Durante 6 años no se supo nada de Vince Gilligan. En verdad, el gran público no sabía quién era Vince Gilligan antes, para ser sinceros. Yo no sabía quién era. Ahora se sabe, finalizando la quinta y última temporada de Breaking Bad el personaje de Vince Gilligan empieza a ser reconocido por los no tan especialistas. Hasta 2002 fue productor ejecutivo, director circunstancial, escritor eventual y hombre todo terreno de X-Files, la serie que mezcló el romance y la vida extraterrestre/intraterreste. Es decir, cuando en la década global del noventa el octavo pasajero, en el subterráneo sideral, se bajó en la estación ‘Planeta Tierra’.
Breaking Bad está llegando a su fin, como dijimos, y tiene
en vilo a una cada vez más populosa conjunción de fanáticos. Cinco temporadas
en la que vimos la transformación total de una modesta familia de un pueblo,
Alburquerque, cerca d´El Paso’ a México, La Frontera porosa de las mil mafias,
El Desierto, La Otredad.
El padre de familia, Walter White, contrae cáncer y decide
tras una vida dedicada a la enseñanza secundaria de la química aprovechar sus
conocimientos (importantes) para desarrollar una versión de la droga del
momento, la metanfetamina, con niveles de pureza inéditas para el mercado. En
el capitalismo la calidad es un valor inestimable que rompe la lógica de
oferta/demanda, que va breaking bad, digamos,
que va ‘volviendo malo’ al protagonista. Sin maldad ese hombre pasaría a ser una
pieza más del sistema mafioso, un peón, o, como mucho, un alfil. ‘La maldad’ lo puede convertir en Rey. Aunque en la serie haya que matar al héroe para que el verosímil viva.
Breaking Bad logra algo nuevo: que el héroe sea villano, a un
nivel de maldad que no logra adhesiones. BB obtiene el privilegio del rechazo:
casi nadie quiere que ‘gane’ el protagonista, no genera simpatía si no
repulsión, aunque obviamente lo querés porque lo acompañaste, pero querés que
gane el ‘malo’, el policía, Hank, su cuñado. Pero no es Walter White, el
químico, el único que muta. Todo va mutando de vez en vez provocando de manera
sutil pero definitiva un cambio de la mirada del espectador sobre los
protagonistas. Una temporada amás al personajes que en el siguiente año odiás, y
viceversa, incluso volviendo a amar al mismo personaje que odiás, en la
siguiente temporada.
El universo Alburquerque está plagado de símbolos que logran
canalizar el fanatismo del publico al fetiche personalísimo: la cadena de
comida rápida: “Los Pollos Hermanos”, “una taza de la DEA”, el arte
publicitario del abogado Saul Goodman, determinada estética de casas rodantes
vintage, el celeste meta (el ‘blue sky’), el sombrero que elige White para
convertirse en Heisenberg, el atuendo amarillo más la máscara que usan para
‘cocinar’ híper pop, e infinitos etcéteras.
Otra cuestión a analizar es la manera que se ven las series
hoy. Otro tema. Una generación entera naturalizó mirar los capítulos horas
después de su emisión en los Estados Unidos. La urgencia por saber qué pasa
mueve a toda una audiencia fiel a estar al día, lo que significa ‘antes que se
pueda comercializar el producto’. Se hizo con otras series antes dentro del subsegmento
de individuos atentos al entretenimiento: desde hace tiempo con varias
series a la vez y finalizó historias con las mismas expectativas que BB alcanza hoy. Pero
BB es la primera serie que tiene expectantes a importantes cantidades de fanáticos/televidentes. Como
Mad Men o Game of Thrones. Pero Breaking Bad termina dentro de un puñado
de domingos. A nadie le importará esperar a verla ni siquiera en cable. Menos
que menos esperar al otro año para verla la televisión abierta. Y menos
doblada. Es un hecho inédito y probablemente revolucionario que llamará a reconfigurar
el modelo de negocios de los canales de televisión, que es un tema que no nos
ocupa ahora.
Muchos consideran ya a Breaking Bad como la mejor serie de
todos los tiempos, no sé si adhiero a esa corriente, lo cierto es que es una de
las mejores, que suscita críticas favorables de todo el mundo y que generará
un episodio final que tendrá en vilo a miles de miles de fanáticos alrededor
del mundo.
Como llegar a la luna pero por otros medios.
Sin héroes, moraleja, enseñanza ni empatía.
El día del enemigo podemos declararlo.
Que un ciudadano de Coronel Pringles empiece a mandar cartas a Hollywood.
Sin héroes, moraleja, enseñanza ni empatía.
El día del enemigo podemos declararlo.
Que un ciudadano de Coronel Pringles empiece a mandar cartas a Hollywood.