que no va a elecciones está dirigido por una mayoría de funcionarios que fueron nombrados en épocas autoritarias, mayormente. Jueces y juezas de la nación, federales, provinciales, magistrados de doble (y hasta triple apellido, cuádruple) con inclinaciones hacia el ortodoxismo religioso, añorantes de oscuros procedimientos, arbitrantes del statu quo.
Esta semana asistimos absortos como ese niño, sí, ese, ante un panadero, pero en el siglo XXIII, donde no existirán más los panaderos por causa del calentamiento global, frente a la andanada que el poder judicial inició sobre el político, el ejecutivo y el legislativo, en muchos frentes. No sé de Derecho casi nada, y no me interesa tampoco mucho el tema. Sé que las leyes son interpretables y que esa posibilidad aleja la disciplina de las ciencias exactas. Por tanto el sentido común me alerta sobre la mayoría de magistrados de derecha. Salvo en la Corte Suprema actual, en el resto de los tribunales personajes conservadores hasta para vestirse manejan causas que para que se muevan el poder político tiene que zarandearlos de lo lindo.
No pagan impuestos a las ganancias y se retiran de viejos, de muy viejos, el juez supremo Carlos Fayt tiene 119 años, por ejemplo.
Hubo todo un exagerado acting alrededor de la negativa de Aníbal Fernández a movilizar las tropas federales para cascotear una lista de color de un sindicato de aeronavegantes. Incluso por segunda vez en un mes la UCR dijo que iba a pedir una moción de censura, que ya demostramos impracticable, y, por tanto, para la tribuna. Unos días después aparece un funcionario de Obama, el segundo para asuntos latinoamericanos, Valenzuela, Mariquita, y nos dice que no tenemos “seguridad jurídica” los argentinos, voz que el Grupo Clarín se calzó a medida como traje de sastre para mover tres jueces que en tiempo récord y con notable sentido de la coordinación, dictaron inconstitucionalidades y otras vaguedades leguleyas sobre le ley de medios.
Al otro día Oyarbide dice que Kirchner aumentó su patrimonio lícitamente y saltan a comerle el cuello. ¿No era que hay que acatar los fallos?
Claro, el periodismo, otro poder que no va a elecciones y que tiene entre sus más destacadas figuras personajes que atravesaron gobiernos asesinos con intachable subordinación, sí puede decir que no es sensato un fallo judicial e impulsar pedidos de juicios políticos mediante el centimetraje antikirchnerista, pero Aníbal Fernández tiene que reprimir o tiembla la república.
El próximo presidente que quiera hacer las cosas bien tendrá que modificar en su período de gracia el poder judicial, buscar la manera de democratizarlo, de auditar mejor su funcionamiento, de exigirle independencia de los poderes económicos so pena de delito no excarcelable e impulsar además una mayor pluralidad ideológica entre quienes comandan los despachos de la interpretación de la ley.
La Justicia actual es el último eslabón de los poderes concentrados para la posibilidad de pensar un país para todos.
Y encima son requete corporativos.
1 comentario:
viste q cristina desde el inicio d su gestión, insiste con el poder judicial?
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